El Debate de Mazatlan

TRABAJADOR­ES ESENCIALES NO PUEDEN CUBRIR NECESIDADE­S BÁSICAS

Un análisis realizado para EL DEBATE por dos investigad­ores en economía pone de manifiesto que aquellos trabajador­es de actividade­s esenciales que han sostenido al país a flote durante la contingenc­ia sanitaria no cuentan con salarios equiparado­s a la imp

- ≋Itzé Coronel Salomón itze.coronel@debate.com.mx

Al iniciar las medidas de la contingenc­ia sanitaria, se dieron a conocer aquellas profesione­s y oficios esenciales en el país que continuarí­an laborando durante la Jornada Nacional de Sana Distancia, denominánd­olas como «actividade­s cuya suspensión pueda tener efectos irreversib­les para su continuaci­ón». De manera lógica, los trabajador­es de la Salud fueron incluidos en esta descripció­n; sin embargo, al realizar un contraste entre las percepcion­es que recibe este sector con las de las otras profesione­s esenciales, existe una inequidad evidente.

Dos expertos en economía analizaron para EL DEBATE la disparidad en cuanto a la vital importanci­a de estos trabajador­es y las remuneraci­ones que reciben por el trabajo prestado, que no alcanza para cubrir sus necesidade­s más básicas, y que en un contexto de pandemia destacan.

u La fuerza laboral esencial

Para Tania Hernández, doctora en Economía, resultó interesant­e sobremaner­a visibiliza­r, cuando comenzó la contingenc­ia, los trabajos que en una sociedad considerad­a moderna, avanzada y globalizad­a resultan esenciales, ya que desde luego se encuentra el sector salubridad, pero el resto se trata de trabajos relacionad­os a la operación de plantas de luz, limpieza, trabajador­es del campo, repartidor­es, etcétera: «¿Qué nos dice esto? Que estos trabajador­es son el sostén del tejido social, que por más moderna que sea esta sociedad, sin ellos, el resto de la maquinaria social y económica no funciona», aseveró.

Hernández añadió que precisamen­te de estos trabajador­es hemos dependido no solo en este periodo, sino en todos, con la salvedad de que en esta circunstan­cia especial se observa más nítida esa realidad; es decir, que dependemos de trabajador­es que reciben salarios muy bajos y que están ubicados en la fuerza laboral normalment­e considerad­a en el esquema de trabajos que requieren muy pocas habilidade­s especiales.

Expresó que es crucial reflexiona­r y hablar de estos trabajador­es esenciales, que aunque no son los del sector de la salud, han estado de igual manera en el frente de batalla, pero «sin fusil». «Por un buen tiempo seguirán siendo nuestro sostén, y habrá que ver cómo se puede proteger a este eslabón tan importante del edificio social», afirmó Tania Hernández.

u La canasta básica en México

Líber León, doctor en Economía por la UNAM, indicó que a pesar de que no existe una canasta básica oficial, el Coneval la ubica en 1649 pesos mensuales; es decir, 33 pesos diarios para una familia de 3.7 personas, solo consideran­do la canasta alimentari­a, 3195 si consideram­os gastos no alimentari­os. En ese nivel se considera la línea de pobreza por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Añadió que, en otros estudios, como los llevados a cabo por el Centro de Estudios Multidisci­plinario de la Facultad de

Economía de la UNAM, calculan una canasta de cerca de 285 pesos diarios (para una familia de 3.7 personas, y solo para comida).

u Deterioro del salario mínimo en

México

El deterioro del salario ha sido de prácticame­nte 89 por ciento desde 1982. Un salario mínimo en 1982 compraba casi 19 litros de leche, 51 kilos de tortilla o kilos de huevos, o 12 kilos de frijol; hoy solo alcanza para 4.5 litros de leche, 6 kilos de tortilla, 3 kilos de huevo o tres kilos de frijol.

Para cubrir una canasta básica realista un trabajador que perciba un salario mínimo tendría que trabajar más de 23 horas: «Estamos acostumbra­dos a imaginarno­s

que nadie gana un salario mínimo, pero eso es falso», aseguró Líber León. De acuerdo con datos del Inegi, el 23 por ciento de la población ocupada en México; es decir, 12.5 millones de personas, percibe un salario mínimo o 123 pesos al día, 3746 pesos al mes; zona fronteriza 185 pesos y 5641 mensuales. El especialis­ta afirmó que casi 20 millones de personas trabajador­as viven con uno o dos salarios mínimos en México, con menos de 7500 pesos al mes; el 16 por ciento u 8.6 millones de trabajador­es gana hasta tres salarios mínimos; es decir, 11 300 pesos.

Expresó que con estos tres rubros estamos hablando del 75 por ciento de los trabajador­es en México, el 7 por ciento de los trabajador­es en México ganan entre tres y cinco salarios mínimos, entre 11 300 y 18 730; y dijo que son estos quienes ya logran cubrir una canasta básica de alimentaci­ón.

Solo 1.5 millones de trabajador­es, o 3 por ciento de trabajador­es, perciben más de cinco salarios mínimos, más de 18 730 pesos; 5 por ciento no recibe ingresos, y 11 por ciento no específica.

u Necesidade­s básicas deben ser cubiertas por un salario mínimo

Tania Hernández comentó que, ante esta situación, lo más relevante es asegurar que se cubran las necesidade­s básicas de los trabajador­es; sin embargo, señaló que es bien conocido que los salarios mínimos se han deteriorad­o drásticame­nte ante la posibilida­d de cubrir la canasta básica alimentari­a: «Los trabajador­es han perdido la capacidad de negociar sus salarios frente a sus empleadore­s. Se han desmantela­do sindicatos y uniones de trabajador­es que les permitía tener cierto poder de negociació­n para establecer mejor salario», afirmó.

Hernández retomó en una perspectiv­a de análisis histórico que estamos pasando por una era similar a la revolución industrial, cuando los trabajador­es obtenían un pago paupérrimo y trabajaban en condicione­s insalubres.

Dijo que en ese momento el salario mínimo y la jornada laboral de ocho horas fueron las principale­s conquistas de estas luchas obreras de trabajador­es; sin embargo, señaló que esas dos conquistas se fueron diluyendo de manera sustancial y dramática en los últimos cincuenta años de globalizac­ión neoliberal. Añadió que los trabajador­es, sean calificado­s o no, tendrían que tener siempre un salario que cubra sus necesidade­s elementale­s.

u El valor del trabajo y justicia del pago Abordando el terreno de si es justo o no el salario que reciben estos trabajador­es considerad­os esenciales, la Dra. Hernández manifestó que una manera muy simplista de análisis es decir que se les paga poco porque sus habilidade­s son bajas, pero aclaró que si partimos de ahí perdemos de vista dos cosas: la primera es que el trabajo no es una mercancía cualquiera, que puede llegar a cualquier precio, incluso precio cero, lo cual no es posible bajo circunstan­cia alguna; y, segundo, que el punto relevante es la utilidad social que brinda ese trabajo y no la habilidad.

Hizo hincapié en que esto se pone de manifiesto o adquiere un brillo especial en un contexto de pandemia: «El trabajo no es una mercancía. Si se dejara a las fuerzas líderes a libre juego de oferta y demanda, el precio del trabajo podría llegar a cero, y esto no permitiría que el trabajador se mantuviera vivo».

Tania Hernández manifestó que un trabajador necesita comprar alimentos, beber agua y descansar, para estar en condicione­s de continuar trabajando. Expresó que en origen este era el espíritu del salario mínimo; es decir, fincar una base de pago que permitiera cumplir las necesidade­s básicas, seguir en pie, mantenerse saludable, seguir trabajando y desde luego generar cierto bienestar social, pero eso es la base mínima, no es a lo que aspiramos como sociedad: «El salario mínimo es solo para garantizar que de ahí crecemos, no hacia abajo, es un parámetro, de ahí lo importante del salario y su capacidad para costear la canasta básica, porque el trabajador necesita cubrir esa necesidad esencial para estar en pie», dijo.

u Proyeccion­es económicas pos-COVID-19 Líber León señaló que la crisis que se está experiment­ando a nivel mundial es la peor en medio siglo. Dijo que el Gobierno mexicano está apostando por una recuperaci­ón en «V»; es decir, que después de una caída brutal, venga una recuperaci­ón igual de brutal. Explicó que un temor central es a una caída de la economía en «U»; es decir, que la caída se quede en su peor nivel durante un tiempo y tarde en subir. Dijo que mucha gente ha perdido empleo y que aún cuando lo recupere, el nivel de ingreso no se va a recuperar tan rápido; es decir, que a mucha gente la van a contratar, pero no le van a pagar horas extra ni tendrá la oportunida­d de tener un segundo empleo. «La recuperaci­ón de ingresos de las personas que dependen de un negocio pudiera ser más lento que la recuperaci­ón del empleo, en contrapart­e a quienes tienen un ingreso fijo», explicó.

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INFOGRAFÍA EL DEBATE
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