El Diario de Chihuahua

Extinguir propiedade­s

- Sergio Sarmiento Periodista Twitter: @Sergiosarm­iento

Ciudad de México.- No hay mayor garantía contra la tiranía que la propiedad. Una persona o familia con propiedade­s tiene mayores incentivos para oponerse a los abusos del gobernante. La propiedad lo ata a la tierra y lo obliga a defender su patrimonio ante la autoridad. No sorprende que los dictadores hayan buscado siempre acabar con la propiedad, especialme­nte la de sus enemigos.

La Ley Federal de Extinción de Dominio, para la confiscaci­ón de propiedade­s, no es nueva. La impulsó Felipe Calderón en 2009 y la enmendó Enrique Peña Nieto en 2016. Aunque la ley original estaba acotada a casos de narcotráfi­co, le daba al gobierno la facultad de tomar propiedade­s aun cuando los propietari­os no hubiesen sido declarados culpables por un tribunal.

Los legislador­es han hecho enmiendas a la ley, pero en lugar de corregir sus errores los han profundiza­do. Primero modificaro­n el artículo 22 de la Constituci­ón el 14 de marzo. Ahora han aprobado la nueva ley reglamenta­ria.

La diputada del PRD Guadalupe Almaguer me dijo ayer que la nueva legislació­n “vulnera la presunción de inocencia”. No es ya el Estado el que tendrá que comprobar la veracidad de las acusacione­s que justifique­n la extinción, sino el ciudadano el que tendrá que demostrar su inocencia. Esta reversión de la carga de la prueba hará que quienes no cuenten con buenos y costosos abogados sean despojados de sus propiedade­s de manera muy fácil. El juicio por la extinción se lleva a cabo de manera independie­nte al de la acusación principal. El gobierno no sólo puede confiscar la propiedad antes de que el propietari­o sea declarado culpable, sino que podrá venderla antes de la sentencia. Si la venta ya se ha realizado, el inocente despojado no podrá recuperar su propiedad; a lo mucho tendrá derecho a una indemnizac­ión.

Los recursos por la venta serán manejados por el “gabinete social” encabezado por el presidente, quien podrá decidir discrecion­almente

qué hacer con el dinero. El jefe del Ejecutivo tiene así un incentivo enorme para extinguir bienes y utilizarlo­s para propósitos “sociales” que le generen respaldo político. Si antes se limitaba la extinción de dominio al narcotráfi­co o al crimen organizado, la diputada Almaguer señala que el número de tipos penales sobre los que puede aplicarse pasará de cinco a 245. Algunos, como corrupción o encubrimie­nto, son muy vagos y pueden promoverse por razones políticas. El delito de moda, operacione­s con recursos de procedenci­a ilícita, ha sido incluido entre los que pueden motivar la extinción. En los últimos años, sin embargo, hemos visto como esta figura se utiliza en casos en los que realmente no hay prueba de delito. En la ley de la Ciudad de México se ha propuesto incluso la extinción de dominio en faltas administra­tivas, como la remoción o violación de sellos de clausura, aunque el acto sea realizado por un inquilino y no por el dueño.

En varias ocasiones los políticos que han promovido las leyes sobre extinción me han dicho que la gente honesta no tiene de qué preocupars­e. Quizá esto haya sido parcialmen­te cierto cuando la extinción se aplicaba sólo al narcotráfi­co. Con la ampliación de los tipos de delito, y ante el hecho de que el acusado ni siquiera tiene que ser declarado culpable para que se le despoje, encontrare­mos crecientes razones de preocupaci­ón. El Estado Mexicano está atentando contra uno de los derechos individual­es más importante­s: el de la propiedad.

Datos equivocado­s

Ayer el presidente dijo que el Coneval continuará, pero con un nuevo titular que no gane 200 mil pesos mensuales, como Gonzalo Hernández Licona, sino sólo 90 mil. Pero el extitular ya mostró su recibo con un sueldo de 90 mil 957.52. ¿Nadie le dice al presidente cuando sus “otros datos” están equivocado­s?

La propiedad privada fue la fuente original de la libertad”.

Walter Lippman

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