De legados, rencores, panteras negras y tobillos alados
Si hemos de creer en los directores, cosa que Ernesto Diezmartínez no recomienda, la idea de enfrentar al rey T’Challa (Chadwick Boseman), soberano de la “nación más poderosa de la Tierra”: Wakanda, con Namor el Submarinero, estuvo desde las primeras juntas de producción de aquel fenómeno llamado Black Panther, por allá en el 2016-2017. Sin embargo, cuenta Ryan Coogler, director y coguionista tanto de la primera película como de la secuela, Black Panther: Wakanda por Siempre, la razón por la que decidió no incluir a uno de los personajes más longevos y complejos de los cómics de Marvel (Namor se dio a conocer en 1939, en concreto en el primer número de Marvel Comics), fue el hecho de que consideró que su inclusión acabaría eclipsando al protagonista en su propia película. Así que, Coogler y Joe Robert Cole, coguionista de la primera película, guardaron en un cajón al mutante de tobillos alados y mejor decidieron eclipsar a T’Challa con la inclusión de su primo, el Erik Stevens de Michael B. Jordan, también conocido como Killmonger. Recordemos que Black Panther ha sido uno de los grandes éxitos de Disney/Marvel. Era obvio que producir la obligada secuela no iba a ser tarea sencilla. Y, saben, no lo fue. Poco importó que su antecesora, a pesar de lo plano de su argumento (es una historia de origen, quizá no enteramente del Black Panther de Boseman, sí de su nación: Wakanda), y del hecho de que un producto manufacturado para llenar salas, vender juguetes, y ahora hasta lograr aumentar el número de suscripciones al servicio de streaming de Disney, lograra apuntalar sobre la compleja relación que han tenido los pueblos africanos con el resto del mundo, en concreto con esos que solo fueron a esclavizarlos, y que Coogler y compañía consiguieran pausar por momentos ese enorme artificio para hablar sobre el resentimiento y también sobre el derecho al olvido y el perdón, pues al menos sí se los reconozco. Sin embargo, es precisamente la idea de que un rayo puede caer dos veces en el mismo sitio y causar el mismo efecto lo que lastra esta Wakanda por Siempre. Iniciemos con el hecho de que Boseman murió durante su preproducción, y que eso significó que sobre la marcha se tuvieron que hacer los cambios necesarios para entregar este producto a tiempo. Así que aquí tenemos una larga, farragosa y reiterativa cinta que acaba repitiendo lo único que no debió repetir de la primera entrega: el hecho de que, de nuevo, el personaje que debía ser el principal, la Black Panther de la princesa Shuri (Letitia Wright) sea lo que menos nos importe y que el verdadero protagonista sea el Namor de Tenoch Huerta, otro Killmonger pero con más clase. Supongo que en el futuro tendremos una historia sobre Namor y su gente. Y no me molestaría que eso sucediera. Lo que sí me gustaría, viendo lo abotagada que resulta esta Wakanda por Siempre: que mejor lo hagan en una serie. Y de preferencia, que le digan a los que hicieron la del hombre lobo con Gael García que les echen una mano.