PARTICIPABAN MUJERES EN ‘FIESTAS’ DE PEDÓFILO
“En este club se come pollo, pero a veces se antoja pescado”, decía el acusado
Las “fiestas” organizadas por Jaime Avelino N., alías 'Hugo Martínez' acusado de operar una red de trata de personas y de pornografía infantil, habrían tenido la participación de mujeres adultas que tuvieron relaciones sexuales con menores de edad, y en consecuencia estarían involucradas en los delitos que se le imputan al detenido, según refieren las víctimas de esta organización, y que fueron respaldadas por su representante jurídico.
“En este club se come pollo, pero a veces se antoja pescado”, manifestaba Jaime Avelino en alusión a que, la idea principal era violentar a menores, pero en ocasiones se tenía la participación de mujeres que se sumaban a los encuentros sexuales organizados por esta persona.
De acuerdo con una de las víctimas de esta red que se identificó como “S”, Jaime Avelino N se refería a los menores como “pollos”, una vez que se hacían parte del club y que ayudaban a reclutar a más víctimas se convertían en “gallos”, y cuando en una de las fiestas se anunciaba que se comería “pescado”, se refería a las mujeres que acudían a tener relaciones sexuales con los menores.
“S” detalla que por lo general las fiestas y encuentros sexuales eran con “pollos”, a quienes reunía en moteles diversos de la ciudad, llegando a realizar encuentros con 30 menores quienes permanecían hasta dos días en la habitación del motel, y siempre buscaba que estos establecimientos tuvieran alberca para justificar la “fiesta”.
La manera en la que Jaime Avelino contactaba a quienes participaban en las reuniones era por medio de redes sociales en grupos especiales principalmente “gay”, pero se tenía otros en los que participaban mujeres, y ahí se les convocaba a los encuentros a los que acudían mujeres adultas pertenecientes a diversas clases sociales.
La víctima detalló que las fiestas en las que participaban mujeres se realizaban en fechas especiales, y para esto, se tenía que reclutar a más menores; mientras más pequeños, resultaba mejor para los participantes del encuentro y estas mujeres llegaban a pagar diversas cantidades para sostener relaciones sexuales con ellos, y en ocasiones, se obligaba a las otras víctimas a presenciar dichos encuentros.
Hasta el momento no se ha revelado la identidad de las mujeres que tuvieron participación en estos hechos, pues forma parte de las investigaciones que la Fiscalía de la Mujer realiza para poder establecer los alcances de esta red, y el número de personas que estarían vinculadas como responsables de violentar a menores.
Además, la víctima establece que en los encuentros también participaron funcionarios públicos, entre los que se encuentra un empleado de la Fiscalía General del Estado (FGE) que se desempeña en el área de Atención a Víctimas, y que, además es maestro universitario identificado con las causas Lgbtti.
También un empleado de la Dirección de Servicios Públicos Municipales del ayuntamiento capitalino, cuyas identidades se mantienen bajo reserva, debido a que existe una investigación en proceso.
A estos se suman empresarios de diversa índole, cuyos datos ya fueron aportados a las autoridades ministeriales por parte de las víctimas para desarrollar las indagatorias.
Dijo que también se organizaban encuentros privados con empresarios, en los cuales Jaime Avelino ofrecía a los “pollos” por medio de packs que enviaba a los clientes, y una vez que seleccionaban al menor, les enviaba un mensaje diciéndoles que si querían ganar un dinero extra, y les pasaba la dirección a la que tenían que acudir, o fijaban un punto de encuentro.
Cómo conoció a Jaime Avelino
La primera ocasión en que “S” tuvo contacto con Jaime Avelino ocurrió cuando tenía alrededor de 14 años, y fue por medio de las redes sociales, ahí comenzaron a intercambiar mensajes, y finalmente fijaron una fecha para el primer encuentro.
Mencionó que lo citó en el parque Lerdo a donde pasó por él a bordo de un automóvil tipo Chevy de color azul, y que, desde el momento en que subió al vehículo comenzó a acariciarle la pierna.
Relató que de ahí se fueron directamente a la habitación de un motel ubicado en la salida a Cuauhtémoc y en el que Jaime Avelino ya tenía todo preparado en una habitación.
En el cuarto del hotel había bebidas alcohólicas y drogas, y en ese momento accedió a sostener relaciones sexuales con el imputado, pero que sintió temor y huyó del lugar, aunque luego fue alcanzado por Avelino quien le pidió disculpas y ofreció a llevarlo a su domicilio.
Posteriormente volvieron a tener contacto vías redes sociales y de nuevo fijaron un encuentro, a partir de ahí la convivencia fue cotidiana hasta que se hizo parte de su círculo cercano.
La Iniciación
Todos los integrantes del Club Pollos tenían que pasar por un proceso de iniciación al cual Jaime Avelino se refería como “El Bautizo” que consistía en llevarse consigo a cuatro o cinco menores a la habitación de un motel, en el cual los obligaba a tener encuentros sexuales con él, luego del acto les rociaba cerveza y en ese momento les hacía de su conocimiento que ya formaban parte del club.
Así lo dio a conocer “S”, quien explicó que, la segunda ocasión en la que Jaime Avelino pasó por él iba a acompañado de otros cuatro menores; el más pequeño era un niño de alrededor de 8 o 9 años, a todos los llevó a la habitación de un motel y en esa ocasión, dijo, Avelino portaba un arma de fuego que utilizaba como “protección”.
Una vez que estaban en la habitación, sin mediar palabra, los obligó a desvestirse y consumar el acto sexual; mientras estaba con uno, los demás tenían que observar lo que sucedía.
Una vez dentro del club, los encuentros se daban prácticamente a diario, pero los “pollos” tenían prohibido tener experiencias sexuales entre ellos, y sí por algún motivo ocurría y Jaime Avelino se enteraba, los golpeaba y los amenazaba con enviar los videos de los encuentros a sus familiares o amigos.
El reclutamiento
Las víctimas de Jaime Avelino eran en su mayoría menores de entre 8 y 12 años, por decirlo de alguna manera, eran su “predilección”, y siempre buscaba ciertas características en ellos, es decir, que fueran niños delgados, de tez morena clara y, sobre todo, menores que estaban en cierto modo retraídos o que no eran muy sociales.
Jaime Avelino tenía la facilidad de contactar a estos menores a través de las redes sociales, pero, los “pollos” que ya eran parte del club se encargaban de hacer el reclutamiento, haciéndose amigos de las próximas víctimas, y cuando se lograban llevar a nuevos “pollitos”, recibían dinero, las cantidades variaban, pero llegaban a recibir hasta tres mil pesos.
“S”, expuso que entre las víctimas había menores de todas las clases sociales, y se lograba establecer una relación de confianza con los padres para que los dejaran acudir a fiestas, y nunca hubo una actitud de sospecha, esto a pesar de que en ocasiones, las fiestas se prolongaban hasta dos días, pero bastaba con contactar a los padres vía telefónica diciéndoles que todo estaba bien.
Hay víctimas de las que nunca volvieron a saber
Con el afán de tener todo bajo control y evitar que alguno de los menores denunciara los actos ocurridos, Jaime Avelino tomaba videos y fotografías de las víctimas mientras sostenían encuentros sexuales, y cada vez que alguno de ellos expresara inconformidad o alguna actitud que no le gustara al imputado, los amenazaba con exhibir el material en redes y compartirlo incluso con sus propios padres.
La víctima dijo que en alguna ocasión, otro de los menores se enojó con el imputado y este envió el material a la madre del chico, desde entonces, nunca más volvieron a ver al niño; en otro caso, compartió el material con amigos de la escuela de una de las víctimas, situación que derivó en que el menor desapareciera sin dejar rastro alguno, y tampoco se sabe nada acerca de su familia.
Había ocasiones en que Jaime Avelino se enojaba con alguno de los menores que los obligaba a irse desnudos a su casa, despojándolos de sus ropas y desprendiéndose de ella mientras él avanzaba en su vehículo. “S” relata que esto sucedía a altas horas de la noche, cuando no había más personas en la calle para que no los pudieran identificar.
Habría “miles” de víctimas
Por el tiempo que operó, al menos doce años, según relató “S”, el número de víctimas de Jaime Avelino se podría contabilizar por “miles”, pues según relató, los encuentros se daban todos los días, e incluso, el imputado llevaba un registro en Excel sobre los encuentros que sostenía de manera semanal y mensual, y él mismos establecía los objetivos a cumplir.
Además “S”, durante los siete años que fue parte del Club Pollos, fue testigo de la cantidad de menores que sufrieron los abusos de Jaime Avelino, razón por la que asegura que las víctimas se cuentan por miles, e incluso llegaron a venir menores de Ciudad Juárez, Delicias, Ciudad de México y, de otras localidades, esto luego de que fueron contactados por el imputado.
Para asegurarse que los “pollos” no lo denunciarán, Jaime Avelino estableció una sistema de “halconeo” en el que ponía a las víctimas a cuidarse entre ellos, sin que supieran que estaban siendo vigilados, y que al momento en que identificaban alguna actitud sospechosa, Jaime iba por ese menor y llegaba a golpearlo o a ventilar el material sexual de la víctima.
Me siento más tranquilo
Una vez que el juez determinó la vinculación a proceso en contra de Jaime Avelino por los delitos de trata y posesión de pornografía infantil, “S” manifestó que se siente más tranquilo y que se le ha quitado un “peso de encima”, aunque sostiene que sigue teniendo miedo de que en algún momento esta persona pueda alcanzar su libertad y tome venganza contra él.
“S”, describió al imputado como una persona violenta, rencorosa y vengativa, por esta razón dijo que dudó en denunciarlo, pero que gracias al apoyo que recibió de otras personas se armó de valor y acudió a la Fiscalía, pero tuvo que esperar dos años para que se lograra la detención de Jaime Avelino.
La víctima manifestó que sentía miedo de que el juez no procediera a vincular a proceso al imputado, pero ayer que se conoció el fallo, dijo sentir un alivio, pero que aún no es suficiente, pues el temor, aunque en menor medida prevalece.