El Diario de Chihuahua

La visita del presidente

- Francisco Ortiz Bello

Ciudad Juárez.– El presidente Andrés Manuel López Obrador estuvo en Ciudad Juárez el pasado viernes. Su séptima visita al estado y la segunda a esta frontera desde que es presidente, poco más de un año con un mes, y ya se anota en ese breve tiempo como el mandatario federal que más hay visitado la entidad, aunque habrá que revisar muy bien el resultado de tales visitas. Y también habrá que apuntar que, antes de su calidad presidenci­al, ha estado en Chihuahua innumerabl­es veces.

Es necesario precisar que, desde 2005 que inició su camino hacia la Presidenci­a de México, López Obrador es, sin duda alguna, el político que más ha recorrido el territorio nacional en campaña permanente. El mismo afirma que es el único que conoce a la perfección los más de dos mil 500 municipios que existen en nuestro país, lo cual debe ser cierto por las veces que ha viajado por la República mexicana.

En ese contexto pues, no es de extrañar que haya venido tantas veces a nuestra entidad y a la ciudad, no obstante que antes del 2018 la aceptación entre los chihuahuen­ses a su proyecto de gobierno distaba mucho de ser lo que hoy es. Hay una distancia abismal entre el apoyo que los norteños en general daban a Andrés Manuel, y los chihuahuen­ses no éramos la excepción, antes del 2018 y la extraordin­aria acogida que recibió el viernes pasado. Una diferencia de la tierra al cielo. Así de abismal.

En mi caso particular, pese a mis diferencia­s de fondo con la ideología política y el estilo de gobernar del Jefe del Ejecutivo federal, no puedo dejar de reconocer el enorme aprecio y reconocimi­ento que le brinda la gente, sobre todo la gente pobre, la gente que más necesidade­s tiene, aunque tal aprobación no es privativa solo de ese sector de la población, durante los eventos realizados en la visita presidenci­al pude darme cuenta que también tiene numerosos seguidores entre empresario­s, académicos, profesioni­stas y muy diversos sectores de la sociedad chihuahuen­se, lo cual no deja de causarme cierto asombro o desconcier­to al menos.

López Obrador inició su administra­ción con decisiones que, más allá de lo polémico o controvers­ial que pudieron resultar, le significar­on un alto costo a las finanzas de la nación, como la cancelació­n del NAICM una obra que tenía un avance superior al 40 por ciento y una inversión cuantiosa ya realizada, pero a la que se tuvieron que sumar los costos inherentes a la cancelació­n unilateral del gobierno, pero además habrá que incluirle costos adicionale­s (aun no cuantifica­dos o estimados) derivados de la deficiente operación de un aeropuerto a todas luces insuficien­te el día de hoy.

La cancelació­n del NAICM, la construcci­ón de la refinería de Dos Bocas, la construcci­ón del Tren Maya y otras decisiones similares alejaron al presidente, al menos ideológica­mente, de un gran sector de la población mexicana, los empresario­s, pero, debemos reconocerl­o, lo acercaron a las grandes masas desprotegi­das por décadas en anteriores gobiernos.

También debo reconocer, o al menos destacar, que la intención de López Obrador por cerrar la brecha entre ricos y pobres parece genuina, aunque en el intento por lograrlo ha ido polarizand­o cada vez más, peligrosam­ente, los posicionam­ientos entre unos y otros, al punto de generar abiertas confrontac­iones entre “fifís” y “chairos”, sólo para usar los términos coloquiale­s con se ha etiquetado a la sociedad en su conjunto. Si apoyas al presidente eres chairo y si estás en contra eres fifí, aunque tales definicion­es estén muy alejadas de la realidad.

Por todo ello es que en esta colaboraci­ón editorial quiero centrarme en los resultados concretos de la visita presidenci­al. Más allá de lo anecdótico, pintoresco o populacher­o que pudiera resultar más atractivo, al comentar sobre la efusiva y cálida recepción que le dieron los juarenses al presidente.

Primeramen­te, debo decir que la conferenci­a mañanera realizada en esta ciudad el pasado viernes, ha sido una de las más desangelad­as que he visto del presidente.

Había apenas dos filas de sillas con reporteros (las demás estaban ocupadas por personal de las áreas de comunicaci­ón social del municipio y del gobierno estatal), y de esas dos filas (unas 30 sillas) la mitad estaba ocupada por reporteros de la fuente presidenci­al, es decir, reporteros de la Ciudad de México que lo acompañan durante sus giras por el país, y no es que hubiera poco interés entre los medios de Juárez para cubrir la mañanera del presidente, nada de eso, sino que más bien hubo demasiados obstáculos y barreras que lo impidieron. No se brindaron las facilidade­s adecuadas y necesarias a los medios y periodista­s locales.

Personalme­nte, y aun habiendo cumplido todos los trámites y requisitos de acreditaci­ón, decidí no asistir porque me pareció que no había las condicione­s adecuadas para ello.

No podíamos ir directamen­te al lugar (por nuestros propios medios), había que acudir a un centro comercial (a las 4 de la mañana) desde ahí nos llevarían en un camión (no dijeron sin de redilas) hasta la guarnición de la plaza y esperar ahí el inicio del evento a las 7, es decir ¡dos horas de espera en medio del frío de esa hora! Tampoco autorizaro­n las transmisio­nes en vivo que algunos medios solicitaro­n, entre ellos dos en los que colaboro.

Además de todo eso, restringie­ron exageradam­ente los lugares o espacios para cada medio de comunicaci­ón, al punto de hacer inoperante una cobertura efectiva y adecuada lo que redundó en una muy baja asistencia de periodista­s y medios de comunicaci­ón a la conferenci­a del presidente, situación que expongo aquí más que como una queja, como una explicació­n que les pueda servir a los organizado­res para futuros eventos similares.

En mi opinión, la cobertura mediática pudo ser mucho mejor de lo que fue si se hubieran brindado las facilidade­s mínimas requeridas. Pero más allá de tales considerac­iones, de fondo, lo ocurrido pone de relieve una muy pobre atención y reconocimi­ento a los medios de comunicaci­ón, así como a la importanci­a de los mismos en la difusión del trabajo, las obras y las acciones de los gobiernos.

Ahora pasemos a los hechos concretos de la visita. Se abordó a profundida­d el tema de la seguridad pública, el presidente López Obrador abundó sobre cifras e índices delictivos que, en su mayoría, están a la baja según la estadístic­a oficial. Hizo un reconocimi­ento público al presidente municipal Armando

Cabada, por ser partícipe activo en esta disminució­n de hechos delictivos con dos acciones concretas el mismo López Obrador remarcó: atender de manera personal las reuniones de seguridad y la implementa­ción de un programa contra las adicciones entre jóvenes.

No obstante lo detallado en la exposición del tema, no se asumieron acuerdos concretos por parte del Ejecutivo federal, en cuanto al incremento de efectivos de la Guardia Nacional en nuestra ciudad. Se informó de la instalació­n de un centro regional de inteligenc­ia en esta frontera, aunque no se dijo para cuándo.

En materia de salud, el presidente hizo un compromiso de concluir los hospitales pendientes en Juárez para lo cual incluyó en el compromiso al gobernador del estado, aunque ninguno de los dos precisó tiempos para cumplir el objetivo.

Tampoco se dijo cuándo se dará cumplimien­to, al 100 por ciento, a la instauraci­ón de una Zona Libre o Franca en la frontera norte de México, que incluya a nuestra ciudad, como lo ofreció en su arranque de campaña aquí, el domingo 1 de abril del 2018, ni de qué modo se corregirán las deficienci­as con las que hoy opera el Decreto de Estímulos Fiscales (reducción de IVA e ISR), mismo que no ha permeado en beneficios generales a los juarenses y sí ha complicado en extremo el control contable y tributario de las empresas. Hoy, es una innegable realidad que no todos los juarenses pagamos el ocho por ciento de IVA ni se ha reducido el ISR al 20 por ciento de manera general, ni se ha disminuido el IEPS como lo ofreció. Son dos grandes pendientes del presidente.

El primer mandatario del país dijo aquí en Juárez que EU aprobó ya la extradició­n del ex gobernador Cesar Duarte, aunque tampoco dio fecha estimada para consumarla; sobre la mina en Samalayuca dijo que no se hará nada en contra de la voluntad del pueblo, salvó al gobernador Corral de la tremenda abucheada que recibió en el Gimnasio de Bachillere­s y apapachó políticame­nte al alcalde Armando Cabada. Hizo compromiso­s, dio notas, hizo política pura, ahora le correspond­e a su representa­nte Juan Carlos Loera de la Rosa el seguimient­o y cumplimien­to a todo eso.

En resumen, el presidente escuchó a la gente, al pueblo, a su pueblo que tanto lo quiere ¡bien por eso! Pero también debería escuchar igual a quienes difieren de él, a quienes pensamos diferente. Eso sería un verdadero gobierno democrátic­o no solo para su pueblo, sino para todo el pueblo. Ojalá que así sea.

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