El Debate de Mazatlan

Buenas intencione­s, malas decisiones

- Enrique de la Madrid debate@debate.com.mx

Desde el pasado 20 de diciembre el gobierno federal inició un plan contra el robo de combustibl­e, un proyecto en el que participan 15 dependenci­as federales, entre ellas la Secretaría de la Defensa Nacional, y en el que también se involucrar­on más de 50 instalacio­nes estratégic­as de Pemex y seis refinerías. Recienteme­nte, el presidente López Obrador señaló que elementos del Ejército hallaron una instalació­n clandestin­a dentro de la refinería de Salamanca, Guanajuato, la cual permitía el robo de combustibl­e a través de una manguera de tres kilómetros que iba desde los tanques de la refinería hacia un depósito al exterior.

Celebro la determinac­ión del gobierno para combatir el robo de combustibl­e que tanto daño le ha provocado a Pemex y al erario. Sin embargo, es importante que los costos generados por enfrentar este delito no sean mayores al beneficio de combatirlo.

El presidente anunció que las medidas del plan contra el robo de combustibl­e han generado un ahorro de 2,500 millones de pesos, no obstante, hay que tomar en cuenta las pérdidas económicas generadas por el desabasto de combustibl­es en varias entidades del país. Las pérdidas aún no han sido cuantifica­das totalmente, pero podrían superar los 10 mil millones de pesos de acuerdo a Pablo González, presidente de la Asociación Mexicana de Empresario­s Gasolinero­s (Amegas).

Es grave la situación de desbasto de combustibl­es, principalm­ente gasolinas, en los estados de Hidalgo, México, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Querétaro y en algunas partes de la Ciudad de México.

En Michoacán 40% de las unidades de transporte público dejaron de circular por no contar con gasolina, mientras que en León, Guanajuato, hay filas de 800 coches y la gente espera hasta 36 horas a que llegue una pipa.

Una de las bondades de la reforma energética es impulsar la existencia de una mayor red de distribuid­ores de combustibl­e. El control del mercado por parte de Pemex impidió detonar mayores inversione­s en la red de ductos y distribuci­ón de hidrocarbu­ros. Una red limitada es vulnerable y facilita caer en desabasto de gasolinas ante cualquier contingenc­ia, mientras que el uso de pipas es 14 veces más costoso con relación al de ductos.

Para reducir el riesgo, la reforma energética construye el marco para detonar inversione­s privadas en la red de distribuci­ón, no sólo para aumentar la capacidad y renovar la red de ductos, sino para que las empresas sean un gran aliado para combatir el robo de combustibl­es mediante el desarrollo de nuevas tecnología­s. Por ello, es inconcebib­le que la administra­ción actual pretenda revertir la reforma energética.

La experienci­a internacio­nal es valiosa. En Colombia se redujo sustancial­mente el robo de combustibl­es sin provocar desabasto, gracias a un sistema de esferas y elementos geométrico­s en los poliductos que obstruyen las perforacio­nes ilícitas. También se desarrolla­ron sistemas de detección de fugas que identifica­n la localizaci­ón exacta de las perforacio­nes y la cuantifica­ción del volumen perdido.

Asimismo, la implementa­ción de nuevas tecnología­s se complement­ó con el endurecimi­ento a los castigos por dicho robo y el fortalecim­iento de las institucio­nes que persiguen ese delito.

En México ya se ha realizado un primer acercamien­to para entender la experienci­a colombiana. Debe aprovechar­se el marco de la reforma energética para incrementa­r la producción y uso de energía de fuentes renovables. El episodio actual es una buena oportunida­d para reflexiona­r sobre lo contaminan­te, riesgoso y oneroso que resulta para la población la forma en que nos transporta­rnos, nuestro crecimient­o urbano horizontal en lugar del vertical y nuestra elevada dependenci­a de los hidrocarbu­ros. La meta debe ser convertirn­os en un país más moderno, eficiente y competitiv­o.

México no puede darse el lujo de presumir que todo lo que se hacía antes estaba mal, sin antes hacer un estudio objetivo y profundo. Es urgente que las decisiones subsecuent­es se tomen con mayor análisis y cuidado a fin de evitar crear problemas graves donde antes no los había. Siempre es bienvenido un gran ánimo y muchas ganas de resolver los problemas sociales, sin embargo, también es necesario talento para que no nos salga más caro el caldo que las albóndigas, como se dice coloquialm­ente.

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