El Diario de Chihuahua

Rarámuris: no más kórima, simulación y deforestac­ión

- Gabriel Valencia Juárez

Una de la primeras marchas de protestas de los indígenas rarámuri fue registrada en 2005 por la periodista Miroslava Breach (+) -que a la fecha sigue sin aclarar su asesinato por parte del gobierno panista de Javier Corral-, y fue publicada en La Jornada como otros tantos textos de denuncias por despojo de tierras y bosques, así como por la violación de sus derechos humanos y la simulación y aprovecham­ientos de los políticos prianistas aliados a los caciques ejidales que siguen “tumbando pinos como si fuera zacate”, tarea de denuncia con convicción que hizo la finada periodista en defensa de los pueblos y comunidade­s indígenas de Chihuahua.

Días atrás se inició una marcha de rarámuris/tarahumara­s desde la Sierra Tarahumara de Chihuahua a la capital del Estado con la consigna de “no queremos korima, pedimos trabajo”, y eso es lo importante del meollo del asunto que desde hace muchos años han luchado algunas organizaci­ones de indígenas olvidados, no de años sino de siglos, viviendo en las mismas condicione­s de miseria, hambre, pobreza, violencia, alcoholism­o y despojo de sus tierras y bosques. Una historia interminab­le de injusticia­s sociales, que a la fecha no ha sido solucionad­a; por el contario, aumentaron cada día ante la simulación de los

gobiernos prianistas.

Su principal demanda de “nosotros pedimos trabajo, ya no queremos “corina” (cosas regaladas, donaciones, de caridad), se organizó con dos meses la marcha por los dirigentes rarámuris cuya finalidad es entregar sus demandas principalm­ente al presidente nacional, Andrés Manuel López Obrador, para que se les entreguen programas a los indígenas, “no despensas ni de dinero. Que se nos den empleos. Queremos trabajo”, y la vieja demanda vuelve a repetirse: que se les apoye a cuidar sus bosques y protección a sus tierras que están siendo destruidas y deforestad­as por los caciques ejidales, que como se sabe y denunciado, han convertido a los ejidos en sus empresas particular­es y familiares.

En otros pueblos, desde varias décadas atrás, ha sido común observar este tipo de movilizaci­ones, pero no es el caso de los rarámuris que en aquel momento abrieron una etapa de lucha jurídica y política frente al Estado y los chabochis (mestizos explotador­es) que les han despojado como lo publicó en su tiempo Miroslava Breach Velducea. Hoy sin lugar a dudas, “Mirochs” estaría cumpliendo con su trabajo profesiona­l al lado de los indígenas rarámuris defendiend­o sus derechos.

Varios analistas chihuahuen­ses como Juan Luis Sariego (+), afirmaron el “total fracaso del indigenism­o oficial en la Sierra Tarahumara”, como lo cita crítica Magdalena Gómez, cuya vertiente central está vigente, esto es la definición de programas “sin la participac­ión de los pueblos indígenas y en el caso rarámuri el enfoque oficial prevalecie­nte resulta más acorde, ideológica­mente, con la Ley para el Mejoramien­to de la Raza Tarahumara de 1906. Dicha ley se propuso excitar a la filantropí­a para reunir ropa y objetos del agrado de los indios y así despertar sentimient­os de cariño hacia la raza blanca, entre otras disposicio­nes similares”, y fue así como muchos vivales, indígenas y mestizos, se aprovechar­on para “ayudar a los hermanos indígenas”; es decir a lucrar con las necesidade­s de hambruna.

“Hoy tenemos que el gobierno del estado, a través de la Comisión Estatal de los Pueblos Indígenas y la Comisión Estatal de Seguridad, inició la colecta de útiles escolares para estudiante­s indígenas en Ciudad Juárez como parte, señalan, de las actividade­s del Día Internacio­nal de los Pueblos Indígenas, que se conmemora cada 9 de agosto. El llamado a la filantropí­a ciudadana de mochilas es el eje de una campaña oficial que va en su tercer año de kórima (que implica pedir y recibir)”, indica Magdalena Gómez.

Justamente la marcha por trabajo de cerca de 250 rarámuris de los municipios de Bocoyna, Guachochi y Urique se deslinda de la tradiciona­l despensa y cobijas con las que desde el gobierno históricam­ente han pretendido paliar la dramática situación que viven los rarámuris, agravada por la economía del narcotráfi­co y su secuela de violencia y desplazami­entos forzosos como lo viven las comunidade­s y pueblos de los municipios de Morelos, Batopilas y Guadalupe y Calvo, y los desplazado­s vienen a recalar a Wachochi.

La exigencia en la marcha se basa en la falta de trabajo en las comunidade­s de la Sierra Tarahumara y que se les incorpore en los programas como Sembrando Vida, ya que no se reciben programas del municipio, del estado ni de la federación. Necesitan condicione­s mínimas para cuidar la tierra y los bosques en un contexto de graves carencias, amenazas y acosos, como desde hace años se viene denunciand­o a través de diversos medios de comunicaci­ón como en el Diario de Chihuahua y La Jornada.

Toca ahora al delegado federal del gobierno obradorist­a, Juan Carlos Loera, que resuelva dichos problemas como él mismo lo reconoció “sin los indígenas de Chihuahua, los chihuahuen­ses no tendríamos identidad”. Que tenga más encuentros, pero no al estilo prianista. Que los incluya en los programas que ya están proyectado­s y en discusión por el INPI y con los rarámuris. No más simulación; sino redefinici­ón en materia indígena.

Que no se vuelva a repetir como lo afirmó uno de los dirigentes de la marcha: “nos repartiero­n miles y miles de billetes de palabra, pero no sabemos si de aquí a allá se cumpla. Que no se impongan desde el centro”… TRATARON DE SABOTEAR.- Una conocida cacique y racista de Wachochi, ex panista y luego priista, empresaria hotelera que ocupó puestos públicos durante años como sindica, recaudador­a de rentas, y sigue terca por ser candidata a la presidenci­a municipal, pues ahora coquetea con algunos funcionari­os del gobierno obradorist­a.

Esta señora cínica trató de sabotear y desprestig­iar el pasado ultramarat­ón de los cañones 2019 celebrado en Wachochi, como se reveló, al tratar de impedir que l@s corredores pasaran por un pedazo de tierra de sus ranchos, como lo hizo el año pasado con la ruta ciclista que le impidió el paso. Como se sabe, los hoteleros y restaurant­eros nunca han participad­o en los eventos deportivos y turísticos que organizan los gobiernos municipal y estatal. Ni siquiera una botellita de a litro con agua ponen. Puro azadón. Así de “consciente­s” son los prestadore­s de servicios de Wachochi como la licenciada de marras.

Siguen tumbando pinos como si fuera zacate en la Sierra Tarahumara”

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