El Debate de Mazatlan

¡La caída de Cienfuegos es fiesta para el narco!

- Ricardo Alemán

¿En qué país y en qué Gobierno el presidente ordena dejar en libertad a uno de los mayores criminales, como Ovidio Guzmán, y al mismo tiempo ordena entregar preso –al Gobierno de Estados Unidos–, a uno de los generales que más combatió al narcotráfi­co?

¿Es una grave contradicc­ión o, por el contrario, asistimos al mejor ejemplo de una “alta traición” por parte del presidente mexicano?

¿Será que al entregar a la DEA a un general de cuatro estrellas, que además fue titular de la Sedena, el presidente está “entregando la plaza” al crimen organizado?

Y obligan las interrogan­tes porque con la detención del general Salvador Cienfuegos y con el descrédito arrojado en el rostro de las fuerzas castrenses mexicanas, el resultado es una fiesta para los grupos criminales a los que, por décadas, combatiero­n militares y marinos.

Esas, entre muchas otras, son las preguntas que se hacen militares y marinos de alto rango –consultado­s por Itinerario Político–, para quienes no existe la menor duda que detrás de la detención del general en retiro, Salvador Cienfuegos, está la mano del presidente mexicano.

Es decir –según explicaron–, que el mismo presidente Obrador habría entregado al exsecretar­io de la Defensa Nacional, lo que consideran como una de las mayores traiciones a México, a la investidur­a presidenci­al y, sobre todo, a las fuerzas castrenses. Por eso –según dijeron los militares consultado­s–, no existió ningún reclamo y menos una exigencia por parte del Estado mexicano, del presidente mismo, para defender a uno de los militares que era reconocido, entre mandos y la tropa, como el más exigente en la lucha contra el crimen organizado. Lo ridículo del tema –y la verdadera tragedia–, es que en el actual Gobierno federal, es el propio presidente quien ordena liberar a poderosos narcotrafi­cantes –como Ovidio Guzmán–, y también por orden del presidente se entrega “a la justicia norteameri­cana” a uno de los generales que más combatió a los criminales y a los narcotrafi­cantes.

Por eso obliga seguir preguntand­o: ¿Para qué bando trabaja el presidente Obrador: para combatir al crimen o para dejar el camino libre y la plaza a criminales y narcotrafi­cantes?

Pero tampoco ahí termina la historia.

Vale recordar que Obrador anunció una purga de todos aquellos militares –de alto rango–, que según sus “otros datos” mantienen vínculos con el general Cienfuegos, hoy convertido en “perro del mal”, a pesar de que más tarde pretendió retractars­e.

Lo cierto es que, en los hechos, asistimos a la persecució­n y descrédito de toda una generación de militares que son aquellos que más combatiero­n al crimen en las últimas décadas. ¿Y qué significa esa persecució­n? ¿Cuál será su impacto en la lucha contra el crimen y contra los barones de la droga? Primero, vale decir que, en efecto, se trata del mundo al revés; de los patos disparando contra las escopetas.

Es decir, que el jefe de las institucio­nes, el jefe de militares y marinos parece, en los hechos, el mejor aliado de criminales y narcotrafi­cantes, a quienes –también en los hechos–, limpia el camino al llevar presos a todos aquellos militares y marinos que más lucharon contra “narcos” y matarifes.

Por eso la indignació­n de muchos militares y marinos que ya no ven al presidente Obrador como “el jefe máximo” de las Fuerzas Armadas.

No, a partir de lo que llaman “la traición a las Fuerzas Armadas”, muchos de esos altos mandos militares ven al presidente López como el “enemigo máximo” de las Fuerzas Armadas.

Y, segundo, resulta que al relevar de sus cargos a los mandos formados en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfi­co, se dispararán las disputas, la lucha por los territorio­s criminales y, por consecuenc­ia, el número de muertos por hechos violentos.

Sí, y todos seremos testigos de ese “México al revés” en el que ya no existirá la guerra del Estado mexicano contra las bandas criminales; solo veremos la guerra entre las bandas criminales frente a un Estado ausente, claudicant­e y un Gobierno derrotado, atrapado por los intereses de las mafias criminales. Al tiempo.

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