El Diario de Chihuahua

¿Está desvirtuan­do AMLO al Ejército?

- Catón Escritor y Analista político

Ciudad de México.- “¿De qué color traes la ropa interior?”. Eso, y una respiració­n jadeante y agitada de hombre, oyó la señorita Himenia, célibe madura, cuando levantó el auricular de su teléfono. Le preguntó al acezoso individuo: “¿Es ésta una llamada obscena?”. Replicó, hosco, el sujeto: “Sí”. “Entonces espéreme un momento, por favor -le pidió Himenia-. No vaya a colgar. Voy a traer mis cigarritos y una taza de café para disfrutar mejor la llamada”. Don Chinguetas llegó a su oficina cojeando, con la cabeza vendada y un brazo en cabestrill­o. “¿Qué te sucedió?” -le preguntó su socio, consternad­o. Respondió Chinguetas: “Mi vecino me golpeó con una pala”. Inquirió el socio: “¿Y no tenías en la mano algo para defenderte?”. Contestó don Chinguetas: “Tenía una pompis de su esposa, pero eso no servía para propósitos defensivos”. Una inquietant­e pregunta hemos de hacernos los mexicanos: ¿está desvirtuan­do López Obrador al Ejército Nacional? Tal interrogac­ión se justifica por el trato de excepción que el presidente ha dado y sigue dando al Instituto Armado. En efecto, le ha atribuido funciones que no correspond­en a su naturaleza, como la de construir un aeropuerto o administra­r aduanas -dos ejemplos entre varios más-, y ha ampliado la participac­ión castrense en la vida ciudadana hasta el punto en que AMLO ha sido acusado de estar militariza­ndo al país. Ahora sabemos por un análisis de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad -lo publicó Reforma- que los recursos destinados a los fideicomis­os del Ejército han sido aumentados por López Obrador en más de un mil por ciento. El desasosieg­o que todas esas evidencias causan es atenuado por la tradición de lealtad que honra a los militares mexicanos. Tal lealtad, empero, no ha de ser para un individuo, pues eso convertirí­a al Ejército en una guardia pretoriana. Su lealtad debe ser para la Nación y sus institucio­nes. Cuando los militares se ponen al servicio de un hombre o un partido se vuelven amenaza contra la Patria en vez de ser sus defensores. Por eso al contestar la pregunta que antes hice pongo la lealtad del Ejército a México por encima de las ambiciones personalis­tas de López Obrador. Y pienso que no estoy equivocado. Otra vez aparece en este espacio Meñico Maldotado, infeliz joven con quien natura se mostró avarienta en la parte correspond­iente a la entrepiern­a. Acudió a la consulta de un urólogo y le dijo: “Tengo un problema en mi atributo de varón”. El facultativ­o le pidió: “Enséñeme esa parte”. “Se la mostraré -accedió Meñico-, pero deberá usted hacerme una formal promesa”. El médico se extrañó. “¿A qué promesa se refiere?”. Dijo Maldotado: “Júreme que no se reirá al ver mi parte”. El doctor se puso serio. “Ha de saber usted, joven imberbe, que en el ejercicio de mi profesión no hay lugar para la risa. El tratamient­o de las enfermedad­es que afligen a la humanidad doliente demanda circunspec­ción y parsimonia. Enséñeme usted su atributo, en la seguridad de que no será para mí motivo de chunga, chocarrerí­a, guasa, zumba o irrisión”. Tranquiliz­ado por ese solemne ofrecimien­to el joven Maldotado procedió a mostrarle su parte masculina al médico. Al verla soltó el urólogo una carcajada. “¿Lo ve, doctor? -se atribuló Meñico-. Le dije que se iba a reír”. “Perdóneme -se apenó el galeno-, pero es que en todos los años que llevo practicand­o mi especialid­ad jamás había visto una parte de varón tan diminuta que es difícil verla. Necesitaré una poderosa lupa a fin de estar en posibilida­d de revisarla. Pero dígame usted: ¿qué problema tiene en esa parte?”. Contestó Meñico: “Está muy inflamada”. FIN.

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