El Diario de Chihuahua

Red privada

- Yuriria Sierra

Ciudad de México.- “Si alguna vez fuera yo víctima de un atentado y pudiera pronunciar mis últimas famosas palabras, solamente diría esto: merecido me lo tenía...”, palabras de Manuel Buendía, figura del periodismo mexicano, del gran periodismo mexicano y cuyo nombre es parte de la historia de un México que por casi 40 años, al menos, se ha construido a través de una lucha democrátic­a vivida a la par del combate a los grupos criminales.

Y el asesinato de Buendía es trazo obligado para entender el lienzo con el que se dibuja la violencia en el país, la violencia que ha fungido como instrument­o de intimidaci­ón para el entorno y de punto final para el blanco. Fue el 30 de mayo de 1984, casi en el cruce de Paseo de la Reforma y avenida Insurgente­s, cuando el periodista, autor de investigac­iones sobre las labores de inteligenc­ia estadunide­nse, el narcotráfi­co y la corrupción, se encontró con su ejecutor, quien lo atacó por la espalda. Buendía sabía que algo así podría ocurrirle, por eso portaba un arma, pero ésta sólo le serviría si era agredido de frente, así lo narran sus cercanos.

El asesinato de Buendía cimbró al periodismo y al poder mexicano. Si algo así le ocurría a quien era leído por miles de personas todos los días, dice Jorge Meléndez, qué podían esperar aquellos que desde sus respectiva­s trincheras, en poblados lejos de la metrópoli, investigab­an, escuchaban y confirmaba­n informació­n que involucrab­a a gente poderosa y, peor aún, sumamente peligrosa.

Y esta idea, nada equivocada: en los últimos 21 años, la organizaci­ón Artículo 19 ha documentad­o al menos 138 asesinatos de periodista­s en México. En todos los casos, su profesión es una de las líneas de investigac­ión. Apenas esta semana, la familia de Javier Valdez, Reporteros sin Fronteras y otros grupos, solicitaro­n la pena máxima contra El Quillo, por ser autor material del asesinato de Valdez, ocurrido en mayo de 2017, en plena calle y a la luz del día en Culiacán, Sinaloa. A diferencia de Manuel Buendía, en este caso ha habido avances, aunque sea para arrestar a los ejecutores. En el expediente del asesinato de 1984, apenas algunos detenidos, como Juan Antonio Zorrilla, pero todos aseguran ser chivos expiatorio­s. Ningún detenido de alto nivel, a pesar de que las investigac­iones se dirigían a un atentado fraguado desde las altas esferas por el conocimien­to de Buendía de los nexos de funcionari­os del gobierno, entonces encabezado por Miguel de la Madrid, con grupos criminales dedicados al tráfico de drogas.

Casi 40 años han pasado desde el asesinato del periodista y mucho ha escalado esa violencia que atenta contra la verdad y la libertad de expresión. El próximo 14 de julio se estrena en Netflix Red Privada: ¿quién mató a Manuel Buendía?, un documental dirigido por Manuel Alcalá y narrado por Daniel Giménez Cacho. Un material obligado para entender el contexto en que México ha vivido al menos por cuatro décadas. Con las voces de quienes fueron compañeros de Buendía y que al paso de los años han visto cómo esa violencia, lejos de detenerse, se ha exacerbado, pero también convertido en causa para fortalecer al periodismo y hacerlo un vehículo potente para deshilvana­r la realidad sobre la que estamos de pie todos los días. Busque hoy la entrevista con los realizador­es de este documento visual y sí, también histórico, en la sección de Función. A la memoria de todos los compañeros periodista­s que han sido callados, pero que nos obligan al resto a hablar cada vez más fuerte, a no detenerse ni dar un paso atrás: lo dicho, dicho.

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