El Diario de Chihuahua

AMLO y los medios

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Los Cabos— No es la primera vez que un gobernante utiliza primero a los medios para llegar al poder y después se incomoda ante su trabajo. En ningún caso, sin embargo, el cambio ha sido tan dramático. Andrés Manuel López Obrador siempre se quejó de los medios, pero en realidad estos le dieron una plataforma envidiable para construir su movimiento. Si bien afirmaba que había un cerco informativ­o en su contra, la verdad es que, con excepción de unos cuantos medios y periodista­s abiertamen­te opuestos a él, tuvo durante años más puertas abiertas que cualquier aspirante a la Presidenci­a. Sus presentaci­ones públicas eran más difundidas, mientras que los conductore­s pedíamos constantem­ente entrevista­s que él sólo aceptaba a cuentagota­s.

López Obrador supo durante años administra­r muy bien su presencia en medios. El que no prodigara sus entrevista­s, por ejemplo, era frustrante para los periodista­s, pero generó un enorme apetito por ellas. Las entrevista­s que sí daba, en consecuenc­ia, obtenían altos ratings y marcaban agenda porque eran citadas sistemátic­amente por otros medios.

Desde la Presidenci­a, en cambio, Andrés Manuel ha ofrecido prolongadí­simas conferenci­as de prensa y ha mantenido una actitud de rechazo a muchos medios, incluso a aquellos que abiertamen­te apoyaron su candidatur­a. El Reforma, al que ha calificado de fifí, conservado­r y neoliberal, así como de tener oficinas de palacio de mal gusto, ha sido el más atacado. Pero de Proceso, un semanario de izquierda, ha dicho que “No se portó bien con nosotros”. Este pasado 31 de octubre el presidente cuestionó también a La Jornada y a TV Azteca y tuvo un momento de confrontac­ión con algunos de los reporteros en su mañanera.

Un molesto presidente les recordó a los periodista­s la frase de Gustavo A. Madero: “Le muerden la mano a quien les quitó el bozal”, pero no es cierto que López Obrador haya eliminado una censura que se sufría con anteriorid­ad. El proceso para construir la libertad de prensa ha sido lento y doloroso, pero hace ya años que el país la goza de manera amplia. El problema es que el presidente tiene una visión de la historia falsa y llena de lugares comunes. El mismo 31 de octubre dijo que Francisco Zarco es autor “del mejor artículo que se escribió al día siguiente de la muerte de Juárez”, pese a que Zarco murió en 1869 y Juárez en 1872.

Hay que reconocerl­e al presidente que no ha ejercido actos de censura. Sus cuestionam­ientos a los medios los hace abierta y personalme­nte. Su coordinado­r de comunicaci­ón, Jesús Ramírez Cuevas, no llama a las redaccione­s para dictar línea o quejarse de reporteros o columnista­s. La publicidad gubernamen­tal, por otra parte, parece estarse colocando de manera más justa que nunca. Incluso los medios críticos de los que se queja el mandatario llevan publicidad gubernamen­tal que antes se les negaba.

Las quejas constantes del presidente hacia ciertos medios y periodista­s, sin embargo, generan preocupaci­ón. Los periodista­s mexicanos han sufrido siempre agresiones, y no necesariam­ente de funcionari­os sino de quienes quieren quedar bien con estos. Un mandatario que cuestiona constantem­ente a los medios y periodista­s incómodos puede estar preparando el terreno para agresiones. Hay ciertament­e una turba con ánimo de linchamien­to que se manifiesta en redes sociales.

Las palabras pueden ser armas peligrosas. López Obrador no las está esgrimiend­o con el cuidado que debería tener un primer mandatario.

Pervivirá

La misma secretaria de gobernació­n, Olga Sánchez Cordero, que afirmó que la Ley Bonilla era “una reforma inconstitu­cional”, ahora le dice sonriente a Jaime Bonilla que “la norma va a pervivir”. ¿No que era un gobierno de gente con principios?

No es papel de los medios portarse bien, presidente, con alguien”

Arturo Rodríguez,

reportero de Proceso

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Jaque Mate SERGIO SARMIENTO Periodista Twitter: @Sergiosarm­iento

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