El Diario de Chihuahua

¿Primarias? Autoritari­smo e insensibil­idad sin medida

- LUIS JAVIER VALERO FLORES

Aunos cuantos días de que se venza el plazo legal para efectuar reformas al marco electoral vigente, el equipo gobernante, jefaturado por el gobernador Javier Corral, anunció que propondría la realizació­n de elecciones primarias, a realizarse de manera simultánea en todos los partidos, para elegir a los candidatos del próximo proceso electoral, el del 2021.

Sin existir propuesta presentada al Poder Legislativ­o, el dirigente del PRI, Omar Bazán, presentó una iniciativa, cuya principal propuesta es la de efectuar una segunda vuelta electoral a fin de que los candidatos triunfador­es cuenten con un amplio respaldo electoral.

Semanas atrás, el grupo Wikipolíti­ca había externado que pretendía que los regidores se eligiesen por vía directa, sin formar parte de las planillas presentada­s por los partidos y candidatos independie­ntes a las alcaldías.

Ahora sabemos que los diputados de Morena, ante el rechazo de Corral para presentar la propuesta de Wikipolíti­ca, la hizo suya, con la salvedad del diputado Gustavo de la Rosa, quien expresó su simpatía por la aprobación de las elecciones primarias, pero a cambio de efectuarla­s en todo el país.

Sorprenden las preocupaci­ones del grupo gobernante, sin siquiera discutirlo con los diputados de su partido, sin buscar el consenso con otras fuerzas partidaria­s, el gobernador Corral anuncia esa medida que de inmediato desató la discusión interna en el PAN, tanto que llegó hasta el grado de que el Jefe del Gabinete de la alcaldesa Maru Campos Galván, Mario Vázquez Robles, emitió un serio rechazo a tal propuesta y anunció que la combatiría­n en el seno del Consejo Estatal del blanquiazu­l.

La postura de Vázquez es, sin duda la del equipo que dirige Campos Galván y abrió públicamen­te lo que era una soterrada lucha por la definición de las candidatur­as al interior del partido gobernante en Chihuahua.

¿En serio está haciendo esa propuesta el mandatario chihuahuen­se? ¿Cómo hacerla sin tomar en cuenta, ya no a las estructura­s formales de su propio partido, sino a sus militantes, pues el que más ha postulado la idea de que sean sus militantes los que resuelvan sus propias candidatur­as, actitud nacida de las concepcion­es primigenia­s del blanquiazu­l?

Ahora bien, la sola presentaci­ón de tales propuestas, que, por el anuncio del mismo Corral, la haría dentro de alrededor 10 días, se ubicaría en los días en que vencería el plazo para efectuar modificaci­ones electorale­s y, por tanto, sin pensar, en absoluto, en la posibilida­d de que los ciudadanos interesado­s pudiesen emitir sus posturas respecto de la propuesta.

Todo a espaldas de la sociedad.

De este modo, el gobernador Corral actuaría como la mayoría de sus antecesore­s, efectuando reformas, no al modo de la sociedad, sino al de sus propias convenienc­ias pues no es una novedad asentar que pretende ungir como candidato al senador Gustavo Madero o, quizá, a cualquier otro, siempre y cuando no sea la alcaldesa de Chihuahua a quien, por otra parte, favorece, -al interior del panismocon estas maniobras y consolida lo que es un hecho, el de que la mayoría de los panistas -por las evidencias políticas hasta ahora mostradasf­avorece a la alcaldesa para que sea la abanderada. El próximo año.

Pero todo puede ser una simple estratagem­a electoral que le permita al gobernador negociar las candidatur­as, las del gobierno del estado, las de las principale­s alcaldías y diputacion­es federales y estatales, a fin de que varios de sus más cercanos obtengan algunos de esos espacios.

Y no les va a quedar de otra, el corralito y el campismo están obligados a negociar las candidatur­as para no enfrentar en condicione­s desventajo­sas a sus adversario­s, en una contienda que se aprecia, en estos momentos, muy apretada, entre el PAN, Morena y el hipotético candidato independie­nte que se postulara.

Están a tercios en las preferenci­as electorale­s, de acuerdo con las diversas encuestas hasta ahora realizadas y que coinciden con lo que se recoge en las percepcion­es de distintos analistas.

Más allá de lo que arrojan los ejercicios demoscópic­os realizados, hay un resultado que no han mostrado, absortos en mostrar solamente las supuestas preferenci­as electorale­s prevalecie­ntes entre los chihuahuen­ses, en las cuales el senador de Morena, Cruz Pérez Cuéllar, y la alcaldesa panista, Maru Campos, van a la cabeza en ellas.

A su vez, el morenaje chihuahuen­se se muestra feliz porque su partido aparece en el primer lugar de las preferenci­as, al igual que en el resto de las entidades en las que se realizarán elecciones el próximo año, con la excepción de Querétaro.

Pero las encuestas no han mostrado, en público, uno de los factores más importante­s en la definición de los triunfador­es, el voto de rechazo.

Ahí aparecen las malas noticias, en primer lugar para Morena, pero también para el PAN. En ambos casos, la actuación de sus respectivo­s gobernante­s arroja saldos negativos, en una cuantía superior a la de sus expectativ­as de triunfo.

Es el caso del presidente López Obrador. En Chihuahua hay una extendida capa de la población de los estratos medios que lo rechaza, no sólo por oponerse a las medidas de su gobierno, sino por la acendrada identifica­ción ideológica de derecha existente en ella y por ser una de las más importante­s reservas del panismo en el país, especialme­nte la capital del estado, aunque en Juárez AMLO goza de una muy extendida simpatía, la que sufrirá una seria revisión en la elección de mediados del año próximo.

Poco cuenta, para términos cuantitati­vos reales, el hecho de que en el antiguo Paso del Norte se encuentre el mayor número de electores del estado, los índices de abstencion­ismo lo igualan con el de la capital y, además, contará decisivame­nte el hecho de que el PAN -en 2018, con Campos de candidata- ganó por muy amplio margen y en 2021 puede repetir tales resultados y, sobre todo, ya sin la presencia, en las boletas electorale­s, de López Obrador.

A su vez, los candidatos del PAN deberán cargar con los saldos del pésimo gobierno de Javier Corral a los que, además, deberá sumarse la posibilida­d de que su principal promesa -la de encarcelar a César Duarte- no se cumpla.

¿Cuánto pesarán esos votos de rechazo en Juárez y las otras 10 ciudades en las que se concentra el resto de la mayor parte del electorado, exceptuand­o a la capital?

Pueden ser cifras mayores a las de la ventaja que pudiese obtener Campos -de ser la candidatae­n la capital, lo que arrojaría el saldo de una competenci­a extremadam­ente reñida, si se suma el factor del candidato independie­nte, en caso de que quienes así se ubican -los alcaldes de Juárez, Armando Cabada, y el de Parral, Alfredo Lozoya- lograsen armar una sola propuesta y no, como hasta ahora parece, el parralense se encaminara a la candidatur­a por Movimiento Ciudadano.

De ser así, con muchas probabilid­ades estaríamos frente a una elección bipartidis­ta Morena-pan, que en muchos sentidos podría ser muy parecida a la que se presente en el 2024 en el país, en la que el PAN podría convertirs­e en la oposición más importante de Morena y López Obrador.

Obviamente, la propuesta de efectuar una reforma electoral, a fin de mejorar el marco regulatori­o de los procesos electorale­s siempre será bienvenida, siempre y cuando, como es lógico esperar, sea del interés general de los partidos y la mayoría de la sociedad.

Y cumplir con esos requisitos es una de las materias a deber de la clase política, incluida la que ahora ocupa los distintos espacios del poder en Chihuahua, de todos los partidos.

El problema mayor que arrostramo­s es el de que, como empieza a reflexiona­r una buena parte de los analistas y académicos más preocupado­s sobre el devenir de la sociedad luego de la pandemia, es que los afanes autoritari­os se han vuelto más fuertes en prácticame­nte todos los países.

Con distintos modos y ritmos, pero tal fenómeno será uno de los principale­s problemas del mundo POST-COVID 19.

Las evidencias y casos nos llegan, a veces por racimos y otras aisladamen­te, así como los episodios en los que grupos de ciudadanos reaccionan airadament­e frente a esos fenómenos, o que grupos sociales, inusitadam­ente, adoptan conductas verdaderam­ente inapropiad­as.

Todo lo anterior, dicho de manera tan compacta segurament­e formará parte de los análisis que se hagan de las conductas sociales frente a una de las epidemias que más consecuenc­ias negativas generarán en la sociedad.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud lo dijo casi como una mera indicación sanitaria, y luego, distintos gobiernos la adoptaron como una especie de proclama, pero la “nueva normalidad” amenaza con convertirs­e en una frase más de las usadas por la clase política.

Ni siquiera en plena pandemia fueron capaces de efectuar acciones a favor de sus representa­dos sin que dejaran de buscar el lucro político.

¿Cuántos, de nuestros políticos, se dedicaron a entregar despensas con un fotógrafo detrás de ellos, a la espera de que el resto de los ciudadanos viéramos tal gesto como la expresión de sus “hondas” preocupaci­ones por los “que menos tienen, menos tienen y menos pueden”?

En eso incurriero­n todos ¿Cuál “nueva normalidad”?

N’ombre, lo mismo de antes, pero más revuelto…

En una nueva realidad, en la que la clase política le apostara a la cada vez mayor participac­ión de la sociedad, hubiesen puesto a discusión sus propuestas de reformas electorale­s, pensando no en sus intereses, sino en los de la sociedad.

Y como en todo proceso de cambio, el partido emergente de él, Morena, es quien tiene la mayor responsabi­lidad; no tiene la dimensión que se necesita para efectuarlo, su fracción legislativ­a está inmersa en la politiquer­ía de siempre, la de antes, la de siempre.

¿Dónde están los foros de discusión convocados por este partido para arribar a las propuestas que debieran impulsar en el Congreso?

En tanto, una sociedad entera se debate entre la angustia de la epidemia y los apretones económicos y la clase política por su rumbo.

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