Desarrollo económico versus desarrollo humano
El Fondo Monetario Internacional notificó la baja de su pronóstico de crecimiento para el Producto Interno Bruto de México a 0.9 por ciento, ante ello, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que mantiene su expectativa de crecimiento de 2 por ciento (“Yo sigo igual”). Los datos de desaceleración se acumulan, pero el Presidente piensa que la dinámica de la economía la retroalimenta la fe. Sin embargo, con datos, el FMI alimenta los cálculos aplicando la ciencia.
Por otro lado, cual pleitista de barrio, se lanzó al ring increpando al organismo, por la imposición de políticas neoliberales que afectaron al país.
“No le tengo mucha confianza a esos organismos, pues fueron los que impusieron la política neoliberal que causó una desgracia a México. Todos esos organismos deberían pedir disculpa al pueblo de México y hacer autocrítica”. Según las “Cartas de intención”, para la instrumentación de políticas de gasto e ingreso fiscal, la responsabilidad toda, es de los Ejecutivos Federales que los firmaron y del Senado. Fue su decisión.
Y como buen gallo reta al ring al organismo que ha osado discrepar de su convicción: “Convoco al FMI, a los tecnócratas, a los expertos, a los nostálgicos del neoliberalismo, a que veamos si es lo mismo crecimiento que desarrollo, porque ya no vamos a utilizar sólo como parámetro el crecimiento, porque crecimiento es que se genere riqueza, pero
puede ser que signifique sólo acumulación de riqueza en unos cuantos, entonces hay que ver”. Un buen punto de partida es que nos informara qué entiende por neoliberalismo y segundo que nos ilustre con las definiciones de crecimiento y desarrollo,
Pero dado que la Secretaría de Bienestar ha presumido que comparte el enfoque de derechos y la teoría de Amartya Sen (Véase la filípica contra la CNDH con motivo de la defensa por ésta del interés superior de la niñez), es pertinente del lado de los fifís que pertenecemos a su corriente de pensamiento, ilustrar las definiciones al caso.
De paso, cabe recordar que la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo de las Naciones Unidas de 1986, establece que “Artículo 1.1. El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo ser humano y todos los pueblos están facultados para participar en un desarrollo económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse plenamente todos los derechos humanos y libertades fundamentales [énfasis añadido], a contribuir a ese desarrollo y a disfrutar de él”.
En la Conferencia de Viena de 1993 se reafirmó que todos los derechos tienen su origen en la dignidad y valor de la persona humana, agregando: “todos los derechos humanos son universales, indivisibles, e interdependientes y están relacionados entre sí”. No se necesita ser muy perspicaz para saber que no se puede sacrificar el logro de un derecho específico en aras de satisfacer otro. Todos son iguales en valor. Hace algunas décadas los economistas escolásticos se empeñaron en hacer una distinción entre crecimiento y desarrollo económico presumiendo que el segundo se constituye con un crecimiento con distribución del pastel, o crecimiento con bienestar creciente para todos. Esta visión economicista prevaleció durante muchos años en el diseño de políticas públicas.
Amartya Sen pone en el núcleo del desarrollo a las personas; en un proceso de crecimiento constante de sus capacidades (desarrollo y libertad). Tesis que asumió el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Informe sobre el Desarrollo Humano 1990). El PNUD se ocupó ampliamente del desarrollo humano y de los derechos humanos en Informe de 2000. En él define el primero como “el proceso de ampliación de las opciones de la gente, aumentando las funciones y capacidades humanas”.
Conforme al desarrollo humano, la verdadera riqueza de una nación está en su gente. El objetivo básico del desarrollo es crear un ambiente propicio para que los seres humanos disfruten de una vida prolongada, saludable y creativa. Esta verdad obvia, es velada con frecuencia debido a la preocupación por acumular bienes de consumo y riqueza financiera.
No debemos olvidar que los individuos generalmente, valoran logros que nunca se concretan o no lo hacen inmediatamente, en términos de mayores ingresos o cifras de crecimiento, entre ellos: mejor nutrición y servicios médicos, mayor acceso a conocimientos, vidas más seguras, mejores condiciones de trabajo, protección contra el crimen y la violencia física, periodos de descanso más gratificantes y un sentimiento de participación en las actividades económicas, culturales y políticas de sus comunidades.
Por cierto, la gente también desea mayores ingresos como parte de sus oportunidades. Pero “el ingreso no es la suma total de la vida humana”. Logros cuya base institucional ha sido sistemáticamente vulnerada por la instrumentación de seudo planes de asignación presupuestaria.
El FMI hace cuando menos tres lustros que abandonó el enfoque centrado en el Consenso de Washington, economicista desde nuestra perspectiva, y “neoliberal” desde la presumida por el presidente López Obrador.
Así que tendrá que debatir públicamente, para poner las cosas en su lugar, con la Secretaria de Bienestar, y por otro lado, con el PNUD, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos y por supuesto, con los tecnócratas, los expertos, los nostálgicos del neoliberalismo (que no creo, en sentido estricto, los encuentre). Pero habrá que esperar que nos brinde una definición sólida de lo que entiende por neoliberalismo. Se recomienda paciencia.