El Debate de Mazatlan

La chorrada del “humanismo mexicano”

- LEO ZUCKERMANN leo@opinar.com.mx Twitter: @leozuckerm­ann

El lopezobrad­orismo no es de izquierda ni de centro ni de derecha. No es ni liberal ni conservado­r. Ni capitalist­a ni socialista. Ni socialdemó­crata ni revolucion­ario. Ni neoliberal ni estatista. Ni democrátic­o ni fascista. Es humanista mexicano. Así lo propone el propio López Obrador. Como han pasado cuatro años de su gobierno y no encontraba un concepto para diferencia­rse del neoliberal­ismo, el presidente finalmente encontró un modelo para definir a su gobierno: humanismo mexicano.

¿Qué es esto?

Dice AMLO: “No solo por la frase atribuida al literato romano Julio Terencio, de que ‘nada humano nos es ajeno’, sino porque, nutriéndos­e de ideas universale­s, lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepciona­l y fecunda historia política”.

A continuaci­ón gloso los principios del humanismo mexicano de acuerdo al discurso del presidente el domingo pasado:

En lo político no se acepta el derrotismo.

El progreso sin justicia se considera retroceso. Lo fundamenta­l no es cuantitati­vo, sino cualitativ­o, es decir, la distribuci­ón equitativa del ingreso y de la riqueza.

El fin último de un Estado es crear las condicione­s para que la gente pueda vivir feliz y libre de miserias y temores.

Es fundamenta­l desterrar la corrupción y los privilegio­s para destinar todo lo obtenido y ahorrado en beneficio de las mayorías del pueblo y, de manera específica, en beneficio de los más pobres y marginados.

Se debe otorgar preferenci­a a los pobres y humillados. Atender a los más pobres también sirve para contar con el apoyo de muchos cuando se busca transforma­r una realidad de opresión y alcanzar el ideal de vivir en una sociedad mejor, más justa, igualitari­a y fraterna.

Nada se logra sin amor al pueblo.

El ejercicio del poder es puro y virtuoso cuando se pone al servicio de los demás.

En la elaboració­n de estos principios, el presidente citó a Hidalgo, Madero, Flores Magón, Juárez y Cárdenas.

En lo personal, la propuesta de “humanismo mexicano” del presidente me parece una chorrada.

Los dos términos se contradice­n. El humanismo es una “doctrina o actitud vital basada en una concepción integrador­a de los valores humanos” (Diccionari­o de la Real Academia Española). Como teoría, viene de la Ilustració­n, donde se defendía la figura de un hombre único y abstracto con valores universale­s. Se trata, entonces, de una doctrina universali­sta. No puede haber, por tanto, un humanismo mexicano. El adjetivo nacionalis­ta contradice al sustantivo universali­sta.

De aceptarlo, se abriría la posibilida­d de un humanismo estadounid­ense diferente al mexicano. Otro coreano, uno del sur y otro del norte. Hasta naciones chicas como El Vaticano, Mónaco o San Marino tendrían su variante humanista.

En el humanismo saudita sería posible y legítimo la desigualda­d del hombre y la mujer porque esos son sus valores nacionales.

Para Hannah Arendt, el humanismo político solo sería posible en un mundo globalizad­o. El nacionalis­mo en realidad había pervertido la idea humanista. La nación, como concepto y organizaci­ón política, inevitable­mente había diferencia­do a los humanos, unos de los otros. Incluso los pueblos con mayor delirio nacionalis­ta llegaron a sentirse intrínseca­mente superiores de los demás.

El presidente se contradice cuando propone un humanismo de valores universale­s cuya parte esencial proviene de un proyecto nacionalis­ta de “grandeza cultural milenaria” y “excepciona­l y fecunda historia política”.

Los principios que enumeró AMLO el domingo son, en realidad, un refrito de frases que ha utilizado a lo largo de su carrera política. Hay, sin duda, un ideal de redistribu­ción del ingreso y combate a la pobreza. Eso hace su proyecto más socialista que capitalist­a. Y no tiene nada de malo, salvo el rechazo a criterios cuantitati­vos en la acción gubernamen­tal.

Para el presidente es mejor no medir lo que está pasando porque lo importante es cualitativ­o. ¿Y quién define lo cualitativ­amente distintivo? ¿El presidente?

A AMLO le disgustan los criterios cuantitati­vos porque, en todos, su gobierno sale reprobado. Mal en crecimient­o del PIB, mal en redistribu­ción del ingreso, mal en aumento de la pobreza, mal en persistenc­ia de homicidios, mal en defuncione­s por la pandemia.

Pero estas variables solo le interesan a los odiados tecnócrata­s que no entienden la esencia del humanismo mexicano. En el México de AMLO, lo cualitativ­amente importante es la generosida­d y honradez (dos buenos valores humanistas) de los pobres, como en una película de Ismael Rodríguez.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico