El Debate de Mazatlan

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

- Catón armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx

“¡Ayer me entregué al demonio! -clamó con sonorosa voz la bella y escultural predicador­a-. ¡Hoy me encuentro en los amorosos brazos del Señor!”. Se oyó en el fondo una voz aguardento­sa de hombre: “¿Y qué planes tienes pa’ mañana, mamacita?”. Astatrasio Garrajarra -algunos lo llaman alcohólico, pero él reclama el título de “bebedor social”- comentaba acerca de la relación con su esposa: “Afrontamos un problema grave. Cuando estoy borracho ella no me aguanta, y cuando estoy sobrio no la aguanto yo”. Don Yanoso Pla, señor de muchos calendario­s, por no decir que viejo, pidió ser admitido en el Club Pitocáido, formado por caballeros de la tercera edad tirando ya a la cuarta. El encargado de admisiones le indicó: “Hago de su conocimien­to que aquí está prohibido hablar de futbol, de política y de religión”. “¿Por qué?” -se extrañó don Yanoso. “Esos temas se prestan a polémica -le explicó el empleado-, motivo por el cual los hemos excluido reglamenta­riamente de la conversaci­ón. Tampoco acostumbra­mos hablar de mujeres y sexo”. El señor Pla se asombró aún más. “¿También esos temas se prestan a polémica?”. “No -replicó el otro-. Lo que pasa es que ya no nos acordamos”. Hay cosas que suelen durar muy poco tiempo. Los juramentos de amor eterno, por ejemplo, o los propósitos de año nuevo. Tampoco la paciencia y los sacrificio­s obligados duran mucho. Por eso López Obrador, que ha pedido a los ciudadanos espíritu de sacrificio y paciencia, conformida­d, entereza, resignació­n, aguante, estoicismo, espera sin límites y abnegación ante la falta de gasolina, debe apresurars­e a poner remedio al desabasto antes de que se agote, con la gasolina, esa paciencia y se desvanezca aquel frágil espíritu sacrificia­l. A estas alturas hasta el mismo AMLO debe haberse dado cuenta ya de que es imposible mantener indefinida­mente cerrados los ductos de conducción del combustibl­e, y que se han de buscar otras maneras de combatir el huachicole­o antes de que crezca la irritación popular que han traído consigo los problemas e inconvenie­ntes de todo orden y desorden que provocan la escasez o falta de carburante en las gasolinera­s. Desde luego López Obrador, que humildemen­te se ha allanado a viajar en línea aérea comercial lo mismo que nosotros los mortales, no ha debido hacer colas de tres o cinco horas, como cientos de miles de mexicanos, para lograr que le vendan 15 litros de gasolina. Haga AMLO un esfuerzo mental e imagine las múltiples molestias que están afrontando esos ciudadanos. Siquiera por esta vez escuche otras opiniones y resuelva lo antes posible este problema que va asumiendo ya proporcion­es que evidenteme­nte no calculó. Bacinica se llama ese artilugio, sin perdón sea dicho. Ya casi está en desuso, pero en los pasados tiempos era utensilio indispensa­bilísimo en las casas antes de que se populariza­ra el uso del excusado inglés, invento más admirable aún que el de la brújula de los chinos o el telescopio de Galileo. A la bacinica se le llamaba también nica, bacinilla, bacín, necesaria, taza de noche, perica y borcelana, entre otros nombres. Mis tías solteras, púdicas y elegantes, le decían “el tibor”. Pues bien: la mamá de Babalucas le contó: “Tu padre ya no tiene dientes, y el odontólogo le va a hacer una dentadura postiza de porcelana”. “Caramba -se preocupó el tontiloco, que confundió la palabra “porcelana” con “borcelana”-. Ojalá se la haga de la oreja”. Pepito le preguntó a su mami: “¿La vecina es gimnasta?”. La señora se sorprendió: “¿Por qué crees que esa muchacha practica la gimnasia?”. Explicó el niño: “Porque oí que mi papá le dijo: ‘¿Cuándo nos echamos un brinquito, linda?’”. FIN.

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