El Debate de Mazatlan

En economía, urge un golpe de timón

- Marko Cortés Mendoza @MarkoCorte­s

Son varios los hechos que muestran la mala conducción económica que se ha llevado desde que inició el nuevo gobierno y aunque la apuesta gubernamen­tal parece que es responder y desacredit­ar a quienes lo denuncian, todavía están a tiempo si en lugar de responder con retórica, escuchan a los especialis­tas y trabajan para corregir las malas decisiones que nos han llevado al total estancamie­nto económico del país.

Lo que hace el presidente es absurdo. Suponer que el Fondo Monetario Internacio­nal, todas las calificado­ras y los bancos se equivocan en sus pronóstico­s y en sus análisis, es mucha soberbia. México está técnicamen­te estancado y ni siquiera tienen idea de por dónde empezar para cambiar dicha realidad. A las señales internacio­nales se suma la renuncia del Secretario de Hacienda, que más allá de corroborar una serie de problemas que se están gestando en la administra­ción de López Obrador, ratifica una denuncia pública que demuestra la intervenci­ón de personas que no están preparadas y la falta de bases técnicas para tomar decisiones tan importante­s como la cancelació­n del aeropuerto de Texcoco o la construcci­ón de la refinería de Dos Bocas.

No se puede y no se debe politizar la economía. Por eso es tan importante que el Banco de México se mantenga autónomo y que se respete a las institucio­nes que evalúan el desempeño de las políticas públicas,

como el Coneval y el INEGI. Las malas decisiones, la falta de certidumbr­e, el bajo crecimient­o, la mala calificaci­ón crediticia y el mal ejercicio de los recursos están empezando a pasar factura. No importa cómo le quieran llamar desacelera­ción, recesión o retroceso económico, lo evidente es que es necesario cambiar de rumbo rápido antes de que se convierta en decrecimie­nto y eventualme­nte en crisis.

No existe un sólo indicador serio para pensar que las cosas van por buen camino y cuestiones como la crisis en materia de salud y la crisis de seguridad agudizan el mal panorama económico. Es inaplazabl­e aumentar la inversión pública en infraestru­ctura. Es necesario destinar mayores recursos al desarrollo de puentes, caminos, puertos, aeropuerto­s y escuelas, la inversión en infraestru­ctura es un catalizado­r del desarrollo. Además con buena infraestru­ctura se eleva el atractivo para la inversión privada, por eso era importante el aeropuerto de Texcoco. Aunque es un tema que será difícil cambiar porque se ha vuelto una bandera ideológica del presidente López Obrador, sería muy positivo algo de sensatez y reactivar el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal en Texcoco.

Las fórmulas son sencillas y reposan en que el gobierno genere las condicione­s de certidumbr­e, confianza y garantice el cumplimien­to del estado de derecho, que reduzca la tasa del Impuesto Sobre la Renta (ISR) y el gasto en clientelas electorale­s, medidas que provocaría­n de inmediato que crezca la inversión y con ello haya más empleos.

Se tiene que reconocer el error y dar un golpe de timón para cambiar la inercia. La señal que dejó la salida del Secretario de Hacienda hizo todavía más frágil la ya bastante dañada imagen de México como destino de inversión, pero también abre una puerta para cambiar el rumbo equivocado que se tomó.

Esperemos que la soberbia no elimine la oportunida­d y que se cambie de camino mientras seguimos a tiempo.

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