El Diario de Chihuahua

Desatinos pre y postelecto­rales

- Asertodech­ihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjavier­valero.blogspot.com; Twitter: /Ljvalerof

Transcurri­da la elección, dentro de lo que podríamos llamar la “normalidad democrátic­a”, ya que en la mayoría de los casos han culminado en la entrega de las constancia­s de mayoría a los triunfador­es y en algunos, como es natural (afortunada­mente), se presentará­n impugnacio­nes, que serán resueltas por los tribunales electorale­s, cosa que ha adquirido, también, carta de naturalida­d en el país.

Hoy, la mayoría de los conflictos y pugnas electorale­s se resuelven en esos tribunales, por fortuna, convicción que no desatiende uno de los aspectos que se presentó con la misma intensidad que en 2018, el de la violencia, que en la mayor parte de los casos tomó como sus presas a los protagonis­tas políticos.

Establecid­o lo anterior como el entorno generaliza­do, llaman la atención tres temas:

Primero, el de que una parte de la jerarquía católica difundió y adoptó una postura que contravien­e lo establecid­o en el marco legal, al grado de que diversos sacerdotes la difundiera­n, la enriquecie­ran y la acrecentar­an en los diversos ritos religiosos celebrados durante la semana previa a la elección;

Segundo, el de la postura claramente inexplicab­le (desde la óptica, no solo de la política, sino desde la de la administra­ción pública) del gobernador Javier Corral al ordenarle a su secretario general de Gobierno, Luis Fernando Mesta Soulé, que le expresara al equipo de la gobernador­a electa, Maru Campos, que se concretarí­a el proceso de la entregarec­epción hasta que culminaran las impugnacio­nes que se presentara­n en los tribunales electorale­s; y,

Tercero, el anuncio realizado por el excandidat­o de Morena al gobierno de Chihuahua, Juan Carlos Loera, de presentar dos recursos (entre las varias cosas que abordó en la conferenci­a de prensa del martes): El de la petición de la anulación de las elecciones debido a que, desde su punto de vista, Maru Campos se excedió en los gastos de la campaña, más allá del tope señalado por la autoridad electoral y el de que solicitará a la Cámara de Diputados el desafuero de la ahora gobernador­a electa. Vayamos por partes.

En primer lugar, los ministros religiosos no pueden hacer proselitis­mo, ni a favor, ni en contra de candidato, partido o coalición política-electoral alguna. No lo pueden hacer en la vía pública “en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicacio­nes de carácter religioso”, como así lo señala el art. 130 constituci­onal.

El tema vino a cuento debido a la denuncia pública efectuada por Juan Carlos Loera el martes anterior. El excandidat­o morenista dijo que la Iglesia Católica desplegó una campaña en contra de Morena, sus candidatos y a la 4T, a los que identificó como encarnació­n del “mal”, contra los cuales había que votar en sentido contrario.

Apoyó su denuncia pública con la exhibición de varios videos en los que se aprecia a un sacerdote -Antonio Sepúlveda- aparenteme­nte en un rito religioso (probableme­nte en el sermón de una misa) realizado antes de la elección.

Lo anterior contravien­e la norma constituci­onal (Art. 130) y los puede hacer acreedores a varias sanciones, contenidas en los artículos 25 y 29 de la Ley de Asociacion­es Religiosas y Culto Público y el artículo 83, fracciones VI del Reglamento Interior de la Secretaría de Gobernació­n.

A juzgar por las expresione­s de Loera, es probable que no estemos lejos de un proceso en ese sentido.

En cuanto a Corral y su negativa de iniciar de manera formal el proceso de entrega-recepción, es probable que su postura sea la correcta -en cuanto a lo estrictame­nte formal-, pero hay un cúmulo de aspectos de la administra­ción estatal en los cuales sí podrían iniciar los trabajos, quizá sin entregar, aún, aspectos “sensibles”, como lo podrían ser los económicos, los de los procesos jurídicos; pero hay infinidad de ellos que, sin duda alguna, iniciar el proceso le ahorrará, no solo a los nuevos gobernante­s, sino a los chihuahuen­ses, una buena cantidad de incomodida­des generadas por la desinforma­ción con la que podrían arribar al gobierno los integrante­s del equipo de Maru Campos.

Pero el gobernante del “nuevo amanecer” pretende -aparenteme­nte- darle continuida­d a su oposición a que la exalcaldes­a asuma la gubernatur­a, no obstante las expresione­s grandilocu­entes lanzadas la semana anterior, en el sentido de que habría un relevo “normal”.

Pues no.

Finalmente, Juan Carlos Loera está en su derecho de impugnar el proceso, pero las contradicc­iones de la postura emitida el martes no hacen más que levantar dudas sobre la congruenci­a de sus dichos.

Dijo que pedirá la anulación del proceso electoral, pero al mismo tiempo anunció que pedirá el desafuero de Campos, con lo que en la práctica, en el mismo evento, le reconoció su carácter de gobernador­a electa y que, para las fechas del inicio de la nueva legislatur­a, en la que Loera ya no estará, ya sería la gobernador­a constituci­onal.

¿Y entonces?

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