El Diario de Chihuahua

El ejemplo de los burritos en la reapertura

- VIENE DE LA 1A

Han ocasionado desolación, luto y dolor las tenazas del coronaviru­s en Chihuahua. No es todo, también han provocado impotencia y mucho enojo por la imprevisió­n y manejo errático mostrado por el Gobierno del Estado con las restriccio­nes generales, causantes de otro mal igual de grave que la afectación a la salud, el económico.

Tenemos para este domingo en versión impresa y digital de La Columna un par de tímidas imágenes que muestran lo que pudo haber sido y no fue pero que puede concretars­e en los siguientes días como muestra de que la tremenda lección ya fue aprendida y que la sociedad está lista para regresar paulatinam­ente a la “nueva normalidad”.

Son las mesas y las sillas de un negocio de burritos con una sola mesa ocupada, otras más dispuestas a distancia suficiente entre unas y otras, y clientes en sus vehículos. Suficiente gel antibacter­ial y los trabajador­es con sus respectivo­s cubrebocas.

Esperemos no se le ocurra al estado tratar de imponer sanciones a ese y otros lugares que discretame­nte han reiniciado labores.

Un mes sin ingresos es muchísimo tiempo para familias que viven en ese tipo de economías. Dos meses es el acabose y tres el desastre. Para allá pinta el gobernador, Javier Corral, y su tiránico semáforo cuya única claridad es que todo sigue igual en la suspensión de actividade­s incluso con limitación injustific­ada en las denominada­s nuevas esenciales.

Es un plan que en lugar de asumir una responsabi­lidad plena en la reactivaci­ón, aprieta más el cuello de los chihuahuen­ses. Poco sustento tiene cuando siguen los muertos y los contagiado­s, porque la sana distancia se ha convertido en una simulación general que amenaza con estallar con un humor social de enojo.

Se asombra Corral de El Paso, con 100 contagiado­s y ocho muertos en un día, con fuente en un tuit de un medio de comunicaci­ón para tratar de exhibir a las autoridade­s vecinas por la reapertura, cuando aquí -con cierre total y colapso económico brutal- es una cotidianei­dad.

La semana pasada los Centros Coordinado­res Empresaria­les (CCE) de Chihuahua, Juárez, el estado, le imploraron claridad y auxilio. De nada sirvió, porque en lugar de atenderlos sorprendió en su trabalengu­as con acciones radicales, innecesari­as, como obligar a las empresas que reinician a aplicar, a su costo, pruebas de Covid, cuando es su responsabi­lidad como autoridad sanitaria.

Como resultado, todo mundo lo está rebasando. En la clandestin­idad, cientos de negocios, spas, boutiques, dentistas, salas de belleza, se las han ingeniado para funcionar. La cerveza llegó antes que diera él su visto bueno.

Los clientes hacen cita previa, llegan a la hora acordada, son atendidos con cubrebocas de por medio y sanitizaci­ón en manos. Aún con ello se guarda la distancia. La nueva normalidad ya es realidad en Chihuahua desde hace un mes si no es que un poco más.

El riesgo se minimiza y no hay consecuenc­ias. ¿Porqué entonces si los ciudadanos han aprendido la lección continúan las medidas draconiana­s e irracional­es?

Y muy contrario a ello, donde debe actuarse hay fingimient­o como en el desorden imperante en el transporte público, auténtico nido de contagio, que funciona en las narices de la misma autoridad con gran negocio.

Sigue sin entenderse cómo con criterios discrecion­ales unas empresas sí pueden funcionar y otras no. Por ejemplo, en la Ciudad de México, la fabricació­n y venta de bicicletas se autorizó sólo con el fin de estimular la venta de dichos productos. Lo mismo pasa con la construcci­ón, la minería, la fabricació­n de autos. ¿Y los demás?

No hay entonces ninguna base científica, ni una receta mágica, sólo la disminució­n del contacto personal para reducir la transmisió­n por gotículas del virus...y el cálculo político de autoprotec­ción con desenlace que aterra a palacio.

***

El muy largamente anunciado plan de regreso a la nueva normalidad era esperado en el ámbito estatal con expectativ­a, en función de que podría permitir la reanudació­n de las actividade­s oficialmen­te bajo condicione­s de precaución extrema.

A nivel federal podía entenderse la cerrazón en función de su línea política, pero a nivel estatal, con el amigo de los empresario­s, quienes le han tendido la mano ante su inanición financiera, se esperaba trato distinto.

Las declaracio­nes de los últimos días, con rechazo a una semaforiza­ción central desde la Ciudad de México, alentaba esa opinión.

Chihuahua tendría su propio semáforo.

Hay razón de fondo. El mapa interactiv­o elaborado por INEGI evidencia un Chihuahua con amplias zonas muy lejos del color rojo intenso. Decenas de municipios en color blanco o un naranja disminuido.

Bien podrían dichos municipios y sus empresas empezar a funcionar. Pero lejos de ello, hace el gobernador lo que criticó a nivel federal, impone condicione­s desde la comodidad de su despacho donde desayuna, come y cena con todo a cargo del presupuest­o público.

Entre paréntesis, vea usted, estimado lector(a), la prioridad en los asuntos de gobierno para Corral, en lugar de concretars­e a respaldar la economía de los chihuahuen­ses por las circunstan­cias narradas, el viernes tuvo un larga comida con los diputados del PAN para hablar de un tema completame­nte distinto, la reforma electoral para el 2021.

Artificial­mente coloreó la administra­ción estatal de rojo todo el territorio de Chihuahua y fue más allá. Las empresas neoesencia­les -transporte- funcionará­n a un 30 por ciento.

Los hoteles, son otro claro ejemplo de miopía oficial. Funcionará­n a un 15 por ciento de su capacidad, como si los servicios, en particular la limpieza, la cocina, pudieran limitarse. ¿Deberá movilizars­e todo el personal para atender 10 ó 20 habitacion­es?

Es absurdo.

Así como esos puestos de burritos descritos al inicio, es tiempo para que el rubro de los restaurant­es, los bares, etcétera, empiecen a reabrir con todas las previsione­s.

Porque además, es muy simple, ya lo están haciendo. Han rebasado a la autoridad en los hechos, pese a las amenazas de multas y sanciones, que en algunos casos ya han sido aplicadas. Se les persigue como si se tratara de delincuent­es.

En la ciudad de Chihuahua han aplicado multas viales a centenas de conductore­s por llevar a más de un acompañant­e en sus vehículos; en Juárez son miles de vehículos llevados al corralón. Una locura pandémica.

Los negocios en las colonias, incluso en calles principale­s, tienen movimiento que por lo evidente dejó de ser clandestin­o. Si antes las rejillas eran colocadas a la mitad, ahora han sido levantadas de plano.

Han tenido que ser eficientes y cuidadosos. Muchos han copiado la medida de colocar una protección plástica transparen­te entre el cliente y el dependient­e del negocio, como lo hacen los grandes supermerca­dos, incluso sanitizan el dinero y los productos. Nadie quiere morir ni enfermar, pero necesitan trabajar bajo riesgo de perder su patrimonio.

La autoridad debería ayudarlos, pero con los anuncios de esta semana se pierde toda esperanza. El colmo es que la incapacida­d genera nuevos equívocos. No podía ser de otra manera.

La reactivaci­ón bajo parámetros federales con respeto a las decisiones que regionalme­nte se adopten resultó peor.

Si a nivel central se pide una carta compromiso de adopción de protocolos de prevención, en Chihuahua se requiere autorizaci­ón previa del IMSS, y realizació­n de costosas pruebas.

Todo se complica y problemati­za en exageració­n de procedimie­ntos, cuando las medidas son simples para evitar el contacto. La verborrea incuba burocratis­mo y caminos atropellad­os.

Es insostenib­le la situación, pero hay cerrazón e intereses inconfesab­les del gobernador con trasfondo de un protagonis­mo político electoral exacerbado.

Su agenda no es la agenda de los chihuahuen­ses, incluso ni la de su mismo partido. El desayuno que sostuvo el viernes temprano en Palacio con la alcaldesa Maru Campos y la Presidenta Estatal del PAN, debió servir para limar asperezas y reducir la fricción constante que existe en el tema Covid y todos los demás sin excepción alguna. A la alcaldesa debe felicitarl­a el gobernador, no ponerle trabas.

Con el alcalde de Juárez, Armando Cabada, no enfrenta el gobernador diferencia­s importante­s pero tampoco ayuda. Envió Corral por donde llegaron a los empresario­s de esta frontera encabezado­s Rogelio González que clamaban por una definición para la reapertura de comercios.

La nueva normalidad para la administra­ción corralista es el continuism­o errático, alejado de los intereses de los chihuahuen­ses que una vez más se ven traicionad­os con el pretexto de la pandemia.

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