Sobre el aumento al SM: ¿quién les entiende, pues?
Tras el reciente acuerdo al que logró llegar el Gobierno Federal con los sectores empresarial y obrero, a efecto de fijar un aumento del 20 % al salario mínimo (SM) para el próximo año, quedó en entredicho una vez más el trillado argumento al que recurrían los anteriores gobiernos, para justificar la imposibilidad de aumentar el SM por encima de la inflación. Es verdad que en el plano internacional permanecemos aún rezagados, y ya no digamos con relación al promedio de los países miembros de la OCDE, sino incluso en comparación con algunas naciones hermanas de Latinoamérica. Y es que en México, por ejemplo, a pesar de los últimos cuatro extraordinarios aumentos al SM que se han logrado concretar (16 % en 2019; 20 % en 2020; 15% en 2021; 22 % en 2022), apenas si hemos llegado a un salario mínimo mensual que ronda en los 262 dólares, mientras que países como Uruguay anda en los 493 USD, Chile en 450 USD y Ecuador en 425 USD por citar sólo tres ejemplos.
Pero en un afán de ser objetivos en nuestras críticas y reflexiones, no podemos dejar de reconocer que ningún otro presidente de la República se había atrevido a desafiar al empresariado para defender a la clase trabajadora más desprotegida, esa que increíblemente hoy sobrevive con apenas un salario mínimo y que suman casi 19 millones de mexicanos. Por esta razón es que nadie debiera escatimar por sí mismo el aumento fijado al SM para el próximo año, el cual quedará generalizado en 207 pesos y en 312 pesos en la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN)… muy distante pues de aquellos 88 pesos diarios que se manejaban en el no muy lejano 2018.
Y es que como lo declaró el propio titular de la Conasami (Comisión Nacional de Salarios Mínimos), Luis Munguía: “en términos reales, el salario mínimo general ha recuperado gran parte de su poder adquisitivo en los últimos cinco incrementos de esta Administración, por lo que este último incremento beneficia a todos porque empuja hacia arriba los tabuladores [de salarios], pero no se incrementa en la misma proporción en los que ganan más, de hecho, entre más ganan las personas, los incrementos son más bajos. De ahí que se vislumbra la necesidad de continuar con este tipo de incrementos de manera sostenida, aunque quizá un poco más moderada”.
Todo esto viene a colación por la necesidad de no caer, insisto, en esos radicalismos de quienes ven todo bien o todo mal. Ahí están, por ejemplo, algunas de las reacciones que se han vertido sobre este tema en la última semana, donde ciertos expertos en economía y algunos políticos opositores al régimen actual, han caído en claras contradicciones, ya que mientras unos insisten en señalar que el aumento de marras vendrá a generar una distorsión en el mercado laboral, acarreando desempleo, cancelación de inversiones y reducción de otras prestaciones laborales, otros en cambio lo han demeritado diciendo que lo alcanzado es insuficiente y que se debió llegar a un porcentaje todavía mayor. De ahí mi exhorto a ser realistas y congruentes, pues si bien es verdad que con una canasta básica por las nubes, este aumento al SM no es suficiente para equilibrar la brecha entre el salario nominal (que es lo que se nos paga) y el salario real (que es lo que alcanzamos a comprar para nuestras necesidades básicas, es decir, el poder adquisitivo); este logro en verdad sí representa un enorme beneficio para los más vulnerables, esos que, como ya lo señalé líneas arriba, hacen verdaderos malabares para sortear las necesidades de sus familias. Sin embargo, también hay que ser críticos y presionar para que a la par de este anuncio, el Gobierno Federal busque mecanismos alternos para apoyar a las medianas y pequeñas empresas, ya que son el principal motor de nuestra economía y, por ende, los principales entes que resentirán este nuevo aumento al SM. Del mismo modo y dado que esta alza salarial no se verá reflejada de manera generalizada para todos los segmentos o estratos laborales, será necesario ajustar hoy más que nunca las tuercas de control o supervisión tributaria, a fin de combatir la simulación que sigue persistiendo con lo registrado ante el IMSS y lo que realmente reciben como remuneración millones de trabajadores.