Viveiro, Semana Santa con figuras articuladas y en silencio
Las celebraciones de la Semana Santa son tan diversas y variopintas como las localidades donde se festejan. En Viveiro, al noreste de España, los pasos cuentan con figuras articuladas que recorren sus calles medievales con gran fervor, pero en recogimiento y silencio
Viveiro, una bella ciudad costera ubicada en la provincia de Lugo, en Galicia, hermanada con La Habana, Cuba, tiene mucho qué ofrecer al visitante pero también una gran pasión: su Semana Santa.
Tanto, que ha alcanzado la declaración de Interés Turístico Internacional. Una de sus características es que las procesiones recorren las estrechas calles del casco histórico de la ciudad en el más absoluto silencio. Incluso, se recogen las terrazas de los bares y se apagan sus luces justo antes de que lleguen los pasos.
Celebración seria
Pero, a esta manera de mostrar el fervor y recogimiento silencioso que mantienen sus ciudadanos y visitantes, Viveiro añade otra peculiaridad especial: algunos de sus pasos lo forman, desde hace siglos, figuras articuladas. Siendo de especial relevancia el denominado “El Cristo que cae” y demás imágenes del Encuentro y el Cristo del “Desenclavo”, como ellos acostumbran a decir, que es el acto del descendimiento de Jesús de la cruz. Entrevistamos a Pepe Veiga, presidente de la Junta de Cofradías de la Semana Santa de esa localidad gallega. –¿Desde cuándo tienen constancia que se viene celebrando la Semana de Pasión en Viveiro?
–Los historiadores indican que desde finales del siglo 13, más o menos. Existen documentos escritos de las órdenes de franciscanos y dominicos que indican que ya en el siglo 14 se hacían aquí algunos actos para celebrar los días de la Pasión de Cristo. –¿Cuándo concedieron a su Semana Santa la declaración de Interés Turístico Internacional?
–En abril de 2013 y está dedicada a toda la celebración en su conjunto. –¿Qué diferencia su celebración con la de otras localidades de la zona?
–Sobre todo porque es más sobria y silenciosa. Disponemos de un casco antiguo bellísimo y se vive diferente, con una imaginería y unos pasos muy antiguos. Aquí, la Semana Santa se celebra de un modo mucho más serio y recatado. –¿Por qué el riguroso silencio en unos tiempos de gritos y celebraciones?
–Al ser una tradición de tantos siglos, este sentimiento se traslada de padres a hijos. El rigor de la celebración lo respeta todo el mundo y, aunque efectivamente vivimos unos tiempos de ruidos, aquí toda la población y quienes nos visitan celebramos con gran civismo y respeto, en silencio, el transcurrir de los pasos y las figuras. Incluso, los bares cierran puertas y cortinas, aunque los clientes queden dentro. El “desenclavo” . –¿Chocará un poco entre los forasteros esta forma de celebrarlo?
–Mucha gente de fuera de la ciudad lo comenta. Hay personas que pueden estar cenando y, cuando va a llegar el paso, se retiran las mesas y se recoge todo hasta que termina el acto. Eso les sorprende, pero todos lo respetan y lo comprenden. Al acabar la procesión vuelve todo como estaba.
–Hábleme de las figuras articuladas...
–Son las joyas de nuestra Semana Santa. Unas están en el acto del “Encuentro” y lo componen cuatro figuras: el Cristo que cae, la Virgen Dolorosa, la Verónica y San Juan. El Cristo es el más antiguo, del siglo 15, que tiene aún el artilugio primitivo, rarísimo de verdad. Se maneja de una forma especial para que el Cristo caiga y también la misma figura tiene el brazo articulado y bendice. La figura de la Virgen, del siglo 18, llora y mueve sus brazos para limpiar las lágrimas; la Verónica tiene un paño que mueve también y en el que queda reflejado el rostro de Cristo, y el San Juan puede realizar movimientos con el brazo.
–¿De qué materiales están confeccionadas las figuras? –Son de madera de la zona. La Verónica y el San Juan son obras del imaginero Juan Sarmiento, residente en una localidad próxima a Viveiro que trabajaba realizando los mascarones de proa para los barcos. En el “Desenclavo” también existe un Cristo articulado, en este caso del siglo 16, que desciende de la cruz, que es lo que se conoce en la mayoría de los lugares como “El descendimiento”.
–¿De dónde viene esta tradición?
–Los historiadores e investigadores dicen que proviene de los franciscanos, que en la Edad Media, como el pueblo lo componía gente poco letrada, buscaban representar con movimientos, de forma didáctica, la Pasión de Cristo, para que se entendiera mejor todo ese proceso: el camino de la cruz, el encuentro con su madre, el hecho de que Jesús caía, que se volvía a levantar, etc.
–¿Quién está detrás de estos movimientos articulados de las figuras?
–Una persona lleva haciendo el efecto de que la Virgen llora desde hace 50 años, quien enseñó a su sobrino y, a su vez, este está enseñando a otra persona. Un poco la idea es transmitirlo de generación en generación.
Muy pocas personas tienen acceso a los mecanismos de movimiento de estas tallas. Podríamos decir que es un secreto. El sacristán, de unos 80 años, es el encargado de que caiga el Cristo e imparta la bendición y también está enseñando a otra persona. No se muestra al público. –¿Qué es el “Desenclavo”? –Es una escena en la que se monta, en una tarima, al Cristo crucificado. En ella hay una Dolorosa, un San Juan y una centuria romana. Allí, un predicador va explicando el proceso de la Pasión y, en un determinado momento, dos acólitos, que hacen el papel de José de Arimatea y de Nicodemo, se suben a una escalera. Según narra este predicador, van bajando al Cristo de la cruz y lo introducen en una urna que se lleva hasta el interior del templo. A continuación sale la procesión del Santo Entierro.
“Se mejora mucho el acto si quien predica es una persona de categoría”, añade Veiga, quien se muestra orgulloso de su ciudad, Viveiro, hermosa localidad gallega en la punta noroeste de España que vive con respeto, pasión y tradición el paso de sus procesiones desde hace muchos siglos con figuras articuladas, siempre el Viernes Santo.
“‘El encuentro’ siempre se celebra ese día por la mañana. Ahora es a las 10:00 horas, aunque llegó a ser a las 07:00 de la mañana hace años. Las gentes de los alrededores pasaban la noche en el interior de las iglesias esperando el acto, y el ‘Desenclavo’ siempre es el viernes por la tarde”, concluye Veiga.