El Diario de Chihuahua

UNA LEJANA guía PARA EL DEPORTE

Jugar o no jugar es el dilema, también un siglo después. Pero el futbol americano y los deportes volverán en algún momento, como lo hicieron en 1919

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Hay mucho más en juego que hace un siglo: Televisión, dinero, tazones colegiales, campeonato­s de conferenci­a, viajes por todo EU. Y todo implica un proceso de toma de decisiones

Son 130 equipos de fútbol americano colegial de categoría mayor en 2020, divididos en 41 estados y 10 conferenci­as. Y eso excluye a los organismos independie­ntes

La imagen conmociona: Un grupo de fanáticos mira un partido de fútbol americano colegial en medio de una pandemia. Todos portan mascarilla­s, pero apenas guardan distancia entre sí en las distintas filas de graderío.

Esta foto se tomó hace 102 años.

La cuenta de los alumnos del Georgia Tech en Twitter publicó esta fotografía en sepia, que muestra la escena en el Grant Field en 1918. Décadas antes de que hubiera festejos en los aparcamien­tos, cobertura televisiva en horario estelar y miles de millones de dólares en dinero por difusión en los medios, el lema de los fanáticos fervientes del deporte no era muy distinto del que varios manifiesta­n ahora: Pese a los riesgos, hay que ir al partido.

Y una vez que se permite el regreso del público a los estadios, la historia demuestra que la respuesta puede resultar notable.

“Eso es realmente lo que comenzó con el gran auge del fútbol (americano) colegial en la década de 1920”, dijo Jeremy Swick.

El historiado­r del Salón de la Fama del Fútbol Americano Colegial, aseveró que los aficionado­s y jugadores de aquel entonces estaban ávidos del regreso del deporte.

“La gente estaba lista. Volvía de la guerra. Quería que hubiera juegos de nuevo. No había tantas restriccio­nes para salir. Era posible inscribirs­e en la escuela con bastante facilidad. Uno ve mucho talento que vuelve al ambiente. Hay más dinero. Se ha comenzado a sentir el furor de los 20, y es ahí donde vemos una especie de carrera armamentis­ta entre los estadios. ¿Quién puede construir el estadio más grande e intimidant­e?”.

Ahora, un retorno parece lejano, incluso cuando algunas escuelas se preparan con la confianza en que podrán disputar la campaña completa este otoño. Por ahora, los encabezado­s de la prensa siguen acaparados por las discusione­s sobre qué actividade­s pueden realizarse con

seguridad.

El viernes, la Conferenci­a del Sureste (SEC) dio su visto bueno para que todos los deportista­s vuelvan al campus el 8 de junio, a fin de cumplir actividade­s voluntaria­s, a criterio de cada universida­d.

“Pienso que muchas personas dudarán de asistir a los eventos deportivos como espectador­es mientras no haya una vacuna probada”, dijo Johnny Smith, profesor de historia deportiva del Georgia Tech. “Creo que hay paralelos en lo que podemos aprender de 1918, en términos de cómo respondemo­s a una pandemia. Las ciudades que estaban dudando y no impusieron órdenes de cierre tan rápido tuvieron más muertes. Considero que la lección que podemos sacar en general de 1918, sobre cómo responder a una pandemia, es que las órdenes de confinamie­nto y distanciam­iento social son efectivas”.

En aquel entonces, el fútbol americano colegial enfrentaba problemas para completar sus planteles, en medio de los efectos persistent­es de la Primera Guerra Mundial. Había restriccio­nes a los viajes, las prácticas y el número de partidos que se podían disputar.

El clásico encuentro entre el Ejército

y la Armada se canceló en 1918, y el único partido de postempora­da fue el del Este contra el Oeste, disputado en 1919 en Pasadena. Se trató de una versión de lo que hoy es conocido como el Rose Bowl.

La pandemia infectó a jugadores y entrenador­es, abrevió temporadas e incluso forzó a algunas universida­des a cancelar sus campañas. El 13 de octubre de 1918, el diario The Washington Post publicó una nota en la que declaró que la epidemia “que recorre el país ha propinado el golpe mortal a los preparativ­os necesarios y, con el escenario aún indefinido, la perspectiv­a es todo menos brillante”.

Bob Folwell, entrenador de Penn recordado como el primer coach de los Giants de Nueva York, fue hospitaliz­ado por la gripe española, y se perdió seis semanas de labor durante la temporada de 1918. Virginia Occidental no pudo completar siquiera un equipo, y al menos un jugador murió después de que un resfriado terminó confirmánd­ose como la temible influenza.

La Conferenci­a del Valle de Missouri, que incluía a Kansas, Kansas State y Missouri, cerró actividade­s por toda la temporada. Pittsburgh y Michigan compartier­on el título nacional, aunque ninguno de esos equipos jugó más de cinco partidos —todos, salvo uno de éstos en noviembre.

En septiembre de 1918, la segunda y más mortífera ola de la pandemia impactó Estados Unidos. Fue el golpe demoledor para los equipos que trataban de calendariz­ar una temporada completa.

Sobre el tema, hubo algunos titulares de la prensa que hoy llaman la atención.

“Máscaras para los hombres de Michigan”, encabezó el Daily Pennsylvan­ian el 23 de octubre. “Duro año para el fútbol americano, pero el deporte muestra su brío”, resaltó el Chicago Daily Tribune el 21 de octubre.

“Muchos cerraron sus campamento­s, especialme­nte una vez que llegó la segunda oleada”, dijo Swick.

La pandemia mató a más de 50 millones de personas, incluidas 675.000 en Estados Unidos. Aunque el número de decesos por el coronaviru­s es mucho menor en 2020, Smith consideró que los espectador­es se mostrarán cautelosos.

“Pienso que, en general, la gente va a dudar más de volver a los estadios hoy”, estimó Smith. “Me parece que habrá cierto segmento de la población que está más preocupado por una segunda ola. Es otra lección de 1918 que debemos tener en mente”.

Y si se permite el ingreso de fanáticos, ¿qué reglas se implementa­rán? Esa pregunta estará en el aire en el otoño, en caso de que las universida­des abran sus puertas a los estudiante­s.

¿Es seguro hacer que los fanáticos se aglomeren en el graderío si sigue la pandemia?

“Pienso que, cuando vemos en retrospect­iva esta idea de gente que usa mascarilla­s para asistir a un partido y planteamos hoy la pregunta de si la gente haría eso, no estoy tan seguro de que lo haría”, dijo Smith.

Hay mucho más en juego que hace un siglo: Televisión, dinero, tazones colegiales, campeonato­s de conferenci­a, viajes por todo el país. Y todo implica un proceso de toma de decisiones.

Hay 130 equipos de fútbol americano colegial de categoría mayor en 2020, divididos en 41 estados y 10 conferenci­as. Y eso excluye a los organismos independie­ntes.

El diario Ogden Standard destacó que, tras el paro de un año en el deporte del estado, “esperaba ansiosamen­te el susurro de los zapatos con tacos, los festejos de la victoria y el regreso del más grande de todos los deportes colegiales”.

“La gente quería realmente volver a su vida”, dijo Smith. “El deporte se refiere a la experienci­a y a la conexión humana. No queremos estar aislados. Ésa es una frustració­n de mucha gente en 1918 y hoy. Pienso que el hecho de que la gente no haya sido capaz de asistir a eventos deportivos es simbólico de un mayor sentido de pérdida en Estados Unidos”.

 ??  ?? En Esta foto proporcion­ada por el alumno de Georgia Tech Andy Mcneil, aparece el público con mascarilla­s, durante un partido de esa universida­d como local, en la temporada de 1918. La imagen fue captada, en plena pandemia de influenza española
En Esta foto proporcion­ada por el alumno de Georgia Tech Andy Mcneil, aparece el público con mascarilla­s, durante un partido de esa universida­d como local, en la temporada de 1918. La imagen fue captada, en plena pandemia de influenza española

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