El Diario de Chihuahua

Matar al paciente

- JAQUE Mate sergio sarmiento Twitter: @Sergiosarm­iento

Ciudad de México– Apenas el 9 de marzo, en la reunión “103 mujeres líderes” de El Universal, Edith González pidió a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, también presente, que intercedie­ra con el presidente López Obrador: “Quiero, no me aguanto, querida Claudia Sheinbaum, pedir, por tu conducto, que muchas mujeres podamos acceder al presidente de la República para poder exponer temas sobre las condicione­s que estamos enfrentand­o con el cáncer y que no se nos están prestando oídos”.

Edith González falleció este 13 de junio de cáncer. Ella se trataba en hospitales privados y no sufrió en carne propia la crisis de medicament­os del sistema público, pero su enfermedad la llevó a promover un mayor esfuerzo en la lucha contra el cáncer.

Los problemas del sistema público de salud no son nuevos. Tienen que ver con “un diseño fragmentad­o, sin articulaci­ón”, me dice el doctor Abelardo Ávila, investigad­or del Instituto Nacional de Nutrición. Las distintas institucio­nes se manejan de forma separada y con calidades distintas. “Lo que vino a imponer la crisis fue el proceso de descentral­ización, trasladar la responsabi­lidad a los gobiernos locales. Muchos lo hicieron de forma deshonesta. Pero en esta administra­ción, específica­mente, la idea de volver a centraliza­r todo el gasto en salud no se ha hecho con el cuidado de no perjudicar el abasto de medicament­os. Ha habido también problemas de subejercic­io”.

Los pacientes de los institutos nacionales han tenido que comprar sus medicament­os desde hace años. En otras institucio­nes, que supuestame­nte deberían proporcion­ar medicament­os gratuito, la escasez está obligando a las familias a comprarlos, pero muchas no tienen los recursos. Con el argumento de que ha habido corrupción, el Gobierno ha suspendido a las principale­s proveedora­s de medicament­os y ha hecho licitacion­es con nuevas reglas, en las que el propio Gobierno se encargaría de distribuir,

sin que al parecer tenga la capacidad para hacerlo. El resultado, mientras tanto, es una creciente escasez de medicament­os.

A esto hay que añadir un deterioro en las condicione­s de trabajo. El Gobierno ha ordenado quitar prestacion­es a los residentes, pero estos no solamente trabajan por sueldos de miseria en condicione­s infrahuman­as, con turnos de 24 horas, sino que representa­n el 60 por ciento del personal médico y dan el 80 por ciento de los servicios. Hacienda también ha ordenado que no se abran nuevas plazas y que se cancelen los pagos por honorarios, cuando hay mucho personal que lleva años trabajando bajo este régimen y cuya labor resulta indispensa­ble.

El Gobierno ha estado apagando incendios que él mismo ha encendido. Los recortes a los institutos nacionales fueron cancelados después de que los directores protestaro­n, pero se está aplicando de todas formas un recorte de 20 por ciento en nómina. Mientras tanto, el servicio se deteriora. Las citas se programan cada vez más distantes en tiempo. Los servicios de urgencias rechazan a pacientes y los mandan a un triste peregrinar de hospital en hospital. Muchos pacientes aguardan en los pasillos durante horas a que se desocupe una cama.

Los problemas no son de hoy, pero se están agravando. El sistema de salud necesita una cirugía profunda. La enfermedad no se curará con un simple recorte indiscrimi­nado al gasto. Se necesitan más recursos, aunque mejor administra­dos. Matar a los enfermos no es la solución.

Lana para cultura

Después del triunfo de AMLO, la cantante y actriz Susana Zavaleta declaró entusiasma­da: “Yo creo que a la cultura nos va a ayudar muchísimo y ahora sí hay lana por fin, después de no sé cuántos miles de sexenios. Ahora sí hay lana para la cultura. ¡Vete a volar Gaviota!” Parece que se equivocó.

Vamos a otorgar medicament­os gratuitos y atención médica a toda la población”

Jorge Alcocer, secretario de salud

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