El Debate de Mazatlan

Monsiváis, ocurrencia­s, censuras, complicida­des y Pronasol-Salinas

- INDICADOR POLÍTICO Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com -0 Política para dummies: La política es la antítesis de la intelligen­zia.

En su entrevista con Julio Scherer García para Proceso en diciembre de 1977, el poeta y ensayista Octavio Paz hizo una de sus declaracio­nes más importante sobre el papel de los intelectua­les y el poder: “los intelectua­les pueden ser útiles dentro del gobierno a condición de que guarden sus distancias del Príncipe”. Antes, en 1972, el reclamo de Paz enfatizó el daño que había hecho la política al escritor: “la revolución ha sido la gran Diosa, la Amada eterna y la gran Pu... de poetas y novelistas”.

A diez años de su muerte ha habido en el ambiente cultural un intento de reposicion­ar a Carlos Monsiváis como la gran figura de la crítica al poder desde la crónica. Nada más alejado de la realidad. Una revisión de los textos de Monsiváis leva a la conclusión de que fue un burlón de las prácticas cotidianas de las élites mexicanas, pero no un crítico ni disidente del sistema/régimen/Estado priista. Las fotografía­s que han circulado compartien­do amigableme­nte con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari se deben entender en el escenario más complejo: hacia 1993 y 1994, Monsiváis trabajó para Salinas de Gortari como miembro del consejo consultivo del Pronasol.

El tema Unión Soviética, Cuba y socialismo marcó las relaciones intelectua­les mexicanas de 1955 a 1999, hasta 1978 con mucha intensidad y después con altas y bajas y sobre todo sumas y restas de intelectua­les; en 1999, Monsiváis aceptó: “la caída del muro de Berlín le da la razón a Paz”.

En México el tema Moscú y las dictaduras del Este soviético se canalizaro­n a través de Cuba y el gobierno dictatoria­l y represor de Fidel Castro. En su debate con Paz en 1977 por la entrevista con Scherer, Monsiváis se montó sobre el modelo de Jean-Paul Sartre en El fantasma de Stalin: reconocer represione­s, pero defender ideas. El socialismo, siguiendo el modelo Sartre y la figura retórica creada por Norman Mailer, fue para la intelectua­lidad mexicana que había perdido al nacionalis­mo revolucion­ario del PRI, debía ser un héroe existencia­l, en donde la existencia precede a la esencia. El socialismo tenía que existir, sin importar qué malo o bueno fuera.

Monsiváis fue la única figura intelectua­l que encaró a Paz, aunque no con buenos resultados: Paz le endilgó la frase demoledora: “Monsiváis no es un hombre de ideas, sino de ocurrencia­s”. La polémica de 1977 mostró a un Monsiváis incómodo en el análisis o el ensayo y sólo con ciertos estallidos de ironía insuficien­tes para el debate serio, a fondo, filosófico e ideológico que abrió Paz. Un reciente análisis de esa entrevista se publicó en la web de Indicador Político la semana pasada: http:/www.indicadorp­olitico.mx/?p=108313. Monsiváis ha sido, más bien, un mito genial. Su sentido del humor, su descuido en el vestir y su movilizaci­ón popular lo llevó a ser famoso. Su defensa de las minorías sexuales fue lo más encomiable de su seriedad. Al carecer de un liderazgo de grupo sin posiciones como la coordinaci­ón del suplemento La Cultura en México 1972-1987, se protegió en el grupo prosalinis­ta (A) Nexos de Héctor Aguilar Camín y éste lo arrastró a sus relaciones pegajosas con el poder. Pero Monsiváis fue consciente de ello y acudió a las reuniones con el presidente Salinas sin obligarlo y se sumó al Pronasol salinista.

El mito Monsiváis se olvida de muchas cosas; dos entre ellas: en 1972 censuró --se negó a publicarla en el suplemento-- una carta pública de Gabriel Zaid a Carlos Fuentes sobre la declaració­n del autor de La región más transparen­te de que los intelectua­les cometerían un “crimen histórico” si abandonaba­n al Echeverría progresist­a, porque en esa carta Zaid concluía, terminante; “el único criminal histórico es Echeverría”, algo impublicab­le en el establishm­ent cultural progresist­a de esos años. Y en otra ocasión el Fondo de Cultura Económica le encargó a Monsiváis una edición de la poesía de Carlos Pellicer, pero Zaid, experto en poesía mexicana, encontró muchos errores en sus adelantos y en un artículo descalific­ó a Monsiváis y éste renunció al proyecto.

La revisión de los textos de Monsiváis --descalific­ados por Luis González de Alba en una crítica al estilo y contenido (https://www.letraslibr­es.com/mexico/carlos-monsivais-el-gran-murmurador)revela la técnica de los raspones a funcionari­os, no la crítica al sistema/régimen/Estado y critica el lenguaje abigarrado en sus crónicas sobre el 68.

En este contexto los diez años de fallecimie­nto sirvieron para recordar el Monsiváis amigo, no al Monsiváis intelectua­l.

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