El Diario de Chihuahua

Derecho a migrar

- JAQUE Mate sergio sarmiento periodista Twitter: @Sergiosarm­iento

¿Qué no se dice en la Biblia que hay que tratar bien al forastero?” Andrés Manuel López Obrador, 20.06.19

Cuernavaca, Morelos– Es muy común que hoy se diga que hay un derecho a migrar. El subsecreta­rio de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, ha escrito que “la movilidad humana es un derecho que puede ejercerse de manera regular, ordenada y segura”. El tema, sin embargo, es motivo de debate. La Declaració­n Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 13 que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”, pero no establece la obligación de otros a recibirla. El Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular de las Naciones Unidos, firmado en Marrakech, Marruecos, en diciembre de 2018, reconoce los derechos de los migrantes, pero reafirma que “los Estados tienen el derecho soberano a determinar su propia política migratoria”.

Ni siquiera la Biblia es tajante. El Éxodo señala: “Y no angustiará­s [oprimirás] al extranjero, porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjero­s fuisteis en la tierra de Egipto” (23:9). Pero también dice a los israelitas: “Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir” (23:23).

Los humanos somos migrantes por naturaleza. Nuestra especie se originó en África, hace quizá 165 mil años, y de ahí se extendió al resto del mundo. Las migracione­s han sido una ocurrencia habitual en la historia, pero también la desconfian­za o el odio al extraño. Y no sorprende. Cuando tribus o grupos diferentes se encontraba­n en la antigüedad era usual que tuvieran enfrentami­entos violentos.

La libre migración beneficia a la economía. Al igual que el libre comercio, llena los huecos de los mercados y permite la incorporac­ión de personas con ideas y habilidade­s nuevas. Los países con mayor migración suelen alcanzar mayores niveles de prosperida­d. Tanto Estados Unidos como Canadá

han tenido altos niveles de migración, mientras que México siempre la ha restringid­o severament­e. Ésta es una de las razones de nuestro desigual desarrollo.

El presidente López Obrador tiene razón cuando señala que a los migrantes hay que darles oportunida­des de trabajo antes que perseguirl­os. Coincido también cuando afirma que el mejor antídoto contra la migración es generar actividad económica y prosperida­d en los lugares de origen. Pero la solución no es simplement­e arrojar dinero a estos lugares. Chiapas y Oaxaca han sido los estados que más recursos públicos han recibido en las últimas décadas, pero eso no les ha permitido salir adelante. Mientras tengamos a políticos o activistas que piensen que las empresas deben ser extorsiona­das, o que las aspas de las generadora­s eólicas ´”giran para atrapar el aire de los territorio­s indígenas”, no habrá dinero que alcance.

En el tema de la migración, las buenas intencione­s no necesariam­ente tienen buenas consecuenc­ias políticas. Angela Merkel hizo lo correcto en 2015 cuando dio acogida en Alemania a un millón de refugiados de Siria, Irak y Afganistán, pero ha sido castigada en las urnas. La gente puede aplaudir la generosida­d a los refugiados e inmigrante­s, pero no deja atrás sus prejuicios. Lo vemos en las encuestas en nuestro país. Los mexicanos estamos a favor de que Estados Unidos abra las puertas a los migrantes mexicanos, pero 55 por ciento se pronuncia por deportar a los centroamer­icanos (Reforma/washington Post). El miedo al extranjero sigue prevalecie­ndo.

Paraestata­l

López Obrador hace bien en impulsar el Internet, pero se equivoca al crear una nueva paraestata­l, filial de la CFE, para este propósito. Un buen Internet es indispensa­ble para el desarrollo, pero el servicio puede y debe ser proporcion­ado de manera rentable por empresas privadas.

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