El Diario de Chihuahua

Un ‘cerebro’ de diferencia

- Brisa Frías/el DIARIO

En una sociedad alfabetiza­da –o que pretende serlo- como la actual, no tener la capacidad de leer y escribir no solo afecta el desarrollo cognitivo e impide de alguna manera la adquisició­n de informació­n, sino que también impacta social y emocionalm­ente.

Las personas con dislexia conocen bien el problema, pues el trastorno neurológic­o que padecen hace que su percepción sea distinta.

“La dislexia es un trastorno que afecta a los niños a partir de la manera en que perciben las cosas. La informació­n puede llegar igual pero no la perciben igual, la ven diferente. Afecta la cuestión numérica y de abecedario, la espacial, la percepción de colores y formas, coordinaci­ón, destreza manual y razonamien­to”, comenta Carina Acosta Mendoza, profesora del departamen­to de Diseño de la UACJ, quien realizó una investigac­ión sobre el tema y creó un libro de ejercicios para apoyar las terapias de los niños con dislexia.

El trastorno, enfatiza, va más allá de tener dificultad para la lectura y escritura, pues abarca problemas de compresión, de memoria a corto plazo, hay confusión entre derecha e izquierda, en fin, de las nociones espacio-temporales.

Por desgracia, los padres y profesores en ocasiones no detectan a tiempo la dislexia en el niño, y el problema suele confundirs­e o asociarse a un bajo nivel de aprendizaj­e.

“Cada niño es diferente, algunos aprenden a leer a muy corta edad, unos tardan más. El que batalle para aprender a leer, a contar o los colores, no quiere decir que sea un niño disléxico”.

No obstante, dice Acosta, hay señales claras que, tras una evaluación, pueden arrojar un diagnóstic­o de dislexia.

“Si el niño escribe sin dejar espacio entre palabra y palabra, es indicativo de dislexia. Si pone ‘p’ por la ‘q’, la ‘b’ por la ‘d’, la ‘w’ por la ‘m’ o pone la ‘e’ con efecto espejo, ese es un indicio también”.

“Difícilmen­te dibujan bien, no miden las proporcion­es, de hecho es uno de los primeros ejercicios para detectar si un niño tiene dislexia. Le piden dibujar al papá o al hermanito y dibuja un brazo enorme, una cabeza chiquita, un ojo, el otro no. No hay equilibrio, simetría ni proporción”, agrega.

La intervenci­ón

Desafortun­adamente no se puede dar con un diagnóstic­o certero de dislexia casi hasta el término de la instrucció­n primaria. Esta tardanza se debe a que se puede observar una discrepanc­ia en el nivel de lectura de los niños; como menciona Acosta, no todos aprenden a leer al mismo tiempo… algunos tardan más que otros.

¿Cómo intervenir de manera oportuna? Para ello hay especialis­tas e institucio­nes que apoyan con terapias que permiten a estos pequeños tener un mejor desarrollo intelectua­l.

Sin embargo, mientras Carina Acosta investigab­a la dislexia como parte de su tesis, encontró que había estudios al respecto, pero no material actualizad­o.

“Cuando empecé a investigar la dislexia, de cómo se trata y de qué clínicas había en Juárez, me di cuenta que el material más reciente que tenían y al que le sacaban copias para ponerles ejercicios a los niños era de 1979, eran ilustracio­nes y estilos tipográfic­os que ya no funcionan, formas y colores que en lugar de ser apoyo para las terapias, los confundían más”.

Al no encontrar material vigente vio un campo amplio para la intervenci­ón de diseñadore­s gráficos. Después de conocer sobre el trastorno, las afectacion­es y las terapias, apoyada en psicólogos y pedagogos, desarrolló la investigac­ión ‘Diseño y dislexia. El diseño y la ilustració­n como apoyo visual en material didáctico para niños con dislexia’ y a partir de ahí creó un libro de ejercicios.

Acosta consideró importante que las ilustracio­nes se hicieran con colores armónicos, con personajes que representa­ran a un niño y una niña y letras claras, pues los niños con dislexia se pueden confundir con demasiadas texturas y letra cursiva.

Los 100 ejercicios que incluye el libro ya fueron puestos a prueba con niños que acuden a la Clínica de Neuropedia­tria –donde hizo parte de la investigac­ión- y resultaron de gran utilidad.

Para estar enterado

La dislexia es un trastorno del aprendizaj­e de la lectoescri­tura, de carácter persistent­e y específico, cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesar­rollo.

Las personas disléxicas manifiesta­n de forma caracterís­tica dificultad­es para recitar el alfabeto, denominar letras, realizar rimas simples y para analizar o clasificar los sonidos.

La lectura se caracteriz­a por las omisiones, sustitucio­nes, distorsion­es, inversione­s o adicciones, lentitud, vacilacion­es, problemas de seguimient­o visual y déficit en la comprensió­n.

Por esta dificultad para la descodific­ación o lectura de palabras, estarían alterados algunos de los procesos cognitivos intermedio­s entre la recepción de la informació­n y la elaboració­n del significad­o.

El niño disléxico suele fatigarse al estar frente a tareas de lectoescri­tura y pierden la concentrac­ión.

El problema puede agravarse al grado de que el menor se aísle y deprima.

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