“Tu carrera no me sirve”
Obliga falta de oportunidades a egresados a trabajar en la informalidad
Alberto Cortez tiene 26 años y un par de ellos los ha dedicado, sin lograrlo, a encontrar un empleo que se ajuste a su perfil de egresado de su carrera universitaria. Con un título de ingeniería y una cédula profesional en sus manos, la precariedad laboral y la poca oferta en su campo lo ha orillado a trabajar en la informalidad.
“A veces es frustrante pensar que me partí el lomo por cuatro años para tener mi título, dar más del cien por ciento para sacar buenas notas, y terminar trabajando como mesero, en un call center o en la isla de una plaza”, comenta Alberto, quien es egresado de la carrera de Ingeniería en Desarrollo e Innovación Empresarial, en la Universidad Tecnológica de Chihuahua (UTCH).
Alberto salió de su carrera en 2014. Originario de Tamaulipas, cursó su carrera de ingeniería en la ciudad de Chihuahua, donde planeaba ejercer y vivir. Hacía prácticas en una empresa de telefonía y, al graduarse, trató de quedarse con el puesto, pero no lo logró. “No me aceptaron porque mi carrera no les servía”, cuenta Alberto, quien afirma que ha escuchado la misma frase una y otra vez.
“Busqué varios empleos en parques industriales, en bolsas de trabajo. Dejé currículums al por mayor, en físico y por internet y, realmente, nomás me hablaron para una entrevista en una planta de Ford”, cuenta el ingeniero, quien después de tratar por un largo tiempo en Chihuahua decidió mudarse con su familia a la Ciudad de México.
“Ahí Busqué lo mismo en mi ramo, pero no conseguía nada. Me empecé a estresar. Pensaba que ya llevaba mucho tiempo sin encontrar un empleo. En mi desesperación me dije: ‘ni modo’, y terminé trabajando de mesero, cajero en restaurantes, atendiendo islitas en centros comerciales; puro trabajo temporal, pero era la desesperación de encontrar chambas que no tenían nada que ver con mi carrera”, dice Alberto en un tono desesperado.
La capital del país es más letal. La competencia laboral en Chihuahua lo orillo a encaminarse en un terreno más accidentado para foráneos en una de las ciudades más grandes del mundo. “Nadie sabía de qué trataba mi carrera”, dice Alberto.
Él explica que la ingeniería que cursó en la UTCH es fungir como “doctor de empresas”: auditar un espacio laboral e identificar las fallas internas que afectan con la producción. “Mi trabajo es encontrar la raíz de ese problema y, con base en eso, trabajar para crear estrategias para optimizar o eliminar dicho penuria y convertirlo en área de oportunidad. Si eso no se atiende a tiempo, representaría mermas y pérdida de capital para la empresa”, explica.
Alberto insiste que tras explicar de lo que se trataron sus cuatro años de estudio, los entrevistadores seguían repitiendo la misma frase: “no me funciona tu carrera”, “no tengo dónde acomodarte” o “nosotros te hablamos”.
“Lo que nos decían (en la UTCH) es que son carreras que están hechas a las necesidades de la industria actual. Eran carreras nuevas, entonces te hacían el lavado de cabeza bien cañón y bien bonito. Cuando sales al mundo real es cuando te tocan los golpes, porque nadie considera la carrera como una ingeniería; es como un híbrido.
Alberto es sólo un ejemplo de miles de chihuahuenses que al egresar de su universidad se encuentra con un escenario enorme de desempleo y falta de oportunidades.
También es el caso de Ramiro Jiménez, egresado de la carrera de Música especializada en guitarra Jazz, de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH). Ramiro no ejerce lo que estudio, aunque recuerda haber dado clases por varios años como empleado mal pagado como profesor en una escuela particular. “Me pagaban mil 500 pesos a la semana, aunque no trabajaba tantas horas, podía mejorar”, cuenta.
La falta de oportunidades laborales y la mala paga lo orillaron, al igual que Alberto, a trabajar en empleos ajenos a su licenciatura: trabajador de un bancos, tiendas empresariales, de electrónica.
Actualmente Ramiro trabaja como empleado en una empresa que ofrece servicios de atención al cliente. “Ganó más que un maestro de música y el ambiente laboral es más relajado”, admite el músico.
Al igual que Ramiro, el ingeniero Alberto Cortez encontró una solución la cual, confiesa, le dará mayores ganancias. “Me quedé sin trabajo y con lo poco que tenía ahorrado fui a comprar relojes; los empecé a vender y me fue bien. Ahora estoy empezando de barbero y peluquero a domicilio, y honestamente, viendo números, me va a ir mucho mejor haciendo este trabajo que ejercer mi carrera”, cuenta el egresado de la UTCH.
El términos generales, cada vez hay mayores jóvenes que se suman a las listas de profesionales que emergen al mundo laboral para buscar empleos y ejercer los conocimientos que adquirieron durante cuatro o cinco años de carrera universitaria.
La UACH, por ejemplo, registró un incremento del 14 por ciento en las solicitudes de fichas para estudiantes de nuevo ingresos para sus 57 carreras, pasando de 4 mil 301 durante el primer semestre de 2018 a 4 mil 916 en el mismo periodo del año en curso.
“La gente cree que la cuestión es que queremos ganar decenas de miles de pesos al mes”, acepta Alberto, “a mí ya no me importaba ganar poco, lo que quería era trabajar y ganar experiencia por lo que estudié, en lo que di tanto. En un punto de desesperación yo dije a un entrevistador que no me importaba lo que me pagaran al inicio; yo quería demostrar que podía hacer el trabajo, pero no pude. Uno llega a humillarse”.