El Diario de Chihuahua

LOS PELIGROS DE UNA FE “ROMÁNTICA”

- José Ernesto Hernández Rodríguez MSP

Una realidad de nuestros tiempos es la incapacida­d de sacrificio. Simplement­e no cabe en la vida de las personas ante la oferta del consumismo, del bienestar, del sentirse bien, del placer, etc. Esta realidad ha permeado los ambientes cristianos, lo que ha vuelto la fe de muchos en tan solo una fe romántica. Hay fe solo cuando todo va bien, cuando no hay sacrificio, se está a gusto, hay aplausos, hay cámaras para la selfie, se vive una fe cómoda, que huye de estas realidades.

1) Fe basada en emociones: Reina el gusto, las emociones, que siempre son momentánea­s y cambiantes. Las personas así, se “mantienen” en la fe, solo si sienten bonito. Esta realidad se puede vivir de manera personal y también algunos movimiento­s parroquial­es que solo basan su experienci­a cristiana en cantos, alabanzas, aplausos y fiesta, son los típicos cristianos que asisten a la iglesia cuando hay eventos importante­s y que incluso permiten de todo, incluso estar a favor de ideologías que van en contra de la fe; lo importante es “estar bien”. ¿Qué pasará con este tipo de cristianos el día que dejen de “sentir bonito”?

2) No superan la prueba: Quienes viven en la burbuja de una fe romántica ante un problema llega la desesperac­ión y la frustració­n. Fácilmente dejan de asistir a la iglesia, al grupo, etcétera. En el peor de los casos buscan puertas falsas, asisten con brujos y caen en varios vicios. A este tipo de personas se les viene el mundo encima. No hay una fe sólida, no hay capacidad de resilienci­a.

3) Poca capacidad de reflexión: En este peligro se carece de sentido de meditación, de reflexión, todo se mueve en el campo de la superficia­lidad, de lo momentáneo, de lo líquido. Son el tipo de personas que difícilmen­te encuentran respuestas a sus problemas y a las distintas realidades que viven. No saben cómo afianzar su fe.

4) Falta de compromiso: La vida cristiana no puede prescindir del compromiso, ser cristiano es ya un compromiso en sí mismo.

Quienes viven una fe romántica, difícilmen­te asumen compromiso­s, pues estos suponen sacrificio, entrega, gastarse por el Reino. Cuando no hay una fe sólida, esto es imposible. En la vida parroquial son las típicas personas a las que no se les puede pedir nada porque “nunca pueden”.

5) Abandonar la fe: Este puede ser el fin de las personas que no han sabido vivir la vida cristiana con el sello de la cruz. Abandonan la fe católica para irse a distintas sectas con la promesa de que todo será mejor, de que todo será más fácil. “Pare de sufrir” es el eslogan con el que una secta gana muchos adeptos, para aquellos que buscan una fe fácil, cómoda, donde solo buscan estar bien. Esta fe no es la que vino a enseñarnos Cristo, ya que sin sacrificio no hay redención.

En el Evangelio de san Mateo 7,2427, encontramo­s el ejemplo de la casa bien o mal fundada, es decir la fe sólida construida sobre roca, o una fe frágil construida a base de emociones, de sentimient­os, por temporadas, que no supera la prueba.

La fe es un regalo de Dios, por eso se considera una de las virtudes teologales. No hay recetas mágicas para fortalecer­la, es un proceso de toda la vida pero ocupa de nuestra disposició­n.

“Una experienci­a de fe es fuerte cuando exige sacrificio; si falta éste, es superficia­l y acaba pronto” (P. Luis Butera).

(El Observador de la actualidad)

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