Cuando la mina cerró y Rosario quedó a oscuras
Minas del Tajo era una empresa poderosa, que tenía intereses tanto en el país como en Estados Unidos En 1939, el sindicato intentó sostener la actividad minera del Tajo, pero les fue imposible
ROSARIO.- Las minas del Rosario, sobre todo la del Tajo, habían mantenido por más de dos siglos a este poblado como el más próspero del noroeste de México, incluso a principios del siglo pasado, tan solo la mina del Tajo mantenía activos 3 mil empleos, 2 mil de día y mil de noche, por lo que nadie se imaginaba que pronto, la que fue llamada por Porfirio Díaz, “La Ciudad de Plata”, se vería opacada por el cierre de su mina y el éxodo de más de la mitad de sus habitantes. El cronista de la ciudad, Leopoldo H. Bouttier, comentó que Minas del Tajo era una empresa poderosa, que tenía intereses tanto en el país como en Estados Unidos, y que era encabezada por norteamericanos que hicieron diversas inversiones en la ciudad, por lo que la misma compañía que realizó
estudios, encontró bastante material, e incluso estimaban que para finales del siglo 20 y principios del 21 habría yacimientos de plata y oro para seguir explorando.
µ La bonanza.
De 1900 a 1939, las grandes extracciones de plata y oro sacadas del subsuelo rosarense permitieron a El Rosario ser una población rica, próspera y famosa. Todo esto se notó en su arquitectura, comercio y en su gente, que dio a entender que esta era una ciudad floreciente, con su hospital civil para los mineros y grandes casas comerciales y hoteles.
Toda esta prosperidad hizo que en El Rosario fuera de las primeras ciudades en tener automóviles, electricidad, maquinaria de vapor, telégrafos, entre otros adelantos tecnológicos de la época que no poseían otras poblaciones. Los grandes beneficios de los que había gozado esta ciudad estaban a punto de terminar, pues se vino primero la caída en los precios en la plata y los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Además, por el año de 1935, en las sesiones de los socios se tocó el tema de una nueva reinversión millonaria, debido a que la maquinaria de las minas ya estaba quedando obsoleta.
> El declive.
El cronista comenta que al no llegar a acuerdos, aunado a la baja de los metales y la fuerte suma de dinero que los norteamericanos tenían que reinvertir en maquinaria y para cubrir las exigencias de los trabajadores, decidieron llegar a un acuerdo con el sindicato en 1939 y dejarles maquinaria y todo a cambio de la indemnización, para que el sindicato trabajara por su cuenta la Mina del Tajo.“En pocas palabras, ya no vieron un negocio redituable y decidieron retirarse.”
En 1939, el sindicato intentó sostener la actividad minera del Tajo, pero les fue imposible. Entonces, se apagaron los dinamos que hacían funcionar la maquinaria y que daban luz a lo que había sido la próspera ciudad de El Rosario.
“Dicen que cuando se apagaron los dinamos, El Rosario quedó en tinieblas. Habían estado por décadas con luz eléctrica y ahora se tenían que alumbrar con cachimbas y velas. La gente se horrorizó y se empezó a dispersar a otras ciudades del país, sobre todos los empresarios y los que tenían la manera (solvencia económica)”.
Desde ese momento, la vida de los rosarenses dio un giro completo y empezó a llegar mucha gente de otros lugares. La agricultura y la fruticultura fueron tomando cada vez más fuerza hasta convertirse en la principal actividad económica de la región, y convirtió a Rosario en uno de los grandes productores de mango del país.