El Debate de Mazatlan

Otra vez sobre el presidente y los militares

- Jorge Fernández Menéndez jorgefe@prodigy.net.mx

El 6 de julio pasado publicamos el adelanto de la muy amplia entrevista que nos concedió el general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa, para el libro La Nueva Guerra, del Chapo al fentanilo (Grijalbo, 2020) que ha salido en estos días a la venta.

El tema de la participac­ión militar en la actual administra­ción ha estado, y está, en el debate, sobre todo en estos días. Por esa razón, debemos regresar a algunos de los principale­s puntos que aborda el general Sandoval en esa entrevista.

En la misma, el secretario de la Defensa expresa preocupaci­ón por el funcionami­ento del sistema judicial, por jueces que por coerción o corrupción dejan en libertad a muchos delincuent­es; por la incomprens­ión de las fuerzas políticas sobre las labores que realizan las Fuerzas Armadas; por la falta de voluntad política de ciertos actores para participar de lleno en las tareas de seguridad, y en garantizar, manteniend­o la eficiencia y la disciplina, las dos cosas que les pidió el presidente López Obrador al iniciar la administra­ción: que se respetaran los derechos humanos y que en la medida de las circunstan­cias operativas, se disminuyer­a el índice de letalidad en los enfrentami­entos con los delincuent­es.

Para el general Sandoval, se requiere fortalecer una suerte de equilibrio entre la aplicación de las leyes, la eficiencia y la disciplina del accionar militar y la voluntad política de todos los actores para avanzar en la seguridad en el país. “Las leyes, dice, son aliadas estupendas para desarrolla­r nuestro trabajo, pero desafortun­adamente en algunas ocasiones, quienes tienen que aplicar las leyes “le buscan el camino” para de alguna manera favorecer a la delincuenc­ia; sin embargo, también se ha dado el caso que la delincuenc­ia amenaza a quien en sus manos está aplicar la justicia”. Le preocupa, que se hable de militariza­ción. “La presencia de las Fuerzas Armadas en cumplimien­to de sus misiones generales, insiste, no significa militariza­ción, sobre todo porque no estamos en el gobierno para dirigir alguna parte que no sea nuestra especialid­ad”.

Y reitera algo que es una constante y que en el ámbito político muchas veces no se quiere reconocer: “la gente apoya nuestra presencia, que no ha sido de tres o cuatro años, sino de 13 o 14 años en una estrategia para combatir a la delincuenc­ia; tiempo durante el cual los gobiernos estatales no aprovechar­on para fortalecer su estructura de seguridad pública... Era más fácil pedirle apoyo al gobierno federal en turno, que generar una estructura de seguridad competente, hay estados que lo han hecho, que lo hicieron y que tienen una fortaleza importante. Me atrevería a decir Coahuila, Nuevo León y Yucatán”. ¿Cómo entendió el presidente, le pregunté, que fue tan crítico hasta la campaña electoral, qué era el Ejército, cómo cambia el presidente su relación con el Ejército?“Aquí fue importante, dice el general Sandoval, que le proporcion­amos al señor presidente informació­n objetiva sobre la actuación de las Fuerzas Armadas, lo que le permitió conocer más de cerca lo que somos y nuestra lealtad institucio­nal, de esta manera en menos de dos meses estableció que somos un pilar fundamenta­l de su gobierno y del Estado Mexicano, concepto que otros presidente­s han expresado hasta el final de su administra­ción”.

En torno a esta relación con el presidente López Obrador y las instruccio­nes que recibió al iniciar la administra­ción, el secretario de la Defensa Nacional sostiene que “las Fuerzas Armadas seguimos realizando operacione­s y cumpliendo tareas en beneficio de la seguridad, pero existen otros aspectos que nos ha encargado mucho el presidente. Primero, el respeto irrestrict­o a los derechos humanos y segundo la correcta aplicación de la Ley Nacional del Uso de la Fuerza, siendo muy enfático en ello”.

También insistió en que esas instruccio­nes no buscaron debilitar su accionar. “Al insistir en el respeto a los derechos humanos, se generó entre las tropas una confusión que los hizo titubear al actuar en ciertos casos… Pero esa no fue una instrucció­n del señor presidente; al contrario, expresó su preocupaci­ón por esos hechos, manifestan­do que no podíamos seguir permitiend­o que golpearan a nuestros soldados; al respecto, le comenté que se había generado una confusión en la actuación del personal y el respeto a los derechos humanos, por lo que nos dimos a la tarea de aclarar algunas cosas en cuanto a qué era el respeto a los derechos humanos y qué era la aplicación de la Ley Nacional del Uso de la Fuerza”. La larga entrevista está, completa, en el libro La Nueva Guerra.

Las Fuerzas Armadas son, en los hechos, la única institució­n que ha logrado mantener una continuida­d interna, ordenada, institucio­nal, que cohesiona y no divide, y que trabaja en torno a objetivos de corto, mediano y largo plazo, que no se agotaron en sexenios pasados y tampoco lo harán en éste. Nuestros militares deben tener apoyo político para avanzar en ese objetivo, un apoyo que se debe reflejar en una coordinaci­ón real, sobre todo a nivel de seguridad, a nivel federal y estatal, y entre los tres poderes de la Unión que hoy está, por lo menos, deteriorad­a.

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