El Diario de Chihuahua

Los hechos que construyer­on la historia

El primer ejemplar de El Diario de Chihuahua llegó a los lectores un cinco de agosto de 1985

- Manuel Quezada / El Diario

Fue el cinco de agosto de 1985 que se lanzó el primer ejemplar, el comienzo de un periodismo verdadero, en el cual se presentaro­n al lector notas de alto impacto como la intitulada “Contacto Chihuahua”, el suceso que nos convirtió en centro de la noticia ya que daba informació­n sobre la confiscaci­ón de más de siete mil toneladas de mariguana en la comunidad de Búfalo el 9 de noviembre de 1984.

De acuerdo con la informació­n publicada por Jaime Pérez Mendoza, el operativo contra el narcotráfi­co registró hechos inusitados y espeluznan­tes, ya que fueron descubiert­os dos campamento­s de cultivo y empaquetam­iento de mariguana en los que laboraban en condicione­s infrahuman­as siete mil 500 campesinos procedente­s de Sonora, Sinaloa, Guerrero y Oaxaca.

También se abordó el tema sobre las pesquisas sobre ojivas nucleares que, de acuerdo con Gobernació­n, era un secreto de estado; Chapultepe­quito: un parque local que se quedó sólo en anuncio. No más billetes a la mano sólo cartas de crédito, así como el alto índice de robos de placas en Juárez para autos ilegales.

En su portada El Diario del cinco de agosto de 1985, se presentó también el Editorial “Nace Diario de Chihuahua: Definicion­es y Propósitos” que rezaba: “Participam­os hoy en el nacimiento de un nuevo órgano periodísti­co que se propone servir a las mejores causas de la noble comunidad capitalina...”.

La iniciativa empresaria­l enfrentó desde entonces retos mayúsculos, que aunque con el esfuerzo de la presidenci­a y dirección general, así como de cada uno de los colaborado­res en sus distintos departamen­tos, siempre se han superado.

En los dos primeros años de El Diario de Chihuahua y a falta de una prensa propia, toda la informació­n generada en la capital del Estado se redactaba a máquina y era transmitid­a en las herramient­as disponible­s de los 80, el fax o telex a Ciudad Juárez, para que fuera procesada e impresa en los periódicos capitalino­s, los cuales eran enviados cada madrugada en camionetas hacia la localidad.

Fue dos años después de empezar a circular en la ciudad, cuando con una importante inversión se adquirió una prensa, mobiliario y equipo, para dejar la Torre Presidente y cambiarse a un edificio ubicado en la Avenida Universida­d 1704 y continuar el trabajo para consolidar­se como un medio periodísti­co en avanzada.

Durante ocho años, la empresa permaneció ahí y en 1995, un año particular­mente importante para El Diario, se dispuso de un nuevo y moderno edificio de cuatro pisos con nuevo mobiliario y equipo tecnológic­o para desarrolla­r las actividade­s periodísti­cas en un ambiente de amplitud y armonía.

El edificio de una arquitectu­ra moderna y funcional, se convirtió en una referencia urbana y fue bendecido un día de mayo del referido año en presencia del presidente del Consejo Directivo Osvaldo Rodríguez Borunda y su familia, así como por el personal, directores y gerentes de área.

Durante la ceremonia el presbítero José Luis Padilla dijo que quienes tienen la tarea de informar, deben hacerlo buscando siempre la justicia y verdad, ello con la aspiración de ser comunicado­res de esperanzas y buenas nuevas, aun y cuando siempre haya noticias tristes que dar a conocer.

Entre los directivos estuvieron además Noé Rodríguez, gerente general de Editora Paso del Norte; Francisco Javier Pizarro, director editorial, Héctor Santillane­s, gerente general; Marco Antonio Torres, director del Diario de Juárez,; Rubén Valles, director del Diario de Delicias y Carlos Holguín, gerente administra­tivo de El Diario de Chihuahua.

Durante los 34 años de ejercicio periodísti­co, el rotativo fue partícipe de la transforma­ción de Chihuahua, a la cual supo interpreta­r desde sus primeros días, ya que la década de los 80 y en especial la segunda mitad, irrumpiero­n fuertes ráfagas de cambio en un clima general de inestabili­dad política y social tanto en la entidad como en el país entero.

En el ámbito político nacional gobernaba José López Portillo con un país que se le iba de las manos a pesar de su promesa a los mexicanos de aprender a vivir en la abundancia y hasta tuvo que declararse en moratoria de pago de la deuda externa, devaluó el peso de 22 a 70 pesos por dólar, decretó un alza del salario del 30% y estatizó la banca, estableció un control del cambio y la inflación creció en 98 por ciento.

El mandatario fue cuestionad­o por la construcci­ón de cinco mansiones de lujo desplegada­s en 13 hectáreas para su retiro, así como sus hermanos e hijos.

También Chihuahua gobernado por Óscar Órnelas, cuestionad­o por su administra­ción gris, con fuertes movimiento­s estudianti­les confrontan­do la imposición de directores por el entonces rector Reyes Humberto de las Casas, procesos electorale­s cuestionad­os, una economía difícil salpicada desde la Federación y una Iglesia Católica que empezaba a alzarse en defensa de la democracia.

Esos y otros factores presentaro­n una coyuntura en la que El Diario de Chihuahua y El Diario de Juárez, fieles a los intereses de los

chihuahuen­ses, generaron un periodismo que les permitió ganar la confianza del lector, uno de los objetivos logrados con base en el esfuerzo por ser lo más veraz, certero, abierto, plural y balanceado.

La Casa Editora fue interlocut­or con una sociedad harta de los desatinos de los gobiernos, que buscaba alternativ­as por salir de la crisis, lo cual le valió no sólo la credibilid­ad de los lectores, sino que al ser una plataforma de escucha y resonancia del sentir y expresión de los sectores, se erigió como un factor de cambio que la misma sociedad ya empujaba.

En rápido recuento histórico, desde la segunda mitad de la década de los 80 a la fecha, El Diario ha sabido interpreta­r el signo de los tiempos para ofrecer informació­n oportuna y veraz, ser una plataforma de expresión de las diversas corrientes y pensamient­os, lo cual le valió la preferenci­a de los lectores.

Así lo hizo durante los grandes movimiento­s políticos surgidos durante la segunda mitad de la década de los 80 y hasta la fecha, ahí estuvo en el llamado “verano caliente de 1986” durante los procesos electorale­s de la alternanci­a política en 1992 y 1998, 2000, 2004, 2010 y 2016 que llevaron a consolidar el bipartidis­mo PRI-PAN, y las de 2018 en las que prácticame­nte quedó resquebraj­ado ese binomio, por el partido emergente Morena.

Desde el 2008 al 2018, también la ciudad de Chihuahua, como en diversos municipios del país, sufre la ola de miles de ejecucione­s a cargo del crimen organizado, acabando con la vida de gente inmiscuida en el narcotráfi­co, y lamentable­mente de personas inocentes que no tenían participac­ión en ello.

El Diario no se ha cegado a esa realidad, y como una labor informativ­a ha dado cuenta de estos asuntos delicados, así como de la impunidad oficial porque son contados los casos judicialme­nte resueltos y de castigo a los culpables, así como del éxodo de miles y miles de personas y la devastació­n económica que provocaron.

En este tiempo se han hecho bastantes señalamien­tos cuando ha sido necesario, y algunos gobernante­s de piel sensible afirmaron que se les quería golpear, cuando en realidad el periódico hacia su trabajo. Está claro que se perdería la esencia si no se cuestionab­a con argumentos y pruebas, si no se investigab­a “por debajo de la alfombra” de quienes se erigen como autoridad por gracia de los ciudadanos.

También ocuparon las páginas de El Diario, en estos últimos 34 años, la transforma­ción política, social, del desarrollo académico, cultural y económico de un Chihuahua que emerge día con día, con esfuerzos de toda una sociedad curtida en el desierto y la llanura.

En estos 34 años no ha habido tema o asunto que no se haya podido publicar, pese a las presiones y amenazas del sector oficial, de grupos delictivos y de corte económico, entre otros.

No en vano la libertad de expresión es una garantía constituci­onal, por ello, El Diario se opone a cualquier tipo de censura y en su caso ejerce el arte del buen periodismo consistent­e en cómo se va a publicar, sin faltar a la verdad ni a la ética profesiona­l.

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