A UN AÑO, CULIACÁN NO OLVIDA EL INFIERNO DEL `JUEVES NEGRO'
Especialistas de las Universidades de Loyola, Chicago, y de San Diego, California, analizan para EL DEBATE cuál fue la lectura del operativo fallido desde los Estados Unidos «La primera lectura al exterior fue preocupación por un Estado mexicano rebasado
Hoy se cumple un año de los sucesos violentos que mantuvieron en vilo a la capital sinaloense y a más de un millón de personas secuestradas por la violencia en un enfrentamiento entre grupos criminales y organizaciones de seguridad, que dejó secuelas en la psique colectiva. La Fiscalía del Estado reportó 13 personas fallecidas por las balaceras, 4 heridos, y más de 50 denuncias por robo de vehículos. En una mesa de análisis con expertos en historia de México y América Latina [puede consultarla en https://bit.ly/37dvixC], los investigadores Gema Kloppe-Santamaría y Everard Meade compartieron diversas reflexiones sobre los hechos vistos desde los Estados Unidos, donde ambos residen.
Una reflexión en seguridad
Kloppe-Santamaría expresó que es un evento que sin duda marca un parteaguas, que si bien no es el único, lo que significó, la manera en la que se comunicó, el carácter espectacular de la violencia que se vivió ese día, lo que impactó a las personas, convierten este hecho en algo de gran importancia, y afirmó que es válido reflexionar sobre cuáles son las lecciones que esto nos dejó. La profesora explicó que la lectura desde afuera fue de una gran preocupación al ver a un Estado, un operativo, una autoridad que había fallado en su esfuerzo de capturar a un supuesto delincuente en donde hubo una falta de cálculo, capacidad operativa e institucional para lograrlo, señaló. En opinión de Kloppe-Santamaría, se percibió un sentido de que el Estado mexicano está rebasado y no puede hacerle frente a estos grupos delictivos. Dijo que se visibilizó una falta de coordinación y capacidad en términos de recursos, de armas, de entrenamiento y una clara falla por parte del Estado mexicano. Gemma Kloppe-Santamaría catalogó al «culiacanazo» como un episodio vergonzoso para el andamiaje de seguridad del Estado y mencionó que después comienza a girar la reflexión en torno a la falta de memoria institucional en términos de los límites y los claros fracasos y desventajas de utilizar este tipo de operativos. A decir de la investigadora, esto refleja la falta de visión y de aprendizaje en torno a lo que se debe hacer y por qué este tipo de medidas son costosas y no contribuyen a mejorar la seguridad de los ciudadanos de pie ni menos a debilitar las estructuras criminales.
El prejuicio existente
Everard Meade manifestó que en términos de imagen internacional de Sinaloa fue un evento tremendo; sin embargo, aclaró que fue la confirmación de un prejuicio ya existente, puesto que la imagen al exterior, en los Estados Unidos, es que México es un narco-Estado, y Sinaloa es la cuna de todo eso.
Este es un tema de especial relevancia para el investigador, ya que en colaboración con universidades y grupos de la sociedad civil lleva ya cinco años luchando desde la academia y el activismo por formar líderes en construcción de paz en la sociedad sinaloense y contribuir a cambiar esta percepción en su país de origen. En opinión de Everard Meade, esta idea que tienen los estadounidenses es un mito, es algo que borra muchas historias y otras
cosas. Hizo hincapié en que lo más preocupante son las historias de fondo, el subtexto de esto, son lecciones que no hemos aprendido. Hay muchas violencias, no una sola, pero se ha cambiado la lógica.
Mencionó que desde hace un año en Culiacán se trató de una batalla sobre un pueblo: «¿Quién controla a la población? Fue secuestrar a toda una ciudad. Vamos a probar que podemos hacer esto».
Explicó que si el fondo hubiese sido una cuestión de negocios o un poder muy material, no hubiera pasado, pero la idea del crimen organizado fue probar que pueden hacer eso con el espectáculo, el mito, la amenaza.
Se refirió a que esta estrategia cambia la lógica fundamental de la violencia del narco, fue un espectáculo para aterrorizar y demostrar el poder sobre el pueblo.
Historia de una ciudad resiliente
Ante la violencia existió la respuesta cívica, que es lo que le da esperanza, aseguró Meade. Comentó que la otra parte de este suceso fue la historia de un pueblo que dio una respuesta cívica y política, donde días después se hizo una marcha por la paz, negocios privados que abrieron sus puertas para ser albergues instantáneos, una red de información informal para ayudar a los conciudadanos. Dijo que también es la historia de una Policía Municipal que aunque no goza de mucha credibilidad, arriesgó su vida para proteger a muchos ciudadanos, y lo grave es que estas historias se han perdido a nivel internacional, pero en Culiacán se sabe, y esto indica el crecimiento de la resiliencia social: «Si esto hubiera pasado en 2014, habría sido una marca mucho más negra que habría militarizado a toda la ciudad».
Falta de transparencia y opacidad
Gema ≋loppe señaló que el hecho de que a un año no sepamos a ciencia cierta lo que ocurrió habla de una falla que hemos visto desde Gobiernos anteriores, y que se sostiene con opacidad en términos de las tomas de decisiones y las políticas de seguridad. Dijo que esto habla de la falta de transparencia que atraviesa a todos los colores políticos. No es gratuito que existan grandes niveles de desconfianza en seguridad: «El Gobierno no hace una buena labor de comunicación y de transparencia en los procesos que informan su toma de decisión», aseveró la investigadora.