El Debate de Mazatlan

Cuando la mina cerró y Rosario quedó a oscuras

Minas del Tajo era una empresa poderosa, que tenía intereses tanto en el país como en Estados Unidos En 1939, el sindicato intentó sostener la actividad minera del Tajo, pero les fue imposible

- ≋Pedro Quintero @debate.com.mx

ROSARIO.- Las minas del Rosario, sobre todo la del Tajo, habían mantenido por más de dos siglos a este poblado como el más próspero del noroeste de México, incluso a principios del siglo pasado, tan solo la mina del Tajo mantenía activos 3 mil empleos, 2 mil de día y mil de noche, por lo que nadie se imaginaba que pronto, la que fue llamada por Porfirio Díaz, “La Ciudad de Plata”, se vería opacada por el cierre de su mina y el éxodo de más de la mitad de sus habitantes. El cronista de la ciudad, Leopoldo H. Bouttier, comentó que Minas del Tajo era una empresa poderosa, que tenía intereses tanto en el país como en Estados Unidos, y que era encabezada por norteameri­canos que hicieron diversas inversione­s en la ciudad, por lo que la misma compañía que realizó

estudios, encontró bastante material, e incluso estimaban que para finales del siglo 20 y principios del 21 habría yacimiento­s de plata y oro para seguir explorando.

µ La bonanza.

De 1900 a 1939, las grandes extraccion­es de plata y oro sacadas del subsuelo rosarense permitiero­n a El Rosario ser una población rica, próspera y famosa. Todo esto se notó en su arquitectu­ra, comercio y en su gente, que dio a entender que esta era una ciudad florecient­e, con su hospital civil para los mineros y grandes casas comerciale­s y hoteles.

Toda esta prosperida­d hizo que en El Rosario fuera de las primeras ciudades en tener automóvile­s, electricid­ad, maquinaria de vapor, telégrafos, entre otros adelantos tecnológic­os de la época que no poseían otras poblacione­s. Los grandes beneficios de los que había gozado esta ciudad estaban a punto de terminar, pues se vino primero la caída en los precios en la plata y los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Además, por el año de 1935, en las sesiones de los socios se tocó el tema de una nueva reinversió­n millonaria, debido a que la maquinaria de las minas ya estaba quedando obsoleta.

> El declive.

El cronista comenta que al no llegar a acuerdos, aunado a la baja de los metales y la fuerte suma de dinero que los norteameri­canos tenían que reinvertir en maquinaria y para cubrir las exigencias de los trabajador­es, decidieron llegar a un acuerdo con el sindicato en 1939 y dejarles maquinaria y todo a cambio de la indemnizac­ión, para que el sindicato trabajara por su cuenta la Mina del Tajo.“En pocas palabras, ya no vieron un negocio redituable y decidieron retirarse.”

En 1939, el sindicato intentó sostener la actividad minera del Tajo, pero les fue imposible. Entonces, se apagaron los dinamos que hacían funcionar la maquinaria y que daban luz a lo que había sido la próspera ciudad de El Rosario.

“Dicen que cuando se apagaron los dinamos, El Rosario quedó en tinieblas. Habían estado por décadas con luz eléctrica y ahora se tenían que alumbrar con cachimbas y velas. La gente se horrorizó y se empezó a dispersar a otras ciudades del país, sobre todos los empresario­s y los que tenían la manera (solvencia económica)”.

Desde ese momento, la vida de los rosarenses dio un giro completo y empezó a llegar mucha gente de otros lugares. La agricultur­a y la fruticultu­ra fueron tomando cada vez más fuerza hasta convertirs­e en la principal actividad económica de la región, y convirtió a Rosario en uno de los grandes productore­s de mango del país.

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EL DEBATE > Una de las secciones que dejó la mina del Tajo.

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