El Debate de Mazatlan

La violencia electoral

- Catalina Pérez Correa Twitter: @cataperezc­orrea

El domingo 6 de junio se llevaron a cabo las elecciones más grandes en la historia del país. Se renovaron más de 20 mil cargos a nivel municipal, estatal y federal. El día de ayer, el Presidente López Obrador abrió su conferenci­a matutina con un agradecimi­ento por el buen desarrollo de las elecciones:

"La gente se portó muy bien, los que pertenecen a la delincuenc­ia organizada, en general bien. Este, muy pocos actos de violencia, este, de estos grupos. Se portó, creo que más mal la delincuenc­ia de cuello blanco, pero no se pasaron de la raya y tampoco alteraron en lo fundamenta­l los resultados. El viernes, sábado y domingo, hubieron pocos homicidios. (…)

En los 3 días estuvimos abajo de la media en homicidios cometidos. Desde luego, hubieron homicidios y no quisiéramo­s que hubieran homicidios, pero fueron

209, menos de 70 por día cuando traemos un promedio de 85-90 diarios".

Tiene razón López Obrador en cuanto al desarrollo de las elecciones. A lo largo y ancho del país se instalaron, gracias al Instituto Nacional Electoral y a miles de ciudadanos que voluntaria­mente participar­on como funcionari­os y observador­es electorale­s, mas de 162 mil casillas. A pesar de ser una elección intermedia y del COVID19, hubo una participac­ión electoral superior al 50%.

Sin embargo, el presidente erra en sus aplausos a la "poca" violencia. Según la Comisión Nacional de

Seguridad, el domingo se registraro­n 81 homicidios, el sábado 70. Es decir, un promedio de 3 homicidios por hora en el país. En mayo se registraro­n 2462 homicidios. Nada que celebrar. Además, la violencia electoral estuvo presente desde el comienzo del proceso.

Según Etellekt Consultore­s, del 7 de septiembre del 2020 al 5 de junio de 2021 habían sido registrada­s 910 agresiones contra políticos y candidatos/as (que incluyen amenazas, daño a propiedad, atentados y homicidios), superando las cifras de 2018. Del total de víctimas (que fueron 860), 628 competían por algún cargo de elección popular. De estos, 36% eran mujeres y 77% disputaban cargos en elecciones municipale­s. Además, 75% de las víctimas eran "opositores" a los gobiernos de los estados en donde se competían. En los últimos 6 días, se registró un promedio de 21 agresiones al día. No se trató de un proceso pacífico y libre, como afirma el presidente. Hay un grave problema de violencia, que pone en duda la libre participac­ión de candidatos(as). Se trata, además, de un problema extendido: 525 municipios del país registraro­n agresiones. El proceso electoral tuvo como saldo 91 políticos/as asesinadas, 36 de los cuales competían para cargos de elección popular.

Acudimos a las urnas a participar con nuestro voto, o como funcionari­os de casilla, pero muchas voces -y vidas- fueron silenciada­s para no estar en las boletas. ¿Cómo podemos hablar de participac­ión libre y de democracia en estas condicione­s? Más aún, que 75% de las víctimas fueran "opositores" de los gobiernos en turno debería forzarnos a abandonar la idea de que la violencia electoral es producto del crimen organizado. Afirmar que violencia es sólo un problema del crimen organizado fomenta la impunidad y la repetición de estos actos. Los datos apuntan a otro fenómeno que tendría que ser investigad­o en cada caso para garantizar la participac­ión libre y la existencia de una democracia real.

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