Bienvenido a la política
En el desarrollo de la carrera política de los jóvenes, existen situaciones y momentos que nos definen sobre quiénes seremos a futuro.
La furia con que la realidad nos irrumpe y nos hace cambiar nuestros principios llega para ponernos a prueba. Cada momento cuenta, sobre todo cuando con violencia nos desilusionan, aleccionan, o quitan algo que sentíamos como propio. Es ahí donde creamos al político en el cual nos convertiremos, ergo es importante que, más que dejarse llevar por el viento de las circunstancias, hacer la faena para dejar pasar los constantes conflictos que el poder nos pone en el camino. Romper los paradigmas hereditarios por los viejos políticos y proponer siempre una nueva reforma a la función y vida pública. Emanciparnos de todo conocimiento y de las tradiciones tampoco es la respuesta, pero sí siempre tener claro que todo es perfectible, sobre todo en un campo imperfecto como la política.
Esa disyuntiva a la que como jóvenes políticos siempre nos enfrentamos, entre continuar con lo establecido o atreverse a cambiar las reglas, también define la clase de político que seremos. El emprendimiento en la política es una asignatura que debemos llevar como premisa en nuestras tareas del día a día. El ser protagonistas, brillar por luz propia, marcar tendencia, nos ayuda también a liberarnos de los prejuicios de los que somos sujetos.
Sujetos sujetados, como diría Foucault. Sujetados a una estructura hegemónica, a una norma, a una única manera de hacer las casas. Porque si algo no podemos negar, es que la política tiene de repente estos mecanismos de control invisibles que instauran una conducta.
Una conducta, en lugar de una doctrina. Tal vez aquí se encuentre también un problema que puede ayudar a que, como jóvenes, seamos políticos más libres y menos presionados al ocaso de nuestras carreras por cometer un error. Entonces, desde antes habrá que saber qué queremos y para dónde vamos, considerar las circunstancias, crear las propias, preparar el hígado para las frustraciones y el corazón para las más grandes satisfacciones cuando nos digan “bienvenido a la política”.