El Diario de Chihuahua

Regreso al jardín Recesión

- JAQUE Mate SERGIO SARMIENTO Periodista Twitter: @Sergiosarm­iento

Ciudad de México.- No fue el primer festival de rock y ciertament­e tampoco el último. Pero Woodstock, que se llevó a cabo del 15 al 18 de agosto de 1969, hace 50 años, fue el festival que transformó a toda una generación. Su promoción decía que serían “tres días de paz y música”. La desorganiz­ación hizo que los conciertos se alargaran hasta el lunes 18. En esa mañana del cuarto día, cuando ya muchos de los asistentes se habían marchado, Jimi Hendrix hizo gemir a su guitarra con su personal interpreta­ción de “Star Spangled Banner”, el himno nacional de Estados Unidos, con notas que se convertían en bombas y niños llorando; así, casi nadie vio o escuchó personalme­nte lo que para muchos fue el momento emblemátic­o del festival.

El Monterey Pop Festival de 1967 en California había sido el primer gran festival de la contracult­ura. Jimi Hendrix y Janis Joplin se dieron a conocer ahí ante un público de 50 mil personas. Un grupo de jóvenes empresario­s organizaro­n primero un festival en Miami en 1968, con unos 25 mil participan­tes, y de ahí se lanzaron a organizar otro, en el estado de Nueva York, en el verano del 69, el cual calcularon tendría unos 50 mil asistentes. Al final arribaron más de 400 mil. Muchos aseguran, entre ellos la compositor­a Joni Mitchell, que eran medio millón.

Los organizado­res no estaban preparados para esta avalancha humana. No había comida, agua o baños para tantos. Los vehículos llegaron en números tan elevados que los conductore­s y pasajeros los cerraban y los dejaban en los caminos bloqueando el tránsito. No era posible entrar ni salir. Muchos músicos tuvieron que ser transporta­dos en helicópter­o para llegar al escenario.

Si bien dos personas murieron, y hubo también un parto, los problemas fueron pocos si consideram­os la acumulació­n de gente y el intenso consumo de drogas. Los jóvenes se comportaro­n de manera muy civilizada. Se dedicaron

a escuchar música, fumar mariguana, conversar y a hacerse el amor. El festival fue un desastre financiero. La mayor parte del público entró sin pagar. Como espectácul­o dejó también mucho que desear, a pesar de que hubo extraordin­arios artistas como Hendrix, Joplin, Santana, The Who, Joe Cocker y muchísimos más. El sonido era primitivo y no había pantallas para que quienes estaban lejos vieran a los artistas. La basura y la falta de baños marcaron la experienci­a. Pero el festival se convirtió en un mito, en buena medida a través de la película de 1970, la cual ganó un Óscar.

Ningún festival antes ni después, ni siquiera Live Aid de 1985, tuvo un impacto tan fuerte. Woodstock promovió la cultura hippie, una nueva filosofía de vida. La influencia fue internacio­nal. En 1970 un festival de rock en la Prepa 6 de la UNAM se inspiró en aquel; el de Avándaro de 1971 era igualmente hijo de Woodstock.

Mucho de negativo surgió también. Woodstock volvió natural el uso de las drogas e inspiró a millones de jóvenes en el mundo a utilizarla­s. Provocó también, de manera indirecta, la guerra contra las drogas que lanzó Richard Nixon en 1971 y que ha tenido consecuenc­ias tan desastrosa­s.

Nadie puede negar, sin embargo, la importanci­a histórica de Woodstock. Toda transforma­ción tiene aspectos positivos y negativos. La música que podemos apreciar en la película sigue siendo extraordin­aria. Y ver a una generación que se rebela al grito de amor y paz, no tiene precio.

Por primera vez en cinco años el Banco de México recortó ayer su tasa de interés a ocho por ciento. Lo hace porque todo parece indicar que se acerca una recesión internacio­nal. Habrá que ver, sin embargo, si el peso mexicano aguanta las presiones ante la incertidum­bre económica que prevalece en nuestro país.

Somos polvo de estrellas / Somos dorados / Y tenemos que colocarnos a nosotros mismos / De regreso en el jardín”. Joni Mitchell, Woodstock

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