¿Disculpas o salvación?
El ciudadano presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador solicitó al rey Felipe VI de España y al papa Francisco, que pidan perdón a los pueblos originarios de México por los abusos cometidos durante la Conquista del país, hace 500 años.
"Envié una carta al rey de España y otra carta al Papa para que se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos", dijo el presidente. "Hubo matanzas, imposiciones. La llamada Conquista se hizo con la espada y con la cruz". En 2021, se cumplirán 500 años de la caída de Tenochtitlán.
No es mi objetivo en estas breves líneas, analizar los alcances de la civilización mexica, ni olvidar a la pléyade de matemáticos, de astrónomos, poetas y arquitectos dueños de sorpendentes conocimientos, sin embargo, es mi obligación subrayar que hablamos de una sociedad monstruosa, como muy pocas en la historia de la humanidad. Ahí están, a modo de ejemplo, la torre de cráneos encontrados en las excavaciones arqueológicas que se practican a un lado de la catedral metropolitana. Se trata de: "Un osario de cabezas de hombres presos en guerra y sacrificados a cuchillo. con el agravante de que no son sólo eran guerreros sacrificados, como dijeron los aztecas, sino también mujeres y niños", lo anterior sin excluir a ancianos, hombres y mujeres, nobles y hombres comunes.
Al exigir una disculpa AMLO defiende la supervivencia de una cultura como la mexica que celebraba 18 fiestas anuales con sacrificios humanos, en donde perecían desollados y decapitados decenas de miles de personas, se inmolaban criaturas, varones y mujeres de entre 3 y 8 años de edad, en honor de Tláloc y lo peor, se comían en banquetes el cuerpo de las víctimas. Se sabía que la occisión podía consistir en el degüello con cuchillos de obsidiana, o mediante la extracción del corazón, el ahorcamiento por asfixia o la muerte por inanición. En palabras de Bernal Díaz del Castillo, "son idólatras y se sacrifican y matan en sacrificios muchos hombres, é niños y mugeres, y comen carne humana." Más claro aún: troceaban sus cadáveres y cocinaban las diferentes partes con verdura antes de comérselas, sobre la base de que quien ingiriera aquella carne después de llevar a cabo sus oraciones se vería imbuido de un poder celestial. No solo era habitual el canibalismo, sino que encerraban en jaulas de madera a aquellos que iban a ser sacrificados y se les cebaba "hasta que estuviesen gordos para sacrificar y comer".
A mayor abundamiento, ahí está el tzompantli de Tenochtitlan, "una estructura hecha de madera, similar a un andamio, en cuyos travesaños se colocaban, de forma horizontal o vertical, los cráneos de los sacrificados; se les hacía una perforación en ambos lados o en la base y la parte alta para que por el agujero resultante pasara la trabe." Las cabezas de los sacrificados eran las semillas que darían fruto y alimentarían a los hombres. En algún descargo a favor de los mexicas, valdría la pena agregar que "entre los españoles y otros pueblos europeos, a los condenados al potro se les quebraban en forma sistemática los huesos, se ejecutaba a otros reos por el método de descuartizamiento y se enviaba a la hoguera a las mujeres acusadas de brujería." En mis novelas he sostenido que si deseamos entender nuestra idiosincracia, resulta imposible olvidar que salimos de la piedra de los sacrificios para caer en la pira de la Inquisición y en sus pavorosas torturas. A saber cuál era peor.
AMLO exige disculpas por las atrocidades cometidas, sin duda alguna, por los españoles y por el clero católico, pero gracias a su brutal arribo (ninguna conquista es piadosa) se extinguió el salvajismo mexica y evolucionamos hacia una cultura europea con todas sus salvedades. ¿El presidente defenderá lo ocurrido en el México precolombino? ¿AMLO ha rescatado de la miseria a los indígenas o ha impedido elevarlos al mínimo nivel exigido por la más elemental dignidad humana, desde que con el pretexto de la austeridad también los ha privado de recursos elementales para alcanzar el bienestar? ¡Cuánta contradicción populista!