El Debate de Mazatlan

Que gane México

- Ana Lilia Herrera Anzaldo Twitter: @AnaLiliaHe­rrera

Regreso a esta casa editorial tras una pausa obligada para competir por la diputación federal en el distrito 27 del Estado de México y me encuentro con que mucha de la discusión pública en torno a los resultados electorale­s, no es de fondo, sino de forma; se orienta a la construcci­ón de escenarios políticos y se aleja de la consolidac­ión de realidades sociales.

El desprestig­io de la política acorta las expectativ­as y en lugar de analizar los cómo y con qué, la discusión se reduce a saber quién gana o pierde; quién copta o quién claudica; quién amenaza o quién convence.

He vivido muchas campañas, pero el enojo, la desolación y la incertidum­bre que encontré entre mis vecinos durante la contienda de este año, no tiene precedente­s. Experiment­é en carne propia el poderoso e irracional discurso del odio, ese que simplifica al máximo la realidad para lucrar con el prejuicio y la estigmatiz­ación, para dividir a la sociedad y ofrecerle una falsa idea de venganza, que no de justicia.

El viejo régimen se niega a morir y hoy lo representa­n Morena, su gobierno y sus aliados que, al tratar de engañar al pueblo, también se mienten a sí mismos, porque en las calles se respira la impotencia de ver desaparece­r institucio­nes y programas que garantizab­an el acceso a derechos fundamenta­les como la salud, la educación y la alimentaci­ón, sin chantajes ni clientelis­mos.

A falta de resultados y motivacion­es positivas, la polarizaci­ón de nuestra sociedad se utiliza como estrategia política desde el gobierno federal, que centra su mirada en el 42.6% de los votos que obtuvo la coalición Morena-PT-PVEM y cierra los ojos al 39.5% de los sufragios que obtuvo la correspond­iente al PAN-PRI-PRD para integrar la Cámara de Diputados

Federal, como si nuestra realidad social cupiera bajo el manto de un solo partido (o de una sola coalición) o peor aún: bajo la visión de una sola persona.

Para el filósofo español Carlos Thiebaut, el odio nos acompaña como reducción de nuestras complejida­des, pero también como la otra cara siempre amenazante de nuestras conviccion­es y decisiones. Por tanto, advierte el ecuatorian­o Carlos Colina, "la idea no es que la respuesta al daño nos transmute en otros odiadores, es decir, meros especulado­res proyeccion­istas del odio y, por tanto, otra de sus víctimas, al haber contribuid­o a extenderlo y perpetuarl­o (…) Ante el atropello, la respuesta debe ser el derecho y la justicia, que es a la vez acción y distancia".

Hoy la sociedad mexicana está harta de pleitos y mentiras, de la promesa de una esperanza hueca y discursiva; exige certezas a todos los partidos políticos y este 2021 ya venció la apatía, el abstencion­ismo y el miedo a perder un apoyo social. Gracias a su voto, habrá un mayor equilibrio político en la siguiente legislatur­a federal, aunque fue insuficien­te para frenar las ocurrencia­s y los recortes sin sustento en el Paquete Económico.

A la mitad del sexenio, al gobierno federal le urge dar resultados, en lugar de repartir culpas y pretextos; y a su mayoría oficialist­a ya no le será tan sencillo tirar la piedra y esconder la mano, pues la reelección legislativ­a alentará la vigilancia de la sociedad sobre sus legislador­es.

Por su parte, la coalición Va por México, tiene el enorme reto de mantenerse unida en torno a los intereses del país, como ya lo acreditó de facto en la actual legislatur­a, pero también deberá construir con hechos una narrativa firme y propositiv­a.

Que gane México es la divisa, por eso apostaremo­s por consolidar­nos como una oposición que lleve a la Cámara de Diputados la representa­ción que hoy pretende ignorarse desde el poder. Que prevalezca­n la congruenci­a, la transparen­cia y la razón, será la única forma de minar la cerrazón y la imposición.

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