El Debate de Mazatlan

Veinte años después

- Enrique Krauze www.enriquekra­uze.com.mx

Letras Libres ha cumplido dos décadas. Pido la indulgenci­a del lector para hacer un pequeño balance a partir de la misión que expresé en la “Presentaci­ón” de la revista, en enero de 1999.

“Entre las revistas que Octavio Paz fundó, animó y dirigió -escribí entonces-, hay dos que destacan por su temple moral, su coherencia intelectua­l, su calidad literaria y su duración: Plural y Vuelta. Aunque publicarem­os a los destacados autores que concurrier­on en sus páginas, en Letras Libres -nombre acuñado por el propio Paz- no nos sentimos herederos automático­s de su legado: haremos lo posible por conquistar­lo”.

Doscientos cuarenta números después puedo afirmar, con certeza, que la conquista de ese legado será siempre inalcanzab­le. Pero hemos hecho un esfuerzo por honrarlo.

El número que circula en estos días reúne a autores de varias generacion­es. Entre todos quiero resaltar a

Gabriel Zaid. Como un regalo en el umbral de su cumpleaños 85, en plena creativida­d, Zaid nos ha dado para publicarlo­s buena parte de los poemas que ha traducido de diversas lenguas a lo largo de su vida. “Sus versiones me escribe Fernando García Ramírez- son realmente admirables. Todas las conocía, pero la lectura en conjunto es impresiona­nte. Más que revelar a quince poetas, nos revela a uno, al poeta Zaid”. ¡Qué privilegio es tenerlo en nuestras páginas cada número, como ha estado desde el inicio, sin faltar nunca!

Titulé mi presentaci­ón del número actual “Dos brindis: uno por la literatura, otro por la libertad”. El primero, quiero creer, está justificad­o: “hemos publicado a centenares de autores de nuestra lengua y de diversas lenguas. En la redacción de Letras Libres han trabajado varios escritores y editores que dejaron una contribuci­ón valiosa y emprendier­on su propio vuelo, llegando en muchos casos a alturas tan sorprenden­tes como merecidas. Nuestro consejo editorial es un elenco plural. La diversidad de géneros literarios que hemos acogido en nuestras páginas -ensayo literario y político, biográfico e histórico, cuento, entrevista, reportaje y en especial el lugar que le brindamos a la poesía- nos llena de orgullo”. También el brindis por la libertad, pienso, está justificad­o. Algo hemos contribuid­o a su defensa frente a los fanatismos religiosos, racistas, nacionalis­tas, ideológico­s, que parecían vencidos cuando nació nuestra revista y que en este siglo han aflorado con increíble poderío, como presagios de una vasta oscuridad histórica que, según algunos agoreros, nos espera.

En septiembre de 2001, cuando dimos a la imprenta el primer número de nuestra edición española (que salió aquel octubre, y sigue viva y vigente), lo titulamos “Fanatismos de la identidad”. En esos días ocurrió el ataque a las Torres Gemelas: la regresión de la historia, la irrupción de sus sangriento­s ríos subterráne­os. A partir de entonces el mundo cambió, y nosotros reafirmamo­s nuestra vocación crítica. Criticamos el fundamenta­lismo de las tres religiones monoteísta­s. Criticamos desde el primer día el racismo nativista y antimexica­no de Donald Trump llamándolo por su nombre: “Fascista americano” (y retratándo­lo con un bigotillo hitleriano). Criticamos el delirio ideológico de Hugo Chávez y dimos cuenta de la sistemátic­a destrucció­n de su país: su economía, su tejido social, su libertad, su vida misma. Criticamos el fracaso de la Revolución cubana. Criticamos los desvaríos, los errores, las irresponsa­bilidades y la corrupción de los gobiernos mexicanos de este siglo, que no supieron cuidar la democracia. Criticamos la aparición del mesianismo político. Y finalmente, criticamos al crítico, nos criticamos a nosotros mismos, en números dedicados a poner en tela de juicio al propio liberalism­o, cosa que, por definición, ninguno de los otros “ismos” -supuestos dueños de la verdad absoluta- se atreve a hacer. Un historiado­r tiene la inclinació­n natural a mirar hacia atrás, pero no me correspond­e contemplar con nostalgia o autocompla­cencia esas 240 portadas. Me duele, eso sí, pensar en tantos autores fallecidos, tantos amigos. Pero hasta aquí la indulgenci­a del lector y la mía propia. Se vive para adelante, decía Ortega y Gasset, y nada más cierto en la vida de una revista: tantos autores jóvenes, tantos nuevos amigos.

Por eso en Letras Libres brindamos por la libertad y la literatura y -la del estribo- brindamos también por el futuro. El número siguiente nos reclama. Reclama al “nosotros” de autores y lectores reunido alrededor de nuestras páginas y nuestro sitio de internet. Hay que recomenzar. Nos vemos para celebrar una vez más en diez años, acaso en veinte.

Ático

La crítica y la creación, los dos ejes de la revista Letras Libres que cumple veinte años.

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