¿Sumar o restar por los chihuahuenses?
La voluntad de los propios pobladores del estado, pero sobre todo, la de quienes dirigen las diferentes fuerzas políticas de mayor influencia en la toma decisiones claves, será lo que determine la clase de futuro que nos espera para los siguientes años.
Pretender una descalificación a priori de la próxima administración pública estatal, preparando estratagemas para que a la primera gobernadora de Chihuahua le vaya mal —quien por cierto obtuvo su triunfo por un amplio margen de votos—, nada tiene que ver con quien se precie de ser un demócrata, ni mucho menos de quien diga querer cosas buenas para los habitantes del estado más grande de México. Las elecciones ya quedaron atrás, y al igual debe suceder con las polarizaciones, enconos y malos deseos. La población está fastidiada de tanta guerra sucia.
El propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha reconocido que las anteriores fueron unas elecciones “históricas, libres y limpias”, además de haber mandado en su conferencia mañanera “un saludo a la gobernadora del PAN electa en Chihuahua”. Entonces: ¿qué sentido tiene seguir polemizando el trabajo de los ciudadanos que fungieron como funcionarios de casilla, así como el de las autoridades electorales en general?
Los chihuahuenses venimos padeciendo graves problemas que no han sido atendidos y/o que no han sido resueltos como debe ser, y es ahí a donde debemos enfocar los ánimos de todos, participando cada quien de la manera como le corresponda, para poder salir de ese lamentable atolladero en el que irresponsable y criminalmente nos han colocado.
Tenemos fuertes complicaciones que deben resolverse desde ya, urgentemente, como lo son, entre otras: la escasez del agua, necesaria para satisfacer distintos rubros vitales en lo individual y colectivo; delicadas carencias en materia de salud (infraestructura, medicinas y cobertura muy limitada); finanzas públicas deplorables; corrupción e impunidad que no cesan; inseguridad pública alarmante (generadora de otros padecimientos); micro y mediana empresa muy afectada por la pandemia; aumento del desempleo —con la consecuente economía familiar muy golpeada—; habitantes de zonas rurales con amplias desventajas, etc.
Para poder solucionar lo anterior, se impone primeramente la búsqueda del diálogo y del entendimiento entre los diferentes actores políticos, niveles de gobierno, sectores económicos y, por supuesto, en la medida de lo posible, de la sociedad en general.
Por mucho que se quiera asumir una actitud de irreconciliación o de divergencia en postulados, la realidad es que habiendo una verdadera voluntad de favorecer a los chihuahuenses (como reiteradamente fue manifestado durante las distintas campañas electorales), habrá coincidencias en las que valga la pena sumar esfuerzos, independientemente de la ideología política con la que se sea afín.
Entre las propuestas de la gobernadora electa María Eugenia Campos Galván, que han aparecido en distintos medios de comunicación, se encuentran las siguientes: fortalecimiento de la seguridad; saneamiento de finanzas; erradicación de la violencia de género (llevar el “Escuadrón Rosa” a cada rincón de la entidad); reducción de la violencia intrafamiliar; obras públicas bien estudiadas, sin improvisaciones y en los 67 municipios del estado; en el sector turístico programas que contribuyan al crecimiento económico de los hogares chihuahuenses; cerrar la brecha de la pobreza y generar desarrollo para todos los chihuahuenses; creación del Seguro Popular Estatal (incluyendo clínicas itinerantes que abarquen todo el territorio estatal), y; cobertura total de becas de educación.
De los planteamientos anteriores, difícilmente habrá alguien que no esté de acuerdo con su implementación. Claro, salvo que le importe un comino el bienestar social, o que mejor le hubiera gustado ser el protagonista principal de todo eso. Ante posturas escépticas, en todo caso hay que otorgarle el beneficio de la duda a Maru Campos y, de ofrecerse, hacer los señalamientos a que haya lugar, con una crítica constructiva que preferentemente vaya acompañada de la propuesta respectiva.
Por otro lado, en cuanto al proceso penal que tiene pendiente la próxima gobernadora de Chihuahua, este debe ser resuelto con estricto apego al Estado de Derecho, ya que, de no ser así, no sólo quienes votaron por ella, sino también quienes optaron por otras personas y/o partidos en las urnas, indudablemente harán una enérgica y pública defensa de la mandataria estatal electa, en el supuesto de que sea cometida tal atrocidad.
Entonces, para bien de Chihuahua y de sus pobladores: ¿habrá que sumar o restar voluntades?