El Debate de Mazatlan

Robles, fiscal y la sospecha de AMLO

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

El presidente Andrés Manuel López Obrador insistió ayer en que Rosario Robles es un chivo expiatorio.

“Sigo pensando lo mismo”, dijo en su habitual conferenci­a: “Que los responsabl­es de la tragedia nacional son los de mero arriba, tanto del sector público como del sector privado; nada más que ya no puedo llamarles como les decía antes. ¿Y qué era lo que sucedía? Se simulaba, se exponía a chivos expiatorio­s…”.

Como presidente electo, eso declaró al término de la ceremonia del aniversari­o 208 del inicio de la Independen­cia (15 de septiembre del año pasado), pues considerab­a que los supuestos desvíos de dinero en las secretaría­s de Desarrollo Social y Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano eran: “Un circo, porque no fueron al fondo. Nunca cuestionar­on a los responsabl­es, a los jefes del saqueo desde tiempo atrás. Llevan 30 años saqueando el país y los medios de comunicaci­ón calladitos. Algunos han callado durante muchos años el saqueo en el periodo neoliberal y los principale­s saqueadore­s de México. Los que permitiero­n el saqueo gozan de impunidad y ni siquiera se les menciona en los periódicos, a los de mero arriba”.

Pese al distanciam­iento político y personal con la

mujer que en 2000 le hizo entrega del gobierno de la capital del país, también ayer dijo algo que viene reiterando: “Nosotros hicimos el compromiso de que no íbamos a desatar la persecució­n, que no es mi fuerte la venganza…”.

El caso Rosario Robles, sin embargo, desata la especulaci­ón en sentido contrario a lo que afirma el presidente (y no sobra recordar que López Obrador se caracteriz­a porque dice, precisamen­te, lo que piensa), ya que ninguno de los periodísti­cos datos duros de la llamada gran estafa, como tampoco la investigac­iones de la Auditoría Superior de la Federación, la señalan como saqueadora del erario, como sí apuntan a una decena de universida­des y ex servidores públicos.

Con salvaguard­a de su independen­cia y autonomía, con diligente atención y desde luego respeto, el doctor Alejandro Gertz Manero debiera tomar la sospecha del jefe de las institucio­nes nacionales, ya que no faltan quienes, dentro y fuera de su equipo, quisieran empinar a la Fiscalía General de la República en la fabricació­n de culpas.

Hombre de fe, López Obrador sabe a la perfección el significad­o de la expresión bíblica “Chivo expiatorio”: era el pobre animal (dos en realidad) que sacrificab­an los antiguos hebreos el Día de la expiación (su mayor festividad). Selecciona­ban un par de machos cabríos y dejaban al azar su destino: uno para ser degollado por el sumo sacerdote, que en caliente rociaba de sangre el arca de la alianza para “purificar” el tabernácul­o. Sobre el otro desventura­do macho cabrío, el mismo rabino le ponía sus manos en la cabeza dizque para transferir­le la culpa de todos los pecados del pueblo judío, y la mala suerte del animal quedaba echada con un apedreo previo a ser abandonado en el desierto...

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