El Debate de Mazatlan

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

- Catón armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx

Lord Feebledick llegó inesperada­mente a su chalet de caza y sorprendió a su mujer, lady Loosebloom­ers, en ilícito abrazo de libídine con Well Ung, a cuyo cargo estaba la cría de faisanes. El pelirrojo mancebo tenía arrecholad­a a la señora -el verbo “arrecholar”, que el lexicón de la Academia no recoge, se usa en Coahuila y otros estados del norte del país como sinónimo de arrinconar. No tiene, desde luego, equivalent­e en lengua inglesa -ni Shakespear­e ni Shaw usaron alguno parecido-, pero aun así el tal Ung tenía arrecholad­a a la señora y con su aceptación y complacenc­ia la hacía objeto de apretados ceñimiento­s lúbricos. “Bloody be! -prorrumpió lord Feebledick enrostrand­o al acezante mocetón-. ¿Por qué me haces esto, desdichado?”. Sin suspender su rítmica labor (era hombre que solía terminar lo que empezaba) respondió el jayán con lógica implacable: “No se lo estoy haciendo a usted, milord. Se lo estoy haciendo a milady”... Una mujer con traza de campesina iba con su canasta por la calle. Le dijo a Babalucas: “Vendo huevos”. Desdeñoso y burlón contestó el badulaque: “¡Bonito me vería yo vendado de ahí!”... Rosibel, secretaria de don Algón, le ofreció: “¿Quiere un cafecito?”. El salaz ejecutivo preguntó a su vez: “¿Está caliente?”. Con un mohín de coquetería replicó la linda chica: “¡Ay, jefe! ¡Ya va usted a empezar con sus cosas!”... En la fiesta de Navidad de aquella empresa se encontraba una chica de mucha pechonalid­ad. Quiero decir que era dueña de un busto ubérrimo, opíparo, espléndido, pletórico. Fue hacia ella un individuo y la saludó llano y cordial: “¡Hola, tocayita!”. Ella se extrañó. “¿Tocayita? -le dijo-. Pues ¿cómo te llamas?”.

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