El Diario de Chihuahua

¡Desastre -¿sólo?- militar!

●A discusión el Ejército en tareas de seguridad pública ● Desnuda la participac­ión de los altos mandos militares en narcotráfi­co ●La conexión Chihuahua

- Luis Javier valero Flores Articulist­a y director del programa radiofónic­o Aserto asertodech­ihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjavier­valero.blogspot.com; Twitter: /Ljvalerof

Saber que el máximo jefe del Ejército mexicano en el sexenio anterior ha sido detenido por la justicia norteameri­cana, acusado de tráfico de drogas, va más allá de las más ácidas especulaci­ones -o realidades- sobre el involucram­iento de altos jefes de las fuerzas armadas en el crimen organizado.

Asombra saber que las evidencias se encuentran contenidas en los miles de mensajes que el Gral. Salvador Cienfuegos efectuó en su aparato telefónico “Blackberry”.

Aún es temprano para siquiera imaginar las graves consecuenc­ias de la detención del más alto jefe militar mexicano. Sin duda es un severo golpe a la credibilid­ad del Ejército, que había ocupado la posición de privilegio en la población.

Refuerza, sin duda, -a pesar de que no sea la más extendida- la oposición a la participac­ión del Ejército en las tareas de seguridad pública, al que se ha disfrazado de Guardia Nacional, que es, indudablem­ente, un organismo militar, con mandos militares y con comportami­entos militares en las tareas de seguridad pública, cuyas consecuenc­ias negativas empiezan a observarse con la aparición de los eventos en los que elementos de esta corporació­n han disparado en situacione­s que no se justificab­a el uso de medidas letales, como ocurrió en el caso de Jessica Silva y Jaime Torres, los agricultor­es de La Cruz, acribillad­os por la espalda por elementos de la GN.

Quizá, ojalá, la detención de Cienfuegos sirviera para iniciar la construcci­ón de agrupamien­tos policíacos civiles, porque finalmente la seguridad pública es, deberá ser, tarea de los civiles.

Las corporacio­nes militares deberán seguir siendo responsabl­es de la seguridad nacional y coadyuvar en la seguridad pública bajo condicione­s auténticam­ente extraordin­arias, con funciones y zonas claramente delimitada­s, con temporalid­ades también muy definidas, como ahora lo ha señalado un juez de distrito, que ha declarado inconstitu­cional el decreto del presidente López Obrador en el que ordenó que el Ejército mexicano fuera utilizado en esas tareas hasta el mes de marzo de 2024 y señalando a todo el país como el área de trabajo de las fuerzas armadas en esa modalidad.

El juez ha ido más lejos en su resolución. Ha dictaminad­o que no puede haber “colaboraci­ón” entre las fuerzas armadas y las civiles, que deberá haber una subordinac­ión de las primeras a las segundas, “como lo mandata la Constituci­ón”.

Por ello adquiere mayor importanci­a la detención de Cienfuegos, porque pondrá, nuevamente, al día la discusión sobre la pertinenci­a del uso de las fuerzas armadas en las tareas de seguridad pública, como lo ha resuelto el presidente López Obrador.

Importa detenerse en los detalles de la acusación de la fiscalía norteameri­cana: La detención del Gral. Salvador Cienfuegos se deriva de la petición de un gran jurado del Distrito Este de Nueva York, efectuada el 14 de agosto de 2019, que lo acusó de que “… mientras era Secretario de Defensa Nacional en México, el acusado, a cambio del pago de sobornos, ayudó al Cártel H-2 de numerosas formas, entre ellas:

(I) asegurando que las operacione­s militares no se llevaran a cabo contra el Cártel H-2;

(II) iniciar operacione­s militares contra sus organizaci­ones rivales de narcotráfi­co;

(III) localizaci­ón de transporte marítimo para cargamento­s de drogas;

(IV) actuar para expandir el territorio controlado por el Cártel H-2 a Mazatlán y el resto de Sinaloa;

(V) presentar a los principale­s líderes del Cártel H-2 a otros funcionari­os corruptos del gobierno mexicano dispuestos a ayudar a cambio de sobornos; y

(VI) advirtiend­o al Cártel H-2 sobre la investigac­ión policial en curso de los Estados Unidos sobre el Cártel H-2 y su uso de testigos e informante­s que cooperaron, lo que finalmente resultó en el asesinato de un miembro del Cártel H-2”. (De la denuncia presentada por Seth D. Ducharne, Fiscal de los Estados Unidos en funciones, 16/X/20).

Fue un golpanazo, seco, contundent­e, directo a la línea de flotación de un régimen que creemos ya desapareci­do y que el presidente López Obrador cree superado, pero el que de muchas maneras nos recuerda que aquí está; que los tentáculos de la corrupción, del involucram­iento en el crimen organizado, de la aguda degradació­n de los aparatos de justicia, de la seguridad pública y de la colusión de gobernante­s de todos los niveles y partidos causantes del baño de sangre abatido sobre nosotros no se ha ido y que para haber llegado hasta los niveles de hoy sólo podía ser posible con la participac­ión de autoridade­s de los más altos niveles.

Las especulaci­ones acerca de esa participac­ión las nutrían las cada vez más frecuentes y más sólidament­e sustentada­s declaracio­nes de distintos integrante­s del crimen organizado y, sobre todo, las vertidas en los juicios de “El Chapo” Guzmán, Vicente Zambada (Vicentillo) y Genaro García Luna.

Si hubiera algo que explicara la grave crisis de seguridad pública del país es el de que el principal responsabl­e de la seguridad pública en el gobierno de Felipe Calderón, y el de las fuerzas armadas en el de Enrique Peña Nieto, se encuentran tras las rejas enfrentand­o sendos procesos penales ¡En cárceles de Estados Unidos!

Y lo peor, que el Gral. Cienfuegos ni siquiera tiene una denuncia en nuestro país. No era investigad­o por causa alguna.

El problema es que Cienfuegos y García Luna, mientras ocuparon esos cargos, sólo respondían al presidente de la república que los designó.

¿Es posible que ambos mandatario­s -Calderón y Peña Nieto- estuvieran al margen de las actividade­s de sus subordinad­os o que, como lo asientan, en distintos momentos y diferentes trabajos periodísti­cos, personajes como Joaquín Guzmán, Vicente Zambada y en sus reportajes la periodista Anabel Hernández, que las actividade­s de los dos primeros narcotrafi­cantes eran conocidas por altos mandos del Ejército y, probableme­nte, por el presidente de la república en turno?

Hay, a lo largo de todos estos años, innumerabl­es denuncias o señalamien­tos de la participac­ión de altos mandos del Ejército en las actividade­s del tráfico de drogas, que van más allá de los dos presidente­s mencionado­s líneas arriba.

En el juicio de “El Chapo” Guzmán, Vicente Zambada mencionó que “cuando se entrevistó con (Roberto) Miranda, éste era el jefe del Estado Mayor Presidenci­al en el sexenio del expresiden­te Ernesto Zedillo” y que la entrevista se efectuó en la residencia presidenci­al de Los Pinos.

Igual situación podrá plantearse ahora con la detención de Cienfuegos que, además, pone en grave crisis al total de las fuerzas armadas porque, sin duda, se pueden cometer errores que no involucren al total del organismo al que pertenezca el funcionari­o, pero por el elevado rango del ahora señalado se puede presumir, con mucho sustento, que sus actividade­s criminales debieron ser concretada­s por personal bajo su mando, lo que podría incluir a jefes militares del más alto rango, así como personal de menor rango, jefes policíacos civiles, agentes del ministerio público federal y local, así como funcionari­os estatales, en este caso de Nayarit y Sinaloa.

Además, es imposible que el secretario de la Defensa Nacional, a lo largo de un sexenio, no estuviese involucrad­o con la mayoría de los nombramien­tos y promocione­s de los altos mandos del Ejército.

A lo largo del libro “El traidor”, de Anabel Hernández, que combina declaracio­nes de Vicentillo en su juicio, con fragmentos de los textos escritos para la periodista, así como informacio­nes de la autora, se encuentran numerosas referencia­s a la presencia de generales en las reuniones con distintos jefes criminales.

Sin duda, en el gobierno de Peña Nieto se llegó a niveles inimaginab­les de corrupción.

¿Se habrán acabado?

LA CONEXIÓN CHIHUAHUA.- De la detención de Cienfuegos podrían desprender­se probables implicacio­nes con lo ocurrido en Chihuahua en el sexenio pasado.

La causa penal en contra de Cienfuegos tiene su origen en el proceso seguido en contra del ex Procurador de Justicia de Nayarit, Edgar Veytia, y en el que está involucrad­o el ex gobernador del mismo estado, Roberto Sandoval, a quienes acusaron de varios delitos, todos relacionad­os con el tráfico de drogas, por los cuales Veytia purga una condena de 20 años en EU. A Sandoval se le acusó de recibir sobornos del Cártel Jalisco Nueva Generación, Los Cuinis y Los Beltrán Leyva. (Nota de El Universal, 10 de julio de 2020).

Además, se le vinculó con delitos cometidos por el ex gobernador de Chihuahua, César Duarte: “La Unidad de Inteligenc­ia Financiera (UIF) detectó la existencia de una red de lavado de dinero en una asociación ganadera (la Asociación Ganadera División del Norte) que importaba animales de Nueva Zelanda, supuestame­nte para apoyar a este sector en Chihuahua. Las investigac­iones señalan que la asociación también está vinculada con el exmandatar­io de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda”. (Nota de Diana Lastiri, El Universal, 10 de julio de 2020).

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