Jonrón del Peje
Rosario Robles Berlanga es la primera política famosa del sexenio corrupto de Enrique Peña Nieto, que pisa el bote. La que fuera poderosa secretaria de Estado (Sedesol y SEDATU) y jefa de gobierno del Distrito Federal en sustitución de Cuauhtémoc Cárdenas, fue vinculada a proceso por el presunto desvío de más de 5 mil millones de pesos, durante su gestión como funcionaria federal.
La investigación realizada por un medio informativo (Animal Político), que hizo el trabajo que le correspondía a la entonces PGR, destapó uno de los escándalos de corrupción más sonados del sexenio peñista.
De las pesquisas realizadas hasta ahora, surgió el nombre de José Antonio Meade, ex secretario de Estado con Calderón y Peña, y excandidato presidencial del PRI. Se espera que en las próximas semanas sean citados a declarar otros funcionarios de primer nivel de la pasada administración, entre ellos un exgobernador de Chihuahua.
Rosario no es la primera famosa peñista que es perseguida por la justicia federal, porque el director de PEMEX, Emilio Lozoya Austin, es buscado por la Interpol, para que rinda cuentas sobre las acusaciones de lavado de dinero que pesan sobre él.
Recordemos que, al principio de este sexenio, el presidente de México absolvió a priori a cualquier famoso que haya trabajado con su antecesor; de hecho, anticipó que su excorreligionaria era un chivo expiatorio de la estafa maestra.
Con la reclusión preventiva de seis meses en el penal de Santa Martha Acatitla que dictó el juez que conoce del caso Robles, se desprende que las palabras de Andrés Manuel con relación de no enviar a la cárcel a colaboradores muy cercanos de Peña Nieto, fue sólo una expresión buena onda. Los hechos hablan por sí solos.
En el plano político, los beneficios mediáticos que obtendrá la administración de López Obrador en el corto plazo, sin duda alguna repercutirán en su favor. Las órdenes de aprehensión libradas contra peces gordos y con uno en el bote, traerá dividendos a la 4T.
Con Chayo en el bote, al presidente y a MORENA les será de gran utilidad en las siguientes semanas y servirá de blindaje para contrarrestar los calambres que surjan por la desaceleración económica y la pérdida de empleos, cuando se conozcan los resultados a finales de año.
La bandera de terminar con la corrupción es bien vista por los ciudadanos; además, ese fue uno de los argumentos más sólidos de AMLO como candidato. Cuando bajó el tono del ataque frontal al huachicoleo, la imagen del presidente venía desinflándose por diversas razones, pero con la bandera de encerrar a los corruptos ondeando en lo más alto, no hay ganso que se ahogue.
Ahora bien, todavía falta mucho por ver, entre otras cosas, que se cumplimente la orden de captura contra Emilio Lozoya y sean citados los otros peces gordos. Sin embargo, el respetable al que quiere ver en la pecera es al tiburón, es decir, a Enrique Peña Nieto.
Creo que el Presidente compró un buen blindaje para los siguientes meses, al menos hasta que se cumplan los seis de prevención que le ordenaron a Robles Berlanga. Durante este tiempo la Fiscalía General de la República podrá presentar las pruebas que sustenten la acusación para que la exfuncionaria peñista continúe en prisión.
Si el asunto se cae, liberan a la Rosario, no hay más detenidos y no se recupera el dinero desviado, la caída puede ser mortal, porque la raza no soportaría un engaño más.