Trump sigue sin aprender la lección
Lo que sucedió hace una semana en El Paso Texas justamente en ese territorio tan cercano que la mercadotecnia lo ha hecho sentir casi espacio propio a los chihuahuenses y connacionales que visitan ese lugar, “la tienda azul” como le llamara en su ya transcurrida infancia uno de mis nietos, ese lugar que por ser cercanos nos tocó a más de uno sentir como agresión propia, por la nada deseable mera probabilidad de haber sido convidados sin desearlo a esa fiesta de la tragedia, de verdad que esta tragedia tiene un fondo profundo que va más allá de lo sucedido la mera fecha trágica del 3 de agosto pasado en El Paso.
Para analizarlo le invito a la reflexión profunda de este artículo titulado “El perro no se llama Trump” de Miguel Ángel Ferrer y publicado ayer en Rebelión, aquí la reproducción:
“El pasado viernes 9 de agosto se cumplieron 74 años del bombardeo atómico de Nagasaki. Tres días antes Hiroshima había sido arrasada por otra bomba nuclear. Entre ambas ciudades perecieron más de 150 mil civiles. Los ataques fueron ordenados por el presidente Harry S. Truman, del Partido Demócrata.
Años antes todavía era habitual en Estados Unidos que la prensa sureña anunciara, a título de espectáculo, el linchamiento de un negro. El anuncio invitaba a las familias de la localidad respectiva a presenciar la macabra función. Desde hace décadas se repite como un gracejo el texto aquel que, colocado a la entrada de un establecimiento comercial cualquiera, prohibía la entrada a negros y mexicanos.
Quién no recuerda a Hillary Clinton celebrando a carcajadas la violación y el linchamiento del presidente Muamar el gadafi por las tropas mercenarias al servicio de EE.UU. que destruyeron Libia para adueñarse del país y de sus vastas riquezas petroleras. Y quién no recuerda igualmente las guerras de EE.UU. contra Afganistán e Irak que produjeron más de un millón de muertos. Y la guerra contra México en 1847 que representó para los mexicanos la pérdida de dos millones de kilómetros cuadrados.
Esto es EE.UU. Una sociedad dominada por la ideología racista, guerrerista, supremacista. Y el gobierno emanado de ella está hecho a su imagen
y semejanza. Donald Trump es un perfecto producto de esa sociedad. Un producto, no la fuente originaria.
Supremacismo, racismo y guerrerismo no desaparecerán con la salida de Trump, cuando ello acontezca, de la Oficina Oval, vendrán otros mandatarios semejantes a Truman, Clinton, Bush, Obama, Kennedy, Nixon.
Quizás la única diferencia entre Trump y sus antecesores sea la rudeza con que hace pública su ideología. No quiere a los mexicanos y lo dice a voz en cuello. Nada de hablar suavemente empuñando un gran garrote. Sólo empuñar el garrote.
Para México y otras naciones de piel oscura no cabe la esperanza de un cambio en la relación con EE.UU. ¿No decía Fidel Castro que los partidos Demócrata y Republicano eran el mismo perro con diferente collar? Pues igual pasa con los ocupantes de la Casa Blanca: cambia el collar pero ahí está el mismo perro.
El gran problema, el gran enemigo de México no es Trump, sino EE.UU. Pero la ideología pro yanqui y los mexicanos pro yanquis prefieren mirar de soslayo: “Cuando muera el perro se acabará la rabia”. Pero el perro no se llama Trump. Su nombre es imperialismo.”
Hasta aquí el artículo y de cierto aunque debe dejarse constar que el gesto de Donald Trump mecánico quizás, pero no por eso menos estúpido, en mi opinión por lo desafortunado dadas las circunstancias, al levantar su pulgar, mientras su esposa carga al pequeño de dos meses que perdiera a sus padres quienes le salvaguardaron con su cuerpo
El mandatario estadounidense levanta el pulgar en la imagen junto al menor de dos meses, Paul, hijo de Andre y Jordan Anchondo, quienes murieron para protegerlo. Según la crónica de The guardian, los hechos se dieron así:
“Andre protegió a su esposa y a su hijo de 2 meses, Paul, mientras que su esposa (Jordan), protegió (también) a Paul”, narra Tito Anchondo, familiar de la pareja en go Fund Me, una plataforma para recaudar fondos.
Elizabeth Terry, tía de Andre, contó a CNN que el bebé fue sacado debajo del cuerpo de su madre y sufrió fracturas en dos dedos.
En una entrevista con NPR, Tito comentó que su hermano, Andre, apoyaba a Donald Trump. También consideró que, aunque el presidente ha hecho “comentarios de mal gusto”, la gente ha malinterpretado lo dicho por el mandatario, en relación a las protestas que hubo el jueves ante su visita.
Trump no visitó a ninguno de los ocho sobrevivientes que aún se encuentran en recuperación en el hospital; tres de ellos porque se encuentran en una situación de pobreza o no hablan inglés, mientras que cinco rechazaron la oferta, de acuerdo con The guardian.
UN COLOFÓN A LA SEMANA NO DESEADO
Si mal inicia la semana dice el dicho a quién ahorcan el lunes, peor cierra la semana quien lo suicidan el sábado y eso podría haber sucedido con Jeffrey Epstein, el multimillonario estadounidense acusado de haber dirigido durante años una trama pedófila para explotar sexualmente a menores, ha sido hallado muerto este sábado en su celda, en una cárcel de Nueva York. Hace apenas dos semanas, Epstein, de 66 años, fue hallado inconsciente cuando intentó suicidarse, propósito que ha logrado este sábado, según han confirmado fuentes oficiales a The New York Times. Epstein, que se enfrentaba a una pena de hasta 45 años de cárcel, ha sido encontrado a las 7.30 de la mañana ahorcado. El Departamento de Justicia de EE UU ha explicado que el FBI está investigando el fallecimiento, que han calificado de “aparente suicidio”.
El financiero neoyorquino estaba internado en la misma prisión de alta seguridad en la que estuvo recluido durante más de dos años el narcotraficante mexicano Joaquín El Chapo guzmán, el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York. Esta cárcel, ubicada en Manhattan, es considerada una de las más seguras de EE.UU., por lo que tras su muerte han surgido algunas preguntas sobre cómo el multimillonario logró quitarse la vida. “Necesitamos respuestas, muchas”, ha escrito en su cuenta de Twitter la congresista demócrata de Nueva York Alexandria Ocasio-cortez. Epstein estuvo en vigilancia por riesgo de suicidio tras su incidente en el penal el pasado 23 de julio y recibió una evaluación psiquiátrica diaria, pero el 29 de julio regresó a su unidad especial sin vigilancia de suicidio, según ha informado The New York Times. Las autoridades aún no han explicado por qué se le quitó al magnate esta supervisión. Además, el fiscal general, William P. Barr, ha dicho en un comunicado que se abrirá una investigación especial para determinar qué ha ocurrido.
Epstein mantenía amistad con Trump o Clinton, pero en el momento en que el multimillonario fue acusado de reclutar a niñas para actos sexuales ambos líderes políticos trataron de alejarse de él. Trump, que hace años se refería a él como “un tipo estupendo”, dijo después que “no era admirador” suyo. Clinton, por su parte, que utilizó el avión de Epstein una veintena de veces para actividades relacionadas con su fundación, se desvinculó en un comunicado del millonario.
En la mansión que Epstein tenía en Nueva York, donde presuntamente se cometieron los abusos, es una casa en la que el millonario organizó cenas a las que acudieron Clinton y Trump, el empresario Leslie Wexner, dueño, entre otras firmas, de la marca de lencería Victoria’s Secret, además de millonarios como Mort Zuckerman y Sergey Brin, cofundador de google. En la mansión hay fotos de Epstein con otras personas influyentes, como el director de cine Woody Allen o el príncipe saudí Mohammed bin Salmán. Epstein solía alardear de la “colección” de amigos famosos que tenía.
Habrá que ver si algunos de ellos acude al rescate de su memoria ahora que las nefastas circunstancias lo han hecho parte de la historia.
SANTO NIÑO, DONDE EL ESPÍRITU SE HIZO BARRIO
Los vecinos de Santo Niño esperan con justa confianza que las acciones de defensa emprendidas a favor de sus canchas den frutos justos es en breve, todos así lo deseamos y esperamos.
La tragedia es una experiencia que ilumina el carácter"
Joyce Carol Oates