De sindicalismo
La acción de un sindicato está basada en el origen del interés que tienen los trabajadores por defender sus condiciones de trabajo. En cada actividad social hay un grupo de persona que son quienes trabajan y otro que es quien dirige la actividad. Puede ser una planta de enlatado de atún, supermercado, escuela, universidad, hospital, farmacia, camión urbano, taxi, restaurante, hotel, bar, construcción de un edificio o casa, taller mecánico, agencia de venta de carros. En fin, en cada una de las actividades sociales hay siempre un grupo de persona que trabaja y otro que es el que dirige. En este segundo están también los propietarios. Por ejemplo, si vas a Telcel, hay un grupo de personas que atienden. Otro es quienes están comprando servicios de esa empresa. En el de los que atienden hay empleados, directivos y los dueños. En esos que son empleados es donde nacen los sindicatos. Cada uno de esos sindicatos tiene una acción política que por la ley hierro de las organizaciones sociales, los lleva a conformar una oligarquía que además se reproduce. Así es fácil detectar en una organización sindical a los hijos, nietos, sobrinos, hermanos, vaya hasta esposos que logran ingresar a un puesto de trabajo sin mayor mérito que el de ser familia de un dirigente sindical. Algunos incluso violando normatividades. Poco importa, la oligarquía puede hacer eso, faltaba más. Luego eso deviene en control político, porque los sindicatos tienen un elemento fundamental:
organización colectiva. Lo cual históricamente los ha vinculado a la representación política.
Ante este caso, los sindicatos hasta la fecha son elementos de poder político pues son capaces de tener interlocución con los directivos y dueños del medio de producción o del Estado. Los sindicatos de empresas privadas tienen una oligarquía que inclusive se reproduce en la herencia, como el sindicato minero en México, por ejemplo. Los sindicatos de empresas y sectores públicos son de igual manera ejemplo de este tipo de acción hereditaria. Todavía no hace mucho los puestos de trabajo se podían heredar en algunos sindicatos del sector público, como cláusula de los contratos colectivos de trabajo. Desde universidades autónomas, Pemex, IMSS, ISSSTE, sector público educativo, empleados de gobiernos estatales y ayuntamientos. En fin, cualquier organización sindical tiene una oligarquía y esa tiende a reproducirse y buscar permanecer en el poder de la representación sindical y política.
DEL QUE SIGUE, EL TAPADO
En esta lógica, el sistema político mexicano logró un elemento sucesorio que durante las décadas del régimen autoritario mantuvo la estabilidad en el país. La designación del tapado en candidato. Cada presidente de la República podía ser omnímodo en el ejercicio del poder político y en muchos casos hasta económico. Su poder tenía un solo límite: el fin del sexenio. Siempre rondó en los presidentes, más en unos que en otros, la posibilidad continuar. La muerte de Álvaro Obregón, el destierro de Calles, fueron sin duda una buena remembranza para devolverlos al respeto a la norma. Con la alternancia en la presidencia en 2000, ese elemento no ha cambiado. Tampoco el intento de permanencia de los que acaban su sexenio. Quizá de todos, el único que abiertamente está teniendo una acción política nacional es Felipe Calderón. Inclusive encabezando la formación de un nuevo partido político. Diferente al que lo llevó a él a múltiples puestos de elección popular, hasta la presidencia de la república, y, también a su esposa. Es un claro ejemplo de cómo la oligarquía se reproduce, incluso más allá de una frontera partidista.
El único freno que hay a esa oligarquía, según Robert Michels, es la democracia, específicamente en dos de sus condiciones procedimentales: la rendición de cuentas y la posibilidad de cambiar. Es decir, si los ciudadanos mexicanos deciden dar la validez al esfuerzo de creación de un nuevo partido a Felipe Calderón, y en julio del año 2021 le dan su voto, entonces podría tener la mayoría en varios congresos locales y la Cámara de Diputados, y, hasta gubernaturas. Sino es el caso, podría no llegar ni a tener el registro ante el INE. En 2021 habrá elecciones federales y locales en Sinaloa. Entonces se podrá observar cómo los diversos grupos oligárquicos, más los que se logren consolidar, va a buscar su reproducción y permanencia.
PÁRRAFOS: DE CUENTAS PÚBLICAS Y ASE Terminado el periodo ordinario del Congreso del Estado, ahora lo que toca a cada una de las entidades que tuvieron rechazo de sus cuentas será ir a la Auditoria Superior del Estado (ASE) para que atiendan las observaciones de las revisiones que les hizo ese ente fiscalizador. Tienen hasta el 31 de octubre. Una vez atendidas y solventadas ante la ASE, el proceso de fiscalización se dará por concluido. Eso será todo. Es ahora el actor será la ASE, ya no los legisladores locales, y, por supuesto todas las entidades revisadas. Muchas de las observaciones ya fueron atendidas, una vez que se haya hecho eso con el resto. El tema será el presupuesto 2020. Empieza de nuevo.