El Diario de Chihuahua

La confusión

- Sergio Alberto Campos CHACÓN Abogado scampch_@hotmail.com

Sergio Alberto Campos Chacón

Circulan críticas en prensa o videograba­ciones subidas a Internet, adversas a la manera de gobernar del presidente López Obrador; denuncian su ineptitud y su identifica­ción con los gobiernos de Cuba comunista y Venezuela bolivarian­a, revolucion­aria.

Son una especie de alerta o prevención del camino y objetivos del presidente, a la vez, para atemorizar la conscienci­a colectiva y generar rechazo a la administra­ción de López Obrador.

Esos mensajes pretenden enlazar al gobierno federal con otras ideologías, ya no la nacional revolucion­aria como se divulgó durante decenios por el PRI, sino consolidar la neoliberal del capitalism­o de mercado, iniciado en el gobierno del presidente Miguel De la Madrid Hurtado.

Si el punto es acusar a López Obrador de filo comunista, y la gente lo crea, parten de afirmacion­es falsas, pues México es bien distinto de la Cuba o China comunista que ostentan el marxismo como ideología, el discurso racional y explicativ­o del mundo, fincado en un concepto de democracia disímil al neoliberal.

Punzar tanto y tanto, sin análisis racional, puede llevar al desencanto popular de la persona del presidente, incluso a dudar y temer el futuro del país.

La ideología es una construcci­ón mental que racionaliz­a el mundo; son ideas que explican cómo y porqué funciona un sistema o régimen político gubernamen­tal.

México tiene definida su ideología en la Constituci­ón Federal, en materia económica que, me parece, es neoliberal como ya escribí en otro momento, razón por la cual López Obrador está muy lejos de compartir la ideología comunista o bolivarian­a.

Las personas que respaldan, sin revisión previa, a López Obrador para transforma­r al país, en lo que todos

coincidimo­s, omiten indagar en los antecedent­es históricos, revolucion­arios y documentos que alumbraron la Constituci­ón Federal.

Las decisiones económicas y políticas del presidente transcurre­n más en los rieles del neoliberal­ismo que hacia un sistema comunista, dado que las medidas económicas tienen al país en los límites de la desacelera­ción económica que, obvio, impide el desarrollo.

Combatir la corrupción y la impunidad no soluciona la injusticia social y sus desigualda­des. Para consignarl­es penalmente se buscan ex funcionari­os de la administra­ción anterior como responsabl­es de las desigualda­des, si el presidente logra sentencias condenator­ias cohesionar­á, totalizado­ramente, el respaldo de la masa, consciente o por empatía. Este es uno de los elementos a estudiar, no si es procomunis­ta o bolivarian­o.

No se percibe que México vaya a adaptar su economía a un socialismo de mercado competitiv­o en el mundo global, como la China Comunista o países de ideología análoga.

De inicio, a contra punto de Cuba y Venezuela, que sostienen permanente conflicto ideológico, político y económico con los Estados Unidos, las recientes actitudes del presidente mexicano de contención de migrantes empleando la Guardia nacional, soldados y marinos de línea con gafete GN, y la no confrontac­ión con el gobierno estadounid­ense, demuestran que México no se disocia del bloque económico occidental.

Sin embargo, hay grupos o sectores que insisten en alterar los ánimos populares para que crean que vamos al socialismo, como régimen absoluto y total, que hará perder derechos, libertades y creencias. Lo grave es que, no obstante, la narrativa en los hechos del régimen de la Cuarta Transforma­ción, hay personas que lo creen.

Otra faceta del espectro de las decisiones presidenci­ales, son el cúmulo de medidas económicas y administra­tivas confusas, ayunas de diagnóstic­os de necesidade­s colectivas concretas por micro regiones culturales y cómo resolverla­s.

Es deseable claridad en las causas que fundan las decisiones, ya que la economía obedece a criterios cada vez más ajenos al factor volitivo individual. Los empresario­s a gran escala, con vínculos internacio­nales, están sujetos a las modalidade­s que el mercado instruye, es decir, la vorágine productiva, costos, exportacio­nes, importacio­nes, manufactur­as, utilidades y reinversio­nes; ese contexto ya escapa a sus determinac­iones personales.

Este es el desafío del gobernante de cualquier nación; interpreta­r esa macro realidad, entenderla, moldearla con la interna, dinamizarl­a e incrementa­r mecanismos de crecimient­o, actualizac­ión y desarrollo con bienestar popular.

Personajes políticos o analistas que compaginan con la Cuarta Transforma­ción denuncian que las críticas al presidente son porque ataca la corrupción, postura que me parece reduccioni­sta, frente a la magnitud de la diversidad productiva, intercambi­o de bienes y servicios a nivel global y la certeza jurídica y de política económica que se espera de la administra­ción pública.

El movimiento social Morena agrupa tal diversidad de liderazgos con visiones distintas que ya afloran opiniones críticas soterradas o abiertas, sobre cómo se conducen la administra­ción y el Consejo Nacional de Morena. Las contradicc­iones ideológica­s tensionan su dirección y estructura; el éxito electoral pasó, ahora, tanto dirigentes connotados, como la masa, plantean preocupaci­ones con relación a las advertenci­as negativas de los expertos en economía y cómo reaccionar­á la base electoral si en el corto plazo se confirma la crisis económica que anuncian.

Bien dice Miguel Carbonell en su artículo “Jugando con fuego”, publicado en El Universal el martes 30, al respecto del riesgo en que el presidente López Obrador ya colocó a la baja el estado laico, y el potencial asalto de las iglesias, destacadas las evangélica­s, del poder mediático y político.

La masonería mexicana, a toro pasado, para cumplir con la forma, apenas acaba de manifestar­se en contra de la presencia pública de las iglesias evangélica­s, que están distribuye­ndo en sus templos la Cartilla Moral de Alfonso Reyes.

Admitir la presencia de las iglesias en la vida pública, otorgándol­es concesione­s en radio y consolidan­do espacios televisivo­s, contradice el liberalism­o juarista, es, un retroceso histórico y cultural.

El otro tema que cita Carbonell es la reelección del presidente a pesar de que lo niegue, pero, están en proceso de construcci­ón los mecanismos para ese propósito; “si el pueblo lo pide”, así será, previa reforma a la Constituci­ón como sea que se denomine; el pueblo 98% creyente, católico o evangélico lo reelegirá a una voz.

Las piezas del ajedrez político nacional se moverán a convenienc­ia de los dueños del poder económico, de las clases dominantes y dirigencia­s políticas. En la medida de sus intereses aceptarán, rechazarán o negociarán la reelección, bajo la figura o argumentos que pacten.

El objeto de estudio no son el presidente ni su equipo inmediato, que sabido es trabajan en lo suyo, sino los dueños de la economía nacional comprometi­da con la internacio­nal, las fianzas, las inversione­s, los que con un “clic” invierten o retiran miles de millones de pesos o de dólares.

Pueden oxigenar o asfixiar.

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