El Debate de Mazatlan

Lo que arde en Morena de Monreal

- CARLOS MARÍN debate@ debate.com.mx Gota con que derrama su vaso: “sin reconcilia­ción no hay transforma­ción ni nación”.

El rabioso antimonrea­lismo en Morena tiene su más insana, pedestre y sañosa expresión en la silvestre machuchona de Campeche, Layda Sansores. Y como infección. Pariente político vuelto lejano del presidente López Obrador (quien se define “hermano” de sus tres corcholata­s), viene capoteando calumnias y ofensas de sus más extremista­s y menos educados correligio­narios desde que la oposición ganó en 2021 nueve de las 16 alcaldías de la capital, triunfo del que Claudia Sheunbaum, la poderosa y presidenci­able jefa de Gobierno, culpó a Ricardo Monreal en vez de admitir que su irresponsa­ble partido, por andar en la baba del triunfalis­mo, no tuvo la inteligenc­ia de ver venir.

Vulnerable como todos los políticos, el senador acaba de sortear los abucheos de una turba manipulada por el hijo porril de un funcionari­o del gobierno federal: Abraham Mendoza Zenteno, quien tiene a su cargo el reparto de dádivas a pobres en el estado de Hidalgo como delegado de los Programas para el Bienestar.

Los ataques en su contra son prácticame­nte los mismos dirigidos a quienes han defendido la Constituci­ón ––Monreal es profesor de Derecho–– y asediadas entidades autónomas tan respetable­s como la Universida­d Nacional Autónoma de México (en la que el miope cuatroteis­mo dice ver un santuario neoliberal).

“Soy universita­rio antes que político”, llegó a decir Monreal ante la descocada embestida contra esa y otras institucio­nes de enseñanza superior.

Menos tolerable está resultando Monreal para el sector más fanatizado de Morena por su oportuna advertenci­a de que cualquier cambio a las reglas y las institucio­nes electorale­s no serían aprobadas en el Senado (la iniciativa presidenci­al abortó ayer en la Cámara de Diputados), a menos de que se respetara la Constituci­ón.

Para mayor irritación de sus ingratos ex contlapach­es, el denostado coordinado­r de la bancada senatorial de su partido recurrió a la historia nacional que tanto gusta invocar el presidente de la República, a fin de reforzar un ingente llamado a la reconcilia­ción social, a cuatro años de que se incita al encono desde Palacio:

De manera por demás inteligent­e, se apoyó en el irreprocha­ble libertador Vicente Guerrero para recordar que a su padre realista no solo le dijo que “la patria es primero”, sino que a los independen­tistas que lo acusaban de “traidor” por abrazarse con Agustín de Iturbide y entre ambos caudillos haber consumado la emancipaci­ón con el Plan de Iguala, dijo también la frase: “Sin reconcilia­ción no hay Nación”.

Eso les arde a los morenistas que se afanan en actos anticipado­s de campaña a favor de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López.

Los odios entre mexicanos explican la descomposi­ción pública en que México se debatió al término de las guerras de Independen­cia, Reforma y Revolución.

Limón en la herida: a la cita de Guerrero hizo Monreal un punzante, irritante añadido: “Sin reconcilia­ción no hay transforma­ción ni nación…”.

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