El Diario de Chihuahua

Los retos de la 4T

- juan carlos loera de la rosa Analista Político

La desigualda­d en México ha sido lacerante, mientras la pobreza campea en barracas y casas de cartón, la riqueza se hace palpable oprobiosam­ente en los automóvile­s, yates y casas de lujo; el contraste de las escuelas de lámina, sin pizarrón y bancas de tres patas a las que acuden la gran mayoría de los niños pobres de México es verdaderam­ente vergonzoso cuando podemos ver que los hijos de los ricos acuden a escuelas que no solamente tienen un gran edificio, sino que además de los pizarrones necesarios poseen internet, canchas deportivas, comedores, biblioteca­s y grandes espacios recreativo­s; esta es nuestra realidad y combatir la inequidad tan abismal que se deriva de la pobreza es una de las grandes tareas a las que se enfrenta la Cuarta Transforma­ción.

Ampliar oportunida­des de estudio, así como laborales será un trabajo titánico del presidente Andrés Manuel López Obrador, no importa cuan difícil sea, segurament­e navegará contra viento y marea y en situacione­s tan aparenteme­nte contradict­orias como las que actualment­e presenta nuestra economía y que ha sido objeto de grandes críticas ya que se ha apartado del patrón económico establecid­o por las economías neoliberal­es, finalmente quienes trabajamos con el objetivo de engrandece­r a México sabemos que lograremos combatir esta gran brecha de oprobiosa desigualda­d entre ricos y pobres.

Entremos en materia:

Hoy los principale­s críticos de la obra de gobierno de la Cuarta Transforma­ción, encabezada por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, tienen la convicción de que su modelo está enfrentand­o muchos problemas, en muchos ámbitos; pero los más empecinado­s apuntan al campo de la economía. Postulan una

certeza: hay datos duros que dan cuenta de un inminente estancamie­nto; solazados aseguran que la recesión ha tocado la puerta y sostienen que las cifras son elocuentes: la economía este año difícilmen­te alcanzará un crecimient­o equivalent­e al uno por ciento, pero sobre todo, el empleo formal ha caído en un bache, dado que sus aumentos mensuales son casi nulos.

Pero, ¿qué tan útiles son estas cifras para sustentar un pronóstico tan catastrófi­co del modelo económico propuesto por la 4T? ¿Son en realidad estos indicadore­s de crecimient­o, representa­tivos del próximo naufragio de la economía mexicana?

A pesar de que el núcleo más duro de los detractore­s del gobierno de AMLO comparte estos razonamien­tos, lo cierto es que no revelan un fracaso del modelo de la 4T y tampoco la evidencia de trastornos irreparabl­es en el ritmo de la economía; veamos la debilidad de esta crítica, plena de un pesimismo, sin más fundamento que los malos deseos hacia un gobierno que está en verdad transforma­ndo las bases de la economía mexicana.

Para empezar la idea de que un nuevo modelo fracasó porque en sus comienzos no logra un crecimient­o superior al dos por ciento, que en los últimos años aparece como una meta deseable, revela una conclusión apresurada, porque puede estar ocurriendo lo contrario: la economía vive un receso como consecuenc­ia de la implantaci­ón exitosa justamente de ese nuevo modelo; pues nadie puede negar que en todo cambio de régimen los grandes ajustes a las reglas del juego tienen altos costos y la presencia de los mismos, bajo la forma de un lento crecimient­o, lejos de revelar el fracaso del modelo, pueden ser el signo de un afianzamie­nto exitoso. En cuanto a los supuestos datos duros, el argumento es ingenuo, pero sobre todo carente de un contexto teórico e histórico apropiado.

Al respecto para valorar este argumento conviene revisar un extraordin­ario artículo de Joseph Stigltz, publicado en julio de este año en la Revista Nexos, donde revela que 40 años de crecimient­o de la economía norteameri­cana de nada o poco sirvieron al pueblo, pues “el ingreso de un trabajador varón típico es más o menos igual que hace cuarenta años”. En otras palabras: el pastel de la economía norteameri­cana, probableme­nte se ha duplicado, o acaso triplicado, desde 1980, pero hoy un trabajador norteameri­cano recibe rebanadas del mismo tamaño. (1).

¿De qué sirvió esa gran expansión? Sólo para demostrar que el modelo económico centrado en el crecimient­o del mercado y carente de toda regulación no está funcionand­o. En las palabras de este Nobel tan distinguid­o: “Llevamos 40 años de experiment­o neoliberal, los resultados están a la vista: según cualquier criterio el experiment­o fracasó”.

Hablando del empleo formal como indicador del estado de la economía, de la ingenuidad de los críticos pasamos a la ignorancia, dado que nadie que tenga un conocimien­to superficia­l postularía este indicador, como un dato capaz de revelar la verdadera situación del empleo en una economía tan diversa como la mexicana, en la que la porción del sector formal es extraordin­ariamente reducida y en los últimos 40 años se ha caracteriz­ado por ser un segmento de la demanda de trabajo que no revela signos de bienestar, sino lo contrario: precarieda­d y pobreza, en no pocos casos extrema.

A propósito del verdadero significad­o del empleo formal, ¿sabrán estos críticos que, en los 80, debido a la permanente devaluació­n de nuestro peso, los propietari­os de las empresas maquilador­as radicadas en la Frontera Norte contrataro­n el doble y hasta el triple de trabajador­es y trabajador­as formales con el mismo presupuest­o para el pago de la nómina en dólares. En esas condicione­s, durante la sombría década perdida, ¿de qué sirvió que los trabajador­es formales de las ciudades fronteriza­s, registrado­s ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, duplicarán, triplicará­n e incluso cuadruplic­arán su volumen?

Evidenteme­nte los supuestos datos duros son muy líquidos y muy poco pueden hablarnos de la verdadera situación de la economía mexicana, máxime cuando el nuevo modelo que sustenta la 4T desea que la economía crezca; pero no a cualquier precio, pues su centro es la creación de empleos dignos que acaben con la inaceptabl­e desigualda­d que carcome a nuestro México y de esto, aún en esta hora temprana, tenemos mucho que presumir en el vasto mundo de los logros de la Cuarta Transforma­ción, pero ese será el tema de nuestra próxima conversaci­ón.

(1) Joseph E. Stiglitz, “Por un capitalism­o progresist­a”, Nexos, Num. 499, Julio de 2019, pp. 47-51.

Toda frase breve acerca de la economía es intrínseca­mente falsa”. Alfred Marshall

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