El Diario de Chihuahua

¿Normalizar las malas prácticas?

- (Alejandra Sánchez / El Diario)

Algunas de las mujeres ignoran que están siendo víctimas de violencia obstétrica, pues muchas de ellas sienten que, “si no termina en muerte o no corre en riesgo su vida”, no califica como tal.

“En ese momento era algo normal para mí, ya después platicando con otros doctores me dijeron que eso no era normal y luego, ya caí en cuenta.

“En ese momento no supe que estaba siendo víctima de eso, pero esas malas prácticas me trajeron consecuenc­ias a largo plazo”, expresó otra mujer presunta víctima de violencia obstétrica, quien pidió omitir su nombre.

Karla, (nombre ficticio), tuvo que buscar a alguien más que atendiera su parto, pues su doctora de cabecera habría sufrido un accidente.

“Estuve investigan­do sobre más doctores, entonces, caí con un doctor de un hospital privado. Cuando me contacté con él me faltaba un mes para aliviarme; nosotros, mi esposo y yo habíamos apartado el parto en otra clínica con mi otro “gine”, se lo explicamos, pero desde ese momento como que a él no le pareció, pero al final de cuentas me dijo que estaba bien”.

A Karla se le rompió su fuente y por ello llamó al doctor para saber qué hacer; él la citó a las 8:30 de la mañana en su consultori­o.

“Cuando llegué, la enfermera me dijo que yo estaba dilatando súper bien, y cuando el médico llegó me dijo que yo no iba a poder dilatar más y que me tendrían que practicar la cesárea. Yo no dije nada porque pensé que él era el que sabía”, narró la mujer. El médico le aconsejó que se internara de una vez.

“Él quería que me internara en un hospital privado, pero yo le dije que no, que ya tenía todo para hacerlo en la otra clínica y creo que eso no le gustó”.

Al acatar las instruccio­nes del doctor, Karla fue a internarse desde ese momento; el médico jamás se contactó con ella y jamás la llamó. Estuvo sin atención médica desde las 8:00 de la mañana hasta las tres de la tarde, (hora en la que sería el parto).

“Las enfermeras me dijeron que si él me revisaba, tal vez podría ser un parto natural, y yo en mi ignorancia pensé que él era el que sabía. El sólo llegó a practicarm­e la cesárea.

“Pasaron horas y jamás le dijo nada a mi esposo ni a mí, no me dejaron ver a mi bebé, no hubo comunicaci­ón, el doctor jamás volvió para decirme nada”.

El médico, llegó de nueva cuenta hasta el otro día.

“Yo estoy operada del apéndice y con el embarazo, mi herida se hizo más sensible; después del parto me pusieron un parche que abarcaba a esa cicatriz y el doctor me jaló súper brusco el parche que me estaba protegiend­o la cesárea, me dijo que todo estaba muy bien y me dio el alta, pero a mí me ardía demasiado”. En ese momento el doctor se retiró, pero Karla les dijo a las enfermeras que le ardía la lesión y ellas le dijeron que tenía un sangrado justo ahí.

“Con el tirón que hizo, me jaló la piel de la cicatriz que tengo, las enfermeras me curaron, ellas me trataron bien, compensaro­n lo malo. Al día siguiente no me podía levantar, traía una descompens­ación”.

La última vez que Karla vio al doctor fue cuando le quitó los puntos en su consultori­o.

“Jamás quise volver a verlo, hasta la fecha no he sabido nada de él. Ahora tengo muchas infeccione­s y tengo problemas. Mi actual ginecóloga me dijo que probableme­nte eso se deriva a ese tirón tan brusco”.

El maltrato, la negligenci­a o la falta de respeto en el parto pueden constituir­se en una violación de los derechos humanos fundamenta­les de las mujeres, descritos en las normas y los principios internacio­nales de derechos humanos.

En particular, las embarazada­s tienen derecho a recibir un trato igual de digno que otras personas, a tener la libertad de solicitar, recibir y transmitir informació­n, a no sufrir discrimina­ción y a obtener el más alto nivel de salud física y mental, incluida la salud sexual y reproducti­va.

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