Samachike: ejemplo de conciencia ecológica
Por primera vez en la historia de los ejidos en la Sierra Tarahumara, en el de Samachike –Lugar Húmedo en idioma rarámuri- del Municipio de Wachochi, la administración ejidal entregó en 2018, 10 mil 500 pesos a cada uno de los 514 ejidatarios del cual el 80 por ciento son indígenas, y al mes de julio de 2019, les han entregado 5 mil, lo que no sucede en otros ejidos de la región serrana, ya que, como se ha denunciado públicamente, a los ejidos los convirtieron en empresas particulares los caciques ejidales chabochis/mestizos explotadores que han saqueado los bosques “tumbando pinos como si fuera zacate” dejando en la miseria y pobreza a los indígenas.
Una sabia consigna ecológica se ha implementado en Samachike: “Si de los pinos comemos hay que protegerlos, entonces hay que cuidar y reforestar el bosque, creando una cultura de conservación de los árboles y fomentar una conciencia ecológica, y sobre todo, realizar una administración honesta de los recursos naturales del ejido, ya que es más bonita la amistad y el trabajo, que traer las bolsas llenas de dinero, y con ello se contribuye a distribuir con justicia “el oro verde” y se combate el calentamiento global de la tierra”, mensaje expresado durante la asamblea ejidal bimensual el pasado 4 de agosto.
Cabe señalar que gracias al trabajo de explotar el bosque de forma sustentable, racional y honesta en Samachike, es el único ejido en la Sierra Tarahumara que entrega tres comidas al día a los 160 trabajadores del aserradero sin cobrarles nada y de esta forma motivarlos a laborar con entusiasmo para cuidar su bosque,
ya que “del bosque comemos”.
“No somos dueños del ejido ni jefes como otros. Somos mandaderos de los ejidatarios. Por eso otros ejidos no funcionan”, expuso ante las asamblea ejidal Noé Córdova Amador presidente del comisariado ejidal, subrayando que “somos una empresa colectiva ejidal que se tiene que cuidar ya que de los pinos comemos”, destacó.
Algo que recalcaron fue que es el primer ejido que tiene un vivero propio con plantas naturales de le región y es una ejemplo a nivel regional, estatal y nacional, aun cuando los funcionarios forestales del gobierno federal y estatal auguraron el fracaso del proyecto sustentable, ya que dijeron que “no pegarían los arbolitos” y amenazaron “de que era un delito” sembrar arbolitos de la región y no traídos de otros estados el cual era un negocio. Sus malos augurios no funcionaron ni las amenazas y se hizo el invernadero natural con la aprobación y participación de los ejidatarios. Y fue así como se hizo la reforestación el pasado domingo 4 con plantas nativas de la región. En un área de 7 hectáreas plantaron 6 mil arbolitos niñas-tewes, niños-towis, hombres-rejoy y tewekes-mujeres.
Sembraron y seguirán esparciendo vida de forma colectiva ejidal que se ubica dentro del programa nacional Sembrando Vida que lanzó el gobierno obradorista de la Cuarta Transformación y que en el sur del país ya se ha implementando dando trabajo a miles de campesinos con la plantación de árboles para reforestar.
Hay que apuntar que a la asamblea ejidal fueron invitados con tiempo a los representantes de todas las instituciones forestales estatales y federales –PROFEPA, CONAFOR, SEMARNAT-, e indigenistas –COEPI e INPI-; al diputado serrano “independiente”, el ex priista duartista, hoy corralista, Jesús Velázquez, y al mismo soberbio gobernador Javier Corral, pero sólo asistieron el representante del alcalde de Wachochi, Hugo Aguirre, el ingeniero Paul Loya y los sacerdote Javier Ávila y Felipe Ruiz por COSSYDAC. Lástima, como afirmó el “Pato” Ávila, “que no asistieron para que fueran testigos de este proyecto forestal que es tan importante y que ha dado tanto frutos positivos en el ejido por lo cual se debe fortalecer y difundir”.
El ejido de Samachike está conformado por 39 mil 657 hectáreas, de las cuales 15 mil 184 hectáreas son forestales y de estas hectáreas se dividen en 15 áreas de corta que permite dar trabajo a decenas de ejidatarios. El permiso de explotación forestal es de 2015, el cual termina en 2029, por ello, apuntó el contador Jesús Manuel López Rivera, “el ejido cuida que no baje la producción porque ese es volumen boscoso que tiene permiso para la explotación sustentable y racional del bosque”. En otros ejidos esta información no se dice, se oculta para controlar de forma corrupta los recursos naturales y financieros de los ejidatarios; de ahí que la afirmación de que los caciques ejidales chabochis han convertido a los ejidos en empresas particulares es muy cierto.
Muy importante fue que en la exposición del programa forestal sustentable, subrayaran que para impedir la emigración de ejidatarios a las ciudades “donde agarran malas mañas, malas costumbres”, se debe dar empleo permanente en los ejidos con el apoyo de las instituciones forestales y estatales. Que “pongan ojos al ejido”, pero las dependencias al no asistir, no les interesan los problemas sociales como el desempleo, la violencia, el hambre, la pobreza y alcoholismo en las comunidades serranas.
El 80 por ciento de ejidatarios en Samachike son indígenas rarámuri, igual que el total de la población en ese seccional, y a nivel municipio la población indígena es del 70 por ciento, y a pesar de la influencia negativa de la cultura mestiza/chabochi, luchan por conservar sus tradiciones culturales, entre ellas la conservación del bosque. Se ha oficializado el encubrimiento de la corrupción en los ejidos y en las dependencias forestales de las pasadas administraciones prianistas, conservadores y neoliberales, y eso es lo que se tiene que combatir. Sin hacer alarde y con humildad se puede ejemplificar con el trabajo forestal de Samachike el cual contribuye a combatir el calentamiento de la tierra.
“Hay muchas formas de liberación, y ustedes aquí en México tienen una riqueza muy interesante que han desperdiciado durante mucho tiempo: los pueblos indígenas”, afirmó el sociólogo portugués Boaventura de De Sousa Santos en el periódico La Jornada (agosto 4); por ello es importante el rescate, defensa y fortalecimiento de las culturas indígenas de Chihuahua y México en diversos frentes y trincheras, entre ellas la de cuidar y conservar los bosques, plantando pinitos con lo cual se pone un “granito de arena” contra la alteración ecológica y el calentamiento de la tierra.