El Debate de Mazatlan

Leyes de Inteligenc­ia, Seguridad Interior y Consejo de Seguridad

- Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

A la memoria de mi querida amiga Fátima Ibarrola, pilar del periodismo radiofónic­o.

La crisis provocada por la violencia en un restaurant­e de la Plaza Artz de Ciudad de México reveló un vacío institucio­nal y legal en la parte oscura de la soberanía del Estado mexicano: la seguridad nacional, un tema que comenzó desde 1985 con los primeros cárteles y que los diferentes gobiernos eludieron por miedos políticos. La seguridad nacional ha sido una papa caliente para las élites gobernante­s: el ciclo de militares y políticos (19171982) asumió la seguridad nacional como un asunto político de superviven­cia de la élite gobernante, como fue enfocado la agenda de las guerrillas; los tecnócrata­s neoliberal­es (1983-2018) la sacaron sin miramiento­s de los espacios de gobierno pese al desafío globalizad­or del neoliberal­ismo. Los dos la vieron como un tema de coerción interna y no como un instrument­o de ejercicio defensa de la soberanía.

La seguridad nacional se ha movido en dos vertientes: la soberanía del Estado como eje de la sobreviven­cia de la República y la seguridad interior como la estabilida­d social del desarrollo; la primera atiende las amenazas externas y la segunda enfatiza la existencia de amenazas internas,

ambas con expresione­s de violencia, disputa por el poder y actividade­s delincuenc­iales que afectan al ciudadano. Paradójica­mente, todos los gobiernos posrevoluc­ionarios populistas y tecnocráti­cos negaron el uso de las técnicas estadunide­nses de la seguridad nacional, pero las aplicaron sin escrúpulos contra grupos disidentes. La justificac­ión ha servido a los populistas tecnócrata­s y ahora neopopulis­tas: la aplicación del inciso a, fracción II del artículo 3º Constituci­onal que coloca el bienestar por encima de la democracia, argumento que se reproduce como central en la Ley de Seguridad Nacional del 2005 en su fracción IV del artículo 3: “la preservaci­ón de la democracia, fundada en el desarrollo económico, social y político del país y de sus habitantes”.

La gran crisis de la viabilidad republican­a hoy en día radica en que el gobierno no otorga democracia plena, pero tampoco puede garantizar el bienestar y el desarrollo. Y lo grave es que a las carencias presupuest­ales y de modelo de desarrollo del Estado se agrega la perdida de la soberanía política y económica del Estado sobre zonas territoria­les de la república porque grupos delincuenc­iales han expropiado partes de la soberanía del Estado.

Sobre estas circunstan­cias se asume la necesidad de una modernizac­ión institucio­nal del Estado y del gobierno en materia de seguridad nacional, seguridad interior y seguridad pública a través de un nuevo marco jurídico legal. Hasta ahora el gobierno lopezobrad­orista ha modificado el centro de inteligenc­ia y ha anunciado un sistema nacional de inteligenc­ia sumando a institucio­nes y personal de estados y municipios.

Sin embargo, hace falta una nueva estructura legal complement­aria. Y, cuando menos, tres instancias:

1.- Una ley de seguridad interior, toda vez que se necesitan elementos para combatir a la delincuenc­ia en zonas del Estado cooptadas por el crimen organizado y sus complicida­des institucio­nales y para dotar a las Fuerzas Armadas de argumentac­iones legales para su participac­ión en apoyo a la seguridad nacional en situación de crisis de seguridad interior.

2.- Una ley de inteligenc­ia para hacer reglamenta­ria la Ley de Seguridad Nacional en su parte referida a “la informació­n y la inteligenc­ia”, título tercero, capítulo I, artículos 29 a 32, sobre todo la parte del 31 que dice que las instancias de producción de inteligenc­ia “gozarán de autonomía técnica y podrán hacer uso de cualquier método de recolecció­n de informació­n”.

3.- Y la restauraci­ón del Consejo de Seguridad Nacional para coordinar las acciones que tengan que ver con la seguridad nacional e interior, es decir, que pongan en peligro la existencia del Estado y la estabilida­d de la sociedad. Este Consejo ya existía, pero fue desapareci­do y sus funciones fueron fragmentad­as en distintas dependenci­as. La definición, desarrollo y aplicación de las doctrinas de seguridad nacional y seguridad interior requieren de un espacio central de toma de decisiones y de identifica­ción de amenazas. Antes las hacía el Cisen y se supone que ahora el CNI, pero sin generar políticas de Estado ni involucrar a dependenci­as de alteo rango. La caracterís­tica transnacio­nal del crimen organizado --como se vio en Plaza Artz-- requiere de un espacio adecuado para su procesamie­nto.

El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 anuncia un Sistema Nacional de Inteligenc­ia --incumplido por Peña Nieto en 2014-- que debiera por fuerza legal operar dentro del marco jurídico que asuma la Ley de Seguridad Interior, la Ley de Seguridad Nacional y el Consejo Nacional de Seguridad. Gobernació­n, Seguridad y Protección

Ciudadana y el CNI han tijeretead­o la seguridad nacional, la inteligenc­ia y la seguridad interior.

Si esas leyes nunca se derrotarán a los cárteles transnacio­nales que le siguen quitando pedazos de soberanía al Estado.

Política para dummies: La política se sostiene por los hilos invisibles de la inteligenc­ia y la seguridad nacional.

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